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Tuesday 16 Apr 2024 | Actualizado a 19:29 PM

Hugo Blym sabe dónde vive

/ 7 de abril de 2021 / 01:00

“Quizá en ninguna parte del mundo la vida del literato sea tan incierta, amarga y desoladora como la que se vive en Bolivia”. Es domingo 26 de marzo de 1950 y han pasado 10 meses de la muerte del escritor Carlos Medinaceli Quintana, con apenas 51 años. Hugo Vilela del Villar, más conocido como Hugo Blym, escribe en el suplemento literario de La Razón y recuerda su amistad con el autor de La chaskañawi. Y cita al escritor sucrense: “Pero qué ingenuo es usted, don Hugo, hasta ahora no sabe dónde vive. Es hora de que se dé cuenta de que los escritores en este ‘ayllu’ no valemos un pito, especialmente para los huayra-levas que están en el poder”.

La palabra “huayra-leva” era el “invento” favorito de Medinaceli y su metáfora de ruptura con la Bolivia racista de señoritos/ doctorcitos. La venganza es terrible: Medinaceli acaba de ser despedido de la Cancillería donde se ganaba el “puchero” como auxiliar y deambula con sus manuscritos por los cafetines. Su luenga barba imita a la de Ramón María del Valle Inclán, otro genio peculiar. Las editoriales le exigen pago adelantado y él tan solo sueña con escapar a Cotagaita —su refugio— para dedicarse “a sembrar papas, labor más noble y productiva que escribir”.

Hugo Blym era otro “inconforme” y así lo retrató el crítico literario chuquisaqueño Carlos Castañón Barrientos en su libro Pasión literaria: ocho escritores paceños (1999, Librería-Editorial Juventud). Nacido el 9 de octubre de 1910 en la “Hoyada” y fallecido en la misma ciudad el 4 de agosto de 1979, Vilela del Villar estudia en el San Calixto y adopta su apellido pseudónimo para diferenciarse de sus hermanos también escritores: Luis Felipe y Arturo. Casado con doña Luisa Zelada Vidal, tiene dos hijas, Sonia y María del Rosario, a quienes dedica una de sus tres novelas, Títeres de la meseta (Fundación Patiño, La Paz, 1953).

Blym, escritor insumiso olvidado hoy en día, se dedica al negocio de los libros y la papelería. De formación autodidacta, abre tres librerías en la Comercio, Ingavi y en El Prado. De carácter extrovertido, funda peñas como La Trinchera y es amigo de los más grandes: de Tristán Marof (otro gigante con pseudónimo), de Marina Núñez del Prado, de Yolanda Bedregal, de Oscar Cerruto, de Juan Capriles, al que llama “poeta del dolor perdido en medio de la bohemia sentimental”. La tarea de crear personajes le fascina, “era su vida, bohemio como tantos de sus contemporáneos, poseía un gran sentido del humor, le gustaba bromear. Tenía el corazón alegre y liberado de traumas; en este sentido, era un hombre feliz”, recuerda su hija Sonia de Johnston en el citado libro.

Lo único que borra su sonrisa es la ausencia nostálgica del mar. En uno de sus mejores viajes, dicta conferencias en Dallas, Columbus, San Antonio y Houston sobre la invasión chilena. Admirador del indigenismo de Raza de Bronce de Arguedas y de la crítica anti-cacique de La candidatura de Rojas de Chirveches, don Hugo escribe tres novelas (la mejor es Puna de 1940, editorial Ercilla, Chile); dos libros de relatos (La rebelión y otros cuentos del Kollao de 1937, editorial chilena Zigzag y En la ruta de los cóndores de 1964, editorial El Progreso, La Paz); un poemario inédito (Honda); un ensayo (Alcides Arguedas y otros nombres en la literatura de Bolivia de 1945, editorial Kier, Buenos Aires) y una curiosa comedia en tres actos llamada Campeonas de Rummy-Canasta (1963) donde una mujer enviciada por el juego desciende a los infiernos con tal de mantener su condición de tahúr invicta.

“Le cae muy mal el espíritu explotador del terrateniente, la terrible pobreza del indígena y la forma lamentable en que discurre la existencia de la clase media. Reprocha con tono áspero las torpezas de la política criolla sobre todo en época de elecciones. Le desagrada el egoísmo y las miras estrechas de los dirigentes de la nación, políticos o no”, trazaba así su perfil don Carlos Castañón Barrientos, quien falleció hace ya tres abriles.

En la tapa de su libro, ocho fotos de carnet en blanco y negro me miran. Ahí está don Hugo Blym —quizás el menos conocido del grupo—. Detrás de sus lentes de carey y su mirada dura veo a un inconforme que conociendo cuán incierta, amarga y desoladora es la vida del escritor en Bolivia, optó por ese camino. Don Carlos, su amigo Blyn sí sabía dónde vivía.

  Ricardo Bajo es periodista y director de la edición boliviana del periódico mensual Le Monde Diplomatique. Twitter: @RicardoBajo.

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El fútbol es cruel

Ricardo Bajo

Por Ricardo Bajo

/ 13 de octubre de 2023 / 00:29

Introducción: el seleccionador Gustavo Costas mete seis cambios con respecto al equipo que perdió con sonrojo frente a la Argentina. Los carrileros son nuevos: Medina y Roca van a subir toda la noche.

Los tres centrales son: Sagredo, Haquín y Cuéllar. Y el doble cinco también es nuevo: Justiniano (que se comerá todo el medio) y Moisés Villarroel.

El sistema (5-3-2) es el mismo. Hay una barra bullanguera en la curva sur donde asoman banderas palestinas. La hinchada no pide mucho: que se deje todo en la cancha.

Se puede perder pero no como el día de la Argentina. El genio de la lámpara va a conceder ese deseo. Ecuador explotará su velocidad, su mejor desempeño físico, su eficacia. Va a tener dos y listo. El fútbol moderno es así. Así de cruel.

Nudo: la “verde” va de menos a más. La actitud y la intensidad aparecen poco a poco. Se presiona arriba por momentos. El fútbol se limita a buscar con pelotazos la cabeza de Marcelo Martins.

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El otro recurso son los disparos de larga distancia. Se intenta hacer la ola mexicana para transmitir entusiasmo de las gradas al césped. Lo mejor que tenemos en el fútbol boliviano es la gente que se ilusiona siempre A la hinchada le das uno y te devuelve cien. No importa que paremos el fútbol un mes. No importan los amaños y la desidia.

En un contragolpe letal, a pura velocidad, Kendry Páez, la joven figura ecuatoriana de 16 años, anota con talento con los centrales bolivianos corriendo para atrás. El fútbol puede ser cruel.

Desenlace: Costas cambia el dibujo en la segunda parte. Mete dos cambios fundamentales. Se van Arrascaita y Ábrego. Saltan el que va a meter el empate (Ramallo) y el que va a revolucionar el partido (un enchufadísimo Henry Vaca con palo incluído). Se le pide a Costas una idea de juego, una identidad.

La segunda parte es lo mejor de Bolivia en la era Costas con desborde eléctrico por los costados; entusiasta Roca; voluntarioso Medina. Quiere el argentino una Bolivia intensa. Ahí la tiene. Es una “verde” que aprieta/muerde, que presiona/entusiasma. El éxtasis llega con el empate a falta de siete minutos. El milagro de la remontada está delante de nuestros ojos. La gente grita: “si se puede”.

La “verde” acaba jugando así: Miranda de carrillero; Ramiro Vaca y Boris Céspedes de doble cinco; y tres delanteros. Esa es la Bolivia (ofensiva) que queremos, sin complejos, a golpe de puro corazón. Otra “contra” ecuatoriana pone el uno a dos en el “score” en un final de infarto. El fútbol es cruel.

Post-scriptum: Bolivia tiene cero de nueve puntos. No todo está perdido. La segunda parte marca el camino: esa es la idea de juego, esa es la actitud. ¿Te imaginas si trabajásemos más y mejor?

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El lobo blanco y la Caperucita

Ricardo Bajo

Por Ricardo Bajo

/ 24 de marzo de 2023 / 16:49

Introducción: es el segundo amistoso del argentino Gustavo Costas en la dirección técnica de Bolivia. El escenario es un espectacular estadio vacío (hay seis hinchas bolivianos, perdón).

La ciudad se llama Yeda y la cancha, “Rey Abdullah”, el antiguo monarca absolutista de la dictadura de Arabia Saudita.

El rival es una ex república de la Unión Soviética, la “poderosa” Uzbekistán, van de blanco.

El partido se “retransmite” a través de una (fallida) plataforma de pago de la Federación.

A partir de la segunda parte, una cadena (Abya Yala) pasa el partido en abierto. La Federación aduce “problemas técnicos” y anunciar reembolsos.

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Es una metáfora de nuestro fútbol. Costas sorprende con la titularidad de Lampe (en vez de un mejor Viscarra) y Martins (sin equipo tras su salida por bajo rendimiento de Cerro Porteño).

El mejor hombre de Bolívar, Ramiro Vaca, está en la banca.

Nudo: Bolivia tiene la pelota pero no hace daño. Los “lobos blancos” uzbekos regalan la tenencia; parecen respetar a una selección sudamericana. Con el paso del tiempo se van a dar cuenta que no pasa naranjas.

El dibujo de Costas es un defensivo 4-1-4-1. El volante central por delante de los zagueros es Danny Bejarano que juega en el Lamia de Grecia.

¿Cuántos partidos ha visto Costas del cruceño? ¿Lo ha visto en vivo alguna vez? En un error en salida de Bejarano llega el primer (y único) gol de los asiáticos.

El otro agujero negro son los laterales. Diego Medina deja espacio a su espalda, no tiene oficio de marcador. Roberto Carlos Fernández, ídem de ídem. ¿No está Roca en mejor forma?

El poco fútbol que tiene la “verde” está en los pies de un atrevido Miguel Terceros; el hombre surgido del proyecto Bolivia 2022 (no viene de la cantera de ningún equipo profesional); el jugador que lleva solo dos partidos en la primera del Santos. Así estamos.

Desenlace: Uzbekistán no es nada del otro mundo y juega a lo único que sabe: contragolpe y verticalidad.

La “verde”, una Caperucita para los “lobos blancos”, marca mal atrás y no genera nada arriba. A la hora entran Jaume Cuéllar (del Lugo, colero de la segunda división española), Carmelo Algarañaz y Gabriel Villamil; entran por Chura, Arrascaita y Ursino.

Se cambia a un esquema más «ofensivo»; un clásico 4-4-2 con Martins y Algarañaz como atacantes. Cuando entran Ramiro Vaca (por un cansado Terceros) y Boris Céspedes (del Servette suizo, por Bejarano), la “verde” aprieta pero no ahoga.

Post-scriptum: de diez selecciones sudamericanas, seis clasificarán directamente al Mundial de Estados Unidos/México/Canadá en 2026; la séptima irá al repechaje. Solo tres países sudamericanos se quedarán afuera. A día de hoy, somos un serio candidato a esos tres malditos cupos.

(24/03/2023)

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El Tigre te acribilla

Ricardo Bajo

Por Ricardo Bajo

/ 18 de febrero de 2023 / 01:01

Introducción: el clásico de viernes de carnaval llena el Siles como en los viejos tiempos. Las luces del estadio se apagan; el seleccionador Gustavo Costas habla por megafonía e ilusiona a la hinchada; las luces de los celulares iluminan la noche antes del diluvio.

La Gloriosa Ultra Sur inunda de humo amarillo la curva mientras un trapo gigante se eleva para honrar a los guerreros gualdinegros de la Guerra del Chaco. Aquellos stronguistas ya no morirán.

Rescalvo comienza a ganar el clásico desde el arranque: repite equipo y dibujo. Beñat comienza a perder el clásico desde su onceno titular: deja afuera a su mejor hombre, Gabriel Villamil (entra “Menona” Saucedo por él).

Daniel Vaca, el gran arquero presente en el clásico nacional, (me) adelanta sobre la cancha que se prepara un partido homenaje. La noche no puede terminar mal.

Nudo: la primera parte es del “Derribador”. El lateral derecho celeste sub 20 Yomar Rocha comete un penal tonto sobre Chura que va a desaparecer el resto del partido.

La tormenta no da tregua, el Tigre tampoco. El lateral derecho gualdinegro sub 20 Ronald Bustos devuelve gentilezas y regala otro penal (uno a uno). Ambos juveniles serán sustituidos al descansoLa lesión del español gambeteador Pablo Hervías (marcado a rajatabla por el buen lateral zurdo pandino Carlos Roca) será un hándicap para la “Academia”.

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Los de Beñat atacan bien por izquierda donde Roberto Carlos Fernández, Ramiro Vaca y Ronnie Fernández hacen un tres contra uno contra Bustos (Ursino no retrocede y no ayuda). El Tigre es más práctico/eficaz, llega más y mejor.

Junior Arias repite lo de la capital: media y vuelta y gol para el 2-1. Los arqueros (Viscarra y Lampe) protagonizan un duelo a parte: con el seleccionador nacional en la grada se disputan la titularidad en la “verde”. Viscarra gana la partida.

Desenlace: la segunda parte es celeste. Bolívar tiene la pelota pero carece de profundidad. Beñat se equivoca feo en los cambios. ¿Me explica alguien porque sacó a un entonado Ramiro Vaca? La hinchada celeste pita la sustitución.

Estamos en la fecha tres y las críticas arrecian contra el vasco. El Tigre se coloca en modo contragolpe: Jaime Darío Arrascaita se pone el equipo al hombro, lo carga desde los Yungas gualdinegros. La defensa celeste, con Bentaberry en su noche más oscura, repite errores de marca. Triverio sentencia el “match” en una “contra” que culmina ese viejo soldado chapaco apellidado Wayar. Rescalva acierta en los cambios. Rescalvo tres; Benat dos.

Post-scriptum: acribillar, en términos bélicos, significa hacer fuego vivo, acertar con muchos proyectiles en posición y fortaleza. Eso hizo el Tigre en el clásico, eso hizo en las cañadas del Chaco Boreal. Está en su ADN marcado a sangre y fuego.

(18/02/2023)

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Es otro Beñat

Ricardo Bajo

Por Ricardo Bajo

/ 12 de febrero de 2023 / 00:09

Introducción: el “speaker” del club Bolívar canta los nombres del “eleven” celeste y la hinchada corea los apellidos. Ramiro Vaca es recibido con ovación.

El pedido del presidente Marcelo Claure de regalar una buena asistencia no se cumple.

Algo pasa en una ciudad como La Paz que ha perdido el hábito de ir a la cancha (el clásico del viernes será otra cosa, por supuesto).

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Beñat San José coloca un dibujo ultra-ofensivo; en el pasado quedan los planteamientos defensivos/timoratos del vasco/donostiarra. Hervías, puntero derecho, se coloca como extraño lateral.

En el medio están Villamil (de cinco), Justiniano (de ocho) con cuatro hombres en la ofensiva: Vaca, el chileno Ronie, Lucas Chávez y Carmelo Algarañaz. Royal Pari se para con línea de cinco para tapar las bandas “académicas”. Será un equipo atrevido.

Nudo: el equipo “inmobiliario” se va a cansar de fallar cara al arco de Lampe; con puntería otra cosa hubiese sido el “score”.

Bolívar es vertical, toca de primera, es una tromba cuando aparecen los espacios. La apuesta, descaradamente ofensiva, enamora a la hinchada.

El problema es el equilibrio, el problema nace por la derecha cuando Hervías, el riojano (ex Málaga), sube y sube, centra y centra, gambetea y gambetea pero no retrocede. El desorden es incluso táctico pues Villamil hace doble laburo: de cinco y de “bombero” en el lateral derecho. Royal Pari ataca poco ese flanco descubierto. El chileno Ronie Fernández no es el mismo de hace seis años.

Ramiro Vaca intercambia posiciones constantemente y “Justi” se siente incómodo con su nueva tarea por delante de un omnipresente Villamil. El uno a cero del descanso es engañoso.

Desenlace: en la segunda parte, Beñat rectifica y arregla la cosa. Diego Bejarano se pone de lateral derecho (en sustitución del juvenil Lucas Leónidas Chávez) y el equipo se para mejor, más ordenado. El tempranero gol de Villamil (dos a cero) parece cerrar el partido.

Cuando a los doce, Algarañaz pone el tercero en una “contra” magistral iniciada con toque de primera de Justiniano, parece anunciarse una goleada de escándalo que nunca va a llegar. Lo que aparecen son los problemas defensivos, ya desnudados en la primera parte.

Los cuatro hombres de refresco (el brasileño Poveda, Moisés Villarroel, Melgar y John Jairo Velasco) suman minutos y variantes. El partido termina como en Montero; con un Bolívar de más a menos.

Post-scriptum: la tarea de Beñat será ardua. Tiene plantel para armar dos equipos de calidad. Pesa sobre su conciencia su otrora fama de defensivo y ahora “obligado” por el potencial del equipo armado conjuntamente con Claure debe encontrar -a la brevedad posible pues la Libertadores está a la vuelta de la esquina- un onceno reconocible, una idea de juego sostenida donde el equilibrio (defensa-ataque) sea una virtud y no un defecto.

(12/02/2023)

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Viscarra, un héroe bajo un diluvio

Ricardo Bajo

Por Ricardo Bajo

/ 5 de febrero de 2023 / 01:53

Introducción: un “trapo” en la recta dice así: “Demasiado amor para una sola vida”. Firmado: Kilomberos. Rescalvo se estrena en casa. Los jugadores de ambos equipos posan juntos.

El Tigre presenta cuatro novedades: el lateral derecho es Corpus, el cinco es el colombiano Robles (Wayar a la banca); el diez es Ursino; y el nueve es Arias (Triverio está sancionado).

El dibujo es un ofensivo 4-3-3 (con tridente para Chura-Arias-Isnaldo). El “Flaco” Illanes va a ser fiel a su estilo, la posesión de la pelota.

El “match” se retrasa por culpa del VAR o de su ausencia. Arranca el juego sin videoarbitraje durante los primeros minutos. Son cosas que pasan solo en nuestro fútbol. Sale el sol en Miraflores. Ortega está en la banca.

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Nudo: el Tigre de Rescalvo no tiene velocidad, ni ritmo, ni intensidad. El experimento de Ursino como enganche no sale bien. La “U” de Vinto propone y ataca. El gualdinegro espera, ni siquiera hace presión alta.

La primera parte termina con silbidos; la estoica curva sur “pide huevo”. Es un Tigre lento, sin dinámica, sin sociedades por banda, sin ritmo. Rescalvo se ha acercado a Quiroga y le ha pedido cambios frontales de juego, un juego que no existe. La profundidad brilla por su ausencia.

Desenlace: los cambios mejoran la cara atigrada, en actitud. Se mastica poco a poco como bolo de coca, otra noche épica. Ortega ha entrado por su compatriota, Robles y Claure por Corpus. Se cambia el dibujo (a un 4-2-3-1) con Ursino mejorando en su lugar.

El (nuevo) diez comienza a filtrar pelotas al espacio. En un descuido defensivo, llega el gol a la contra de un bolivarista, Víctor Abrego. La curva sur se pone en modo remontada. Alienta como nunca, como siempre. Arias, desaparecido como Isnaldo, deja su lugar al “Pito” Sotomayor. Ya estamos todos.

Cuando la lluvia arrecia con todo, el Tigre es una tromba. Empata Ursino, remonta el “Pito”. El línea ha levantado en las dos ocasiones su banderín; el VAR ha rectificado en ambas tras agónica espera.

El diluvio se hace presente con rayos y una lluvia torrencial/bíblica. En los descuentos, minuto 97, Viscarra se disfraza de héroe en la atajada del campeonato (no importa si es el segundo partido de la primera fecha).

Todos nos subimos al arca del Billy. En el minuto cien llega otro balde de agua fría: empata Héctor Cuéllar. El VAR lo anula en el 106. Nadie se mueve del Siles, el resfriado está asegurado, los pies mojados también. Esto es The Strongest. Rescalvo besa a Viscarra tras el pitido final. Es el beso de todo el pueblo stronguista.

Post-scriptum: The Strongest no juega (todavía) bien. La idea de Rescalvo (aún) no está. El que no falla nunca es el viejo, peludo y querido Tigre; su ADN de cañada invencible aparece siempre en noches terribles como ésta. Su historia indica el camino: nunca dejes de creer. Es verdad, es demasiado amor para una sola vida.

(05/02/2023)

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