Pandemia vs. economía
Muchos gobiernos del mundo acusan a la pandemia del COVID-19 como la principal causa de todos los males en la economía. ¿Qué hay de cierto en aquella afirmación? Veamos el caso de Bolivia y evaluemos con datos disponibles lo que sucedió en la primera ola de contagios del coronavirus en 2020. Desde el primer caso de infección, el 10 de marzo y durante abril, las cifras mostraron una etapa plana de contagios, continuando con la fase ascendente en mayo hasta mediados de julio, llegando al pico entre mediados de julio y agosto; pasando a la fase descendente hasta mediados de octubre, para luego atravesar una nueva etapa plana hasta mediados de diciembre, cuando se percata un nuevo rebrote.
La relación lógica indica: un aumento de contagios baja el nivel de productividad del trabajador y promueve el cierre de mercados, afectando adversamente al ritmo de actividad económica.
Tal relación no explica determinantemente el desempeño económico de nuestro país, dado que, en la etapa plana de contagios, la actividad económica (medida a través de IGAE) registró la caída más significativa en 2020, con un decrecimiento de -26,6% en abril, en razón a las decisiones rígidas y desmedidas adoptadas por el gobierno de facto, sin mencionar a otras gestiones como la paralización de la inversión pública implementada desde noviembre de 2019.
La gestión de la pandemia fue tan absurda, que cuando la población atravesaba la etapa creciente de contagios, las medidas se fueron relajando, decretando a partir del 11 de mayo la cuarentena dinámica en medio de un incremento de pérdidas humanas, sin visualizar mejoras en el Producto Interno Bruto (PIB) que continuó cayendo en más de dos dígitos (en mayo, junio y julio se tuvieron caídas del -24,1%, -11,5% y -11,8%, respectivamente).
Después de alcanzar el pico de contagios, el gobierno de facto anunció el periodo de “posconfinamiento”, una etapa mucho más flexible que empezó el 1 de septiembre, donde paradójicamente también comenzaron a descender los nuevos casos. La falacia de que las medidas más duras evitan los contagios y las medidas más flexibles los promueven más, se pone en evidencia.
Finalmente, noviembre fue un mes plano de contagios, similar a abril, pero con una diferencia, un distinto gobierno, que optó por la flexibilización y no por la restricción (sin dejar de lado las medidas sanitarias esenciales), mostrando signos interesantes de recuperación económica. Así, durante ese mes se evidenció la primera cifra de crecimiento, del 5,8%, en tiempos de pandemia, que, si bien recoge un efecto de lo que ocurrió en noviembre de 2019, les aseguro que también tiene que ver con un adecuado manejo de la crisis sanitaria por el COVID-19.
Queda claro, entonces, que no es la pandemia en sí la que causó el desastre económico que ahora enfrentamos, sino que fueron las medidas equivocadas del gobierno de facto lo que determinó el suicidio económico del país, replicado en muchas naciones que hoy se encuentran sumergidas en una profunda crisis.
En perspectiva, existen señales alentadoras (sobre todo en los dos últimos meses de 2020) que muestran un mejor escenario económico. Así, la variación del IGAE a noviembre (-8,2%) ya muestra una menor caída respecto a la cifra proyectada inicialmente para el cierre del año (-8,4%).
Juan Carlos Suntura es economista.