Confesionario más allá de la Católica
El poder de la voz colectiva ha destruido el silencio de muchas mujeres que durante años vivieron encerradas en éste. Distintas olas de denuncias en el mundo han logrado evidenciar a muchos violentos, por ejemplo, a través del #MeToo. Dicho movimiento, originado en Estados Unidos, ha logrado convocar a más de medio millón de usuarias en Twitter y otras redes sociales, entre ellas a muchas celebridades que han denunciado ser víctimas de acoso laboral y sexual.
Queda claro que las sociedades actuales siguen siendo disciplinantes con las mujeres que denuncian violencias. El costo social por denunciar ser víctima atraviesa todo tipo de núcleo, desde las familias hasta las redes sociales. Lamentablemente, el segundo circuito de violencia suele comenzar con la decisión de denunciar. Lo anterior es parte de lo que se conoce como el “pacto patriarcal”. Y en tanto la sociedad siga reproduciendo este esquema, se mantendrán las dificultades por las que atraviesan las mujeres para salir de la violencia.
En todo caso, el poder de la acción colectiva es liberador. Así lo demuestra el movimiento generado esta semana bajo el denominado “Confesionario UCB”. Gracias a esta página en la red social Facebook, muchas jóvenes, en su mayoría estudiantes de la Universidad Católica Boliviana, han logrado vencer al silencio y denunciar públicamente a decenas de agresores. Todo indica que los denunciados instalaron un modus operandi para violar a mujeres de manera sistemática, drogando a sus víctimas sin el consentimiento de ellas. Los testimonios son aterradores.
Polémica fue la respuesta de la casa de estudios ante estas denuncias. La U Católica emitió un comunicado en el que deslinda responsabilidades, no menciona que tomará parte en las investigaciones ni que pretende incluir en su currícula contenidos para evitar las violencias contra las mujeres. En términos coloquiales, se lavan las manos con una velocidad que llama mucho la atención. He aquí la reacción de una institución como ejemplo del disciplinamiento. Pero la crítica severa a la Universidad no se dejó esperar en redes sociales. Probablemente lo anterior haya sido el motor para que la casa de estudios reconsidere su posición, habiendo público un video en el que las autoridades de ésta cambian de ruta respecto a las denuncias.
Como si no fuera suficiente ser víctima de violencia sexual, opera también una especie de inquisición contra las denunciantes. Tristemente, no faltan las personas que optan por dudar, a priori, de las denunciantes. Se ha leído en redes sociales, pues, que se trata de mujeres despechadas, mentirosas, exageradas y otro tipo de adjetivos que pretenden relativizar y hasta negar las denuncias. Esas personas tendrán que preguntarse cómo podría una mujer inventar ser víctima, teniendo en cuenta el altísimo costo social que implica romper el silencio para denunciar.
Opera, por supuesto, el patriarcado con todos sus tentáculos para poner en duda las denuncias, aún encubierto de falsa solidaridad. El mejor ejemplo de esto fue el mensaje que dejó en sus redes sociales una cantante local, Verónica Pérez, quien mandó a las víctimas a que “se cultiven” para evitar ser violadas. Justamente por esa misma línea argumentativa pasan quienes pretenden liberar de culpa a los violadores. Justamente por esa misma línea argumentativa pasan quienes terminan diciendo cosas como “quién la manda a ir vestida de ese modo” o “ella se lo buscó”.
Por eso hoy, tras el destape de estas violaciones sistemáticas urge impulsar a que la sociedad reaccione en solidaridad con las denunciantes. Urge incentivar el acompañamiento y apoyar a las denunciantes, desde el Estado y desde la sociedad civil. Por una cuestión ética, debiera ser obligación de la Universidad coadyuvar en las investigaciones pero, además, educar en la no violencia y la despatriarcalización para no dejar en la impunidad a quienes creen tener el poder de perturbar la vida de las mujeres. Que sirva el contexto de estas denuncias para que el hoy candidato a la Alcaldía paceña Iván Arias, sea al igual que los violadores de la Católica, censurado por la sociedad. Poco o nada se podrá avanzar en la lucha contra las violencias hacia las mujeres si un acosador llegase a ser el burgomaestre de la ciudad más importante y progresista del país.
Valeria Silva Guzmán es analista política feminista. Twitter @Valeqinaya