Los bosques bolivianos se constituyen en un espacio fundamental para la seguridad alimentaria, hídrica y económica no solo para el país, sino para la región y el mundo. A poco de haber conmemorado el Día Internacional de los Bosques, es particularmente relevante decirlo porque 2021 da inicio al Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas, un llamamiento a proteger y recuperar los ecosistemas en beneficio de la humanidad y la naturaleza.

En Bolivia, los bosques son fuente de alimento, medicina, cultura, agua y vida. Proporcionan numerosos productos y cumplen una serie de funciones ambientales que contribuyen al desarrollo socioeconómico y la calidad ambiental del país, lo que se refleja de manera muy particular y relevante en las tierras comunitarias de origen de nuestros pueblos indígenas. Los datos lo dicen todo: 53 millones de hectáreas de bosques cubren el 48% de la superficie del país y al menos 35 millones de hectáreas están en propiedad de comunidades indígenas y campesinas, en buen estado de conservación.

A nivel global, el reto está planteado. De aquí a 2030, la restauración de 350 millones de hectáreas de ecosistemas terrestres y acuáticos degradados podría generar al menos $us 9 billones en productos y diversas funciones ambientales. La restauración de los ecosistemas también podría eliminar de la atmósfera de 13 a 26 gigatoneladas de gases de efecto invernadero.

La comprensión cabal sobre la importancia que tienen los bosques en la generación económica, en el valor social, ambiental y cultural por parte de todas y todos los bolivianos es esencial para cambiar nuestra mirada sobre su rol y aporte en nuestras vidas. La conservación, el uso racional de sus bienes y servicios, así como la restauración es un deber de todos. Desde el Estado y organismos para el desarrollo hasta empresas, comunidades y sociedad civil, sobre todo porque las causas de la degradación están relacionadas a actividades humanas.

Para la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Bolivia, el desafío es generar acciones que contribuyan al fortalecimiento de los medios de vida y los sistemas productivos agroalimentarios en armonía y equilibrio con la Madre Tierra, a partir de prácticas y tecnologías que contribuyan a la mitigación y adaptación al cambio climático, detengan la pérdida de la biodiversidad y garanticen la seguridad alimentaria con soberanía.

La restauración de nuestros ecosistemas grandes y pequeños mejorará a futuro los medios de subsistencia de las personas que dependen de ellos. También ayudará a controlar las enfermedades y reducir el riesgo de desastres naturales. De hecho, la restauración coadyuvará a la consecución de todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible y al cumplimiento de las contribuciones nacionalmente determinadas para enfrentar el cambio climático, la pobreza y la inseguridad alimentaria.

Rosse Noda es Oficial a cargo de la Representación de la FAO en Bolivia.