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¿Por qué los republicanos no son populistas?

El Plan de Rescate Estadounidense del presidente Joe Biden es tremendamente popular, incluso entre los electores republicanos. Aún no tenemos información exacta sobre la próxima iniciativa demócrata, pero es posible que tenga buenos resultados en las encuestas porque combinará una inversión importante en infraestructura y aumentos en los impuestos para las corporaciones y los ricos. Ambos temas son muy populares.

Sin embargo, al igual que el plan de rescate, lo más probable es que el próximo plan tampoco obtenga un solo voto republicano en el Congreso. ¿Por qué los republicanos electos siguen tan comprometidos con las políticas económicas de la derecha que ayudan a los ricos mientras timan a la clase trabajadora?

Al igual que muchos observadores, solía pensar en un modelo del Partido Republicano parecido al que se presenta en What’s the matter with Kansas?Es decir que, al igual que Thomas Frank, autor del libro de 2004 que lleva ese título yo en esencia veía al Partido Republicano como una empresa dirigida por y para plutócratas, gestionada para ganar elecciones al aprovecharse de las quejas culturales y la hostilidad racial de los blancos de la clase trabajadora. Pero, la intolerancia solía ser un espectáculo para la plebe; el partido regresaba a sus prioridades a favor de los ricos después de que terminaban las elecciones.

Puede que los multimillonarios hayan puesto al Partido Republicano en la vía del extremismo, pero es evidente que perdieron el control de las fuerzas que conjuraron. El Partido Republicano ya no puede guardar la intolerancia en un cajón, después de cada elección, para enfocarse en sus asuntos importantes como el recorte de impuestos y la desregulación. En cambio, ahora los extremistas son los que mandan. A pesar de una derrota electoral y una insurrección violenta, lo que queda de la vieja clase dominante republicana se ha degradado en el altar del trumpismo.

Sin embargo, aunque el poder en el Partido Republicano se ha alejado casi por completo de la clase dirigente conservadora, el partido sigue comprometido con una ideología económica de recortes de impuestos y gasto. Y no resulta evidente por qué. Cuando Donald Trump avasalló a los candidatos de la clase dirigente en 2016, parecía posible que llevara a su partido hacia lo que algunos políticos denominaron “democracia de Herrenvolk”, en la que las políticas públicas son realmente populistas e incluso igualitarias, pero solo para los miembros de los grupos raciales y étnicos adecuados.

Como candidato, Trump a menudo sonaba como si quisiera ir en esa dirección y prometía no disminuir las prestaciones sociales, así como comenzar un enorme programa de infraestructura. De haber cumplido esas promesas y mostrado una pizca de populismo verdadero, tal vez seguiría siendo presidente. Sin embargo, en la práctica su recorte de impuestos y su intento fallido de revocar Obamacare se apegaron por completo al manual de estrategias conservadoras de siempre. La excepción que confirma la regla fue la política agrícola de Trump, que incluyó enormes subsidios para los agricultores a los que afectó su guerra comercial, pero se las ingenió para entregárselos casi todos a los blancos.

¿Acaso la continuación de políticas económicas impopulares que hizo Trump fue solo un reflejo de su ignorancia personal y falta de interés en el trasfondo de las políticas? Los acontecimientos ocurridos desde las elecciones sugieren que no. Ya mencioné la alineación de la oposición republicana contra el paquete de asistencia de Biden. El rechazo al populismo económico también se ve a nivel estatal. Piensen en Misuri. Uno de sus senadores, Josh Hawley, declaró que los republicanos deberían ser “un partido de la clase trabajadora, no un partido de Wall Street”. Sin embargo, los republicanos en la legislatura estatal acaban de bloquear el financiamiento para expandir Medicaid que tendría un costo muy bajo para el Estado y que ya había aprobado la mayoría de los electores.

¿Qué está pasando? Sospecho que la ausencia de populismo verdadero en la derecha tiene mucho que ver con la cerrazón de mente de la derecha: puede que la clase dirigente conservadora haya perdido poder, pero sus esbirros siguen siendo los únicos en el Partido Republicano que saben algo sobre políticas públicas. Y es posible que los grandes capitales todavía compren influencia incluso en un partido cuya fuerza proviene en su mayoría de la intolerancia y el odio. En todo caso, por ahora los políticos republicanos les están haciendo un gran favor a los demócratas, al aferrarse a ideas económicas desacreditadas que ni sus seguidores aprueban.

Paul Krugman es premio Nobel de Economía y columnista de The New York Times