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¿Y los permisos de paternidad?

Se ha celebrado otro Día del Padre en Bolivia, ocasión en la que muchas personas homenajean a sus progenitores, otras aprovechan para reconocer el rol de las “madres solteras” y no faltan quienes pasan el día como jornada de denuncia por los padres irresponsables.

A propósito, la crianza de los hijos es una responsabilidad de hombres y mujeres en tanto padres y madres, pero idealmente esta responsabilidad debería ser mucho más amplia. Las sociedades y los Estados debieran generar las condiciones adecuadas y propicias para el desarrollo de crianzas exitosas. De hecho, fue el modo de producción capitalista el que enjauló la crianza, aisló a las niñas y niños y recargó en las espaldas de mujeres madres la denominada doble jornada. En síntesis, la paternidad distante e irresponsable no es producto del ordenamiento natural de la especie.

Sin embargo, el impulso feminista contemporáneo ha planteado una serie de elementos para resolver este desorden histórico. Uno de éstos es el avance en los permisos de paternidad. En un mundo en el que es prácticamente obligatorio que la normativa otorgue permisos laborales a las mujeres cuando devienen en madres, siguen siendo aguas desconocidas los permisos paternales. Algunos países, especialmente europeos, justo por el impulso feminista han avanzado en la materia.

Por un lado están los países, como Bulgaria, que han conseguido normar permisos parentales compartidos para madres y padres. Esto es que tienen establecido un tiempo de permiso determinado, mismo que puede ser repartido entre ambos progenitores de acuerdo a la voluntad de éstos. Ya en la práctica, lamentablemente, la generalidad de los casos muestra que los padres no toman dicho tiempo de permiso, lo que deriva en un retiro de las mujeres madres del mundo laboral, entre otras cosas.

Otros países, como Islandia, poseen permisos de paternidad igualados e intransferibles. La evidencia ha demostrado que bajo este modelo los resultados son muy positivos. Padre y madre, idealmente, comparten responsabilidades de la crianza de los hijos en su llegada al mundo. Y particularmente se resalta la creación del vínculo padre/hijo a través de las experiencias de los cuidados durante los primeros días, lo cual se traduce en familias por fuera de los estereotipos machistas, al menos parcialmente.

Bolivia pertenece al conjunto de países en los cuales el permiso de paternidad es insuficiente. Son solo tres días de permiso de los que dispone un hombre devenido en padre. Esto equivale a madres que se acoplan a la vida de la maternidad solas y sin apoyo de sus compañeros de vida. Tristemente esta limitación laboral dificulta bastante el vínculo de los padres con sus hijos y reproduce el modelo capitalista en el cual la crianza es una tarea netamente femenina.

Finalmente, y en honor a la verdad, la autora de esta columna intentó sin éxito reformar la normativa en esta materia durante la anterior gestión legislativa. La respuesta negativa esgrimió sus argumentos en función de supuestos económicos, es decir que pesó más el supuesto “rédito” para la economía que brindaban los hombres/ padres que la necesidad de reformular el esquema de crianza machista que impera en el país.

Es un hecho que los permisos de paternidad ampliados no resuelven el problema de fondo, pero también es menester de los Estados diseñar políticas públicas que garanticen crianzas no machistas. Lo anterior producirá un efecto directo e indiscutible en el combate a las violencias hacia las mujeres, a corto, mediano y largo plazo. El mundo necesita más padres comprometidos con la crianza responsable y amorosa.

Valeria Silva Guzmán es analista política feminista. Twitter: @valeqinaya