Los espacios verdes de acceso público están ganando cada vez más importancia en la discusión de ciudades más sostenibles. Las áreas verdes y los parques urbanos producen servicios esenciales para el bienestar de los ciudadanos, tales como la regulación del microclima, la purificación del aire, la amortiguación de inundaciones y la atenuación de la contaminación acústica producida en las grandes urbes. Por otro lado, las áreas verdes también juegan un rol importante para la recreación de las personas, que va desde la realización de actividades físicas hasta momentos de relajación y contemplación de la naturaleza, lo cual contribuye de forma significativa a la calidad de vida en las ciudades.

Sin embargo, debido a la situación anómala generada por la pandemia del COVID-19, se han impuesto restricciones sociales que han afectado la utilización de los espacios verdes en la ciudad. Desde el año pasado, siguiendo el comportamiento de la curva de contagios tanto a nivel municipal como nacional, se ha restringido el acceso a parques urbanos, campos deportivos municipales, así como la realización de eventos sociales. No obstante, llama poderosamente la atención que estas medidas impuestas sobre el uso de los parques en la ciudad, no tengan el mismo ímpetu hacia las actividades de campaña electoral realizadas en diversos espacios y plazas públicas, con aglomeraciones permanentes, donde la exposición y el riesgo al contagio de la enfermedad estuvieron a la orden del día.

La situación actual de los principales parques de la ciudad es bastante similar: clausura total de los espacios, enmallados y disfuncionales, ausencia de funcionarios de la alcaldía, falta de información sobre las normativas para campos deportivos, áreas de juegos para niños (playgrounds) y espacios al aire libre para la recreación y el esparcimiento. No existe una directriz que permita comprender las diferencias substanciales entre un espacio para caminar o pasear una mascota, y una cancha polifuncional utilizada para fines deportivos. Y, a pesar de que existen áreas protegidas que sí permanecen abiertas (debido a su condición natural) tampoco existe, dentro de las guías de información elaboradas sobre la pandemia, ninguna referencia que fomente la utilización de estos espacios, sea para mejorar la salud física, sea para mantener la salud mental y psicológica, constantemente afectadas por las restricciones y el aislamiento social.

Los múltiples efectos causados por la pandemia han redimensionado nuestra concepción sobre las áreas verdes en la mayoría de las ciudades del mundo. A las pautas emitidas por la OMS sobre las consecuencias del miedo, la preocupación y el estrés provocados por la crisis sanitaria, se suman las recomendaciones del Programa ONU-Hábitat (Naciones Unidas) sobre la importancia de los espacios públicos como herramientas estratégicas de combate al virus. Las áreas verdes no solamente contribuyen a la salud, sino que proporcionan un espacio donde desarrollar interacciones sociales, cumpliendo con las normas de distanciamiento social. De esta manera, mitigan el impacto de las medidas de confinamiento, y contribuyen a limitar la propagación del virus.

Ese debería ser el enfoque. No obstante, y a pesar de que la ciudad de La Paz haya recibido reconocimientos por haber mejorado algunos indicadores de Desarrollo Sostenible, la ciudad todavía carece de una política ambiental clara que reconozca estas potencialidades. A la falta de orientación sobre la importancia del verdor y el aire fresco en tiempos de pandemia, se suma la deficiente distribución de los espacios verdes a lo largo del municipio, lo que compromete aún más el acceso y aprovechamiento de sus beneficios, especialmente en barrios pobres y periféricos.

Es necesario comenzar a incorporar de forma más seria y responsable todos estos elementos dentro de las políticas de planificación urbana del municipio, si realmente aspiramos a tener una ciudad resiliente y sostenible a largo plazo. La adecuada gestión y el mantenimiento de los espacios verdes son elementos clave para combatir la propagación del COVID- 19, así como de futuras pandemias, lo que tiene una relación directa con la acción climática local y la adaptación del municipio frente a los enormes desafíos que se nos avecinan. Necesitamos construir una agenda política que permita reunir la planificación territorial, el desarrollo comunitario, la acción ecológica y la salud pública. Ojalá que el entusiasmo enmarcado por el nuevo tiempo político que se avecina nos ayude a alcanzar este fin.

  Juan Orgaz Espinoza es biólogo, especialista en Ecología Urbana.