En esta época del año varios organismos internacionales divulgan sus proyecciones de crecimiento de la economía mundial, las principales zonas económicas y varias economías individuales. Tal es el caso del Fondo Monetario Internacional y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo, cuyas cifras difieren en algunas décimas, pero coinciden en gran medida en las grandes tendencias. En ambos casos destaca el notable incremento de las proyecciones de crecimiento de las economías desarrolladas en comparación con estimaciones de trimestres anteriores.

Las cifras del FMI muestran que, después de una caída de 3,3% en 2020 del crecimiento del PIB mundial, se proyecta un crecimiento de 6,0% para 2021. Las economías avanzadas, por su parte, después de una contracción de 4,7% en 2020, crecerán en 5,1% en 2021, destacando Estados Unidos con un 6,4% en 2021, que compensa ampliamente la contracción de 3,5% el año anterior. Entre las economías del Asia, destaca el crecimiento en 2021 de la China (8,4%) y de la India (12,5%).

También se proyecta que América Latina crecerá un 4,6%, después de una caída de 7% en 2020, lo cual significa que es la región que menos se recupera. Tal como destaca la CEPAL, la región de América Latina ha sido la más afectada del mundo en términos de contracción del PIB con millones de empresas que cerraron, un aumento significativo del desempleo y de la pobreza. A finales de 2020 el nivel del PIB per cápita era igual al de 2010, lo que se puede considerar como otra «década perdida».

Tales cifras demuestran que el rebote del crecimiento y la recuperación económica discurren con muy diversas intensidades en las diferentes zonas económicas del mundo. La noticia más importante, sin embargo, proviene de las estimaciones de la OECD, que muestran una significativa reducción de las tasas de crecimiento en 2022. En efecto, para la economía mundial se proyecta un crecimiento de 4% en comparación con 5,6% en 2021. El Grupo de los 20 cambia de un crecimiento de 6,2% en 2021 a 4,1% en 2022. Incluso la China y la India muestran significativos recortes de su crecimiento en 2022, en comparación con 2021.

A pesar de que se trata de proyecciones y estimaciones que podrían sufrir cambios significativos, lo que parece más probable es que tales correcciones disminuyen las cifras estimadas en estos momentos, puesto que no se vislumbran factores que podrían impulsar tasas más altas de las mencionadas antes.

Esto confirmaría la hipótesis de que al notable rebote de 2021, atribuible a las medidas fiscales y monetarias adoptadas en las principales economías desarrolladas, seguirá un periodo relativamente largo de crecimiento mediocre o incluso de una recesión de larga duración.

Este es el dato primordial que debería incorporarse, en primer lugar, en el diseño de las políticas económicas del país en el mediano plazo. En segundo lugar, habrá que tomar en cuenta las proyecciones de crecimiento de nuestros principales mercados, a saber, Brasil, Argentina, Colombia y Perú en América del Sur; China y Japón entre los mercados asiáticos, y Estados Unidos entre las economías industrializadas.

En tercer lugar, el crecimiento previsto para este año se origina fundamentalmente en las perspectivas de altos precios de la soya y sus derivados, así como del oro. Contrasta con ello, en cambio, que los sectores de hidrocarburos, minería y de la industria manufacturera hayan registrado caídas severas en 2020 y no exista razón para suponer que eso cambiaría en éste y el próximo año, comprometiendo de esta manera el objetivo de cambiar la canasta exportadora del país, en términos de productos y mercados.

 Horst Grebe es economista.