Icono del sitio La Razón

A 100 años de la masacre de Jesús de Machaqa

El pasado 12 de marzo se cumplió 100 años de la masacre perpetrada por el Ejército boliviano a los comunarios/ as aymaras de la Marka de Jesús de Machaqa de la provincia Ingavi del departamento de La Paz, por órdenes del presidente de entonces, Bautista Saavedra.

La historiografía nacional apenas menciona este hecho cruel, cuando fue todo un debate nacional, sobre todo en el Parlamento de entonces. El pionero de la investigación histórica fue Roberto Choque Canqui, quien en tres ediciones (1976, 1986 y 2016), nos muestra los detalles históricos documentales del porqué y cómo ocurrió el infausto acontecimiento.

En la década de 1990 me tocó coadyuvar en la recuperación de la memoria oral de los/as comunarios de Machaca sobre la citada masacre. Fruto de estas inquietudes fue la publicación del libro con Roberto Choque, Sublevación y masacre de 1921, de la serie Jesús de Machaqa, la marka rebelde, volumen 2, en 1996, que es una ampliación de la investigación pionera de Roberto con testimonios orales. En esta serie también participan Xavier Albó y Félix Layme.

Recuerdo el estigma más cruel que se perpetró a los machaqueños después de la intervención militar y como justificativo a la masacre. Que los machaqueños son “comecuras”, es decir, que en aquel levantamiento se lo habrían consumido al cura del pueblo Manuel Demetrio Encinas. En varios diálogos que sostuvimos en diferentes momentos con los comunarios, les pregunté si era verdad lo que se decía de este hecho.

A pesar de los años transcurridos este estigma no se había borrado y las nuevas generaciones lo llevaban como una carga histórica pesada y casi irreparable. Así surgió la idea de recuperar y esclarecer con voz propia este acontecimiento de 1921.

Los mallkus y mama mallkus organizaron una reunión con personas sobrevivientes y en otros casos con hijos/as a quienes les contaron sus familiares más cercanos sobre la matanza. Recuerdo a Wenceslao Guarachi, partícipe de la rebelión, quien en su intervención enfatizaba que se levantaron contra los abusos de los mestizos del pueblo, contra las iniquidades del cura del pueblo, sobre todo con las mujeres, en fin. Cómo no recordar el llanto de Petrona Calle, sobreviviente de la represión militar cuando ella contaba con aproximadamente siete años. Recalcaba que habían huido de su casa con sus padres a una comunidad vecina, porque los militares no solo acamparon en varios lugares como el ayllu Qhunqhu, sino que consumían su ganado, sus víveres, además de cometer abusos y violaciones. Pero, ¿cuál fue el motivo de la rebelión? El cuestionamiento profundo al trato de los mestizos del pueblo, que los habían convertido en pongos, porque les obligaban a realizar trabajos forzosos en sus casas e inclusive saludarlos de hinojos. El trasfondo de la rebelión fue también el recuperar el poder comunal, que había sido usurpado por los vecinos mestizos, que eran los eternos políticos del pueblo.

En la década de 1990 surge la necesidad de organizar cada 12 de marzo un acto de recordación a los caídos en la masacre, que en los hechos se convirtió en una especie de terapia colectiva. Aquel trauma histórico impuesto por la sociedad q’ara racista boliviana de la época, de que eran “salvajes y comecuras”, se tornó en orgullo. Es decir, lo negativo se volvió positivo. Porque el cura Encinas no murió en este acontecimiento, como constatamos en los archivos de la parroquia del pueblo. Hoy las nuevas generaciones han entendido perfectamente de la importancia histórica de sus ancestros. Porque la rebelión del 12 de marzo marca un hito en las luchas políticas ancestrales contemporáneas, a pesar de la muerte de muchos comunarios/as.

Sabemos que este 12 de marzo se hizo otro acto para recordar los 100 años de la matanza cruel y a sus líderes como Faustino Llanque, Marcelino Llanque, Francisco Choque y otros. Marcelino y Francisco fueron los pioneros en la instauración de las escuelas clandestinas, ante la prohibición de las autoridades y la sociedad de la época para que el indio se eduque en las escuelas. Honor y gloria a los caídos en la masacre.

Amtastanwa patak mara, uka jach’a unxtasiwi Machaq markachirinakana. Pallapallanakawa wali jiwayapxatayna uka sartasirinakaruxa. Jiwas pachpa apnaqasiña amuyuxa jichhurunakanxa wali mirtatawa ¡Jallalla Marka Jesús de Machaqa!

Esteban Ticona es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo.