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Anillos de presión

/ 14 de abril de 2021 / 01:34

La biodiversidad de Bolivia posiciona al país en el tercer lugar de Latinoamérica. Si bien la riqueza y variedad de especies está en todo el territorio nacional, una mayor parte de este Patrimonio Natural se concentra en las 22 áreas protegidas legamente establecidas, que son definidas como espacios geográficos delimitados y gestionados por instancias dependientes del Estado. Tienen el objetivo de preservar, conservar a corto y largo plazos la naturaleza junto a todos los servicios ambientales y valores culturales que brindan (IUCN, 2015).

Las actividades humanas que impulsan el aparato económico y productivo están acelerando e intensificando el cambio de uso de suelo y la deforestación en las últimas décadas, llegando a lugares y sitios claves del país por su valor y rol ecológico. La presión que ejercen es cada vez mayor en zonas de amortiguamiento y dentro de las áreas protegidas, provocando la pérdida de la biodiversidad y perturbando la funcionalidad de los ecosistemas que las caracterizan.

A partir de 2015 en las áreas protegidas, se identifica que el comportamiento anual del cambio de uso de suelo dentro y en lugares próximos es un tanto preocupante. En promedio se deforestan 11.000 hectáreas por año dentro las áreas protegidas, y en áreas circundantes o próximas a 5 kilómetros de sus límites geográficos, la eliminación de bosque supera las 15.000 hectáreas por año, evidenciando un incremento de más del 37% en este anillo de expansión, donde el cambio de uso de suelo se hace cada vez superior a lo detectado dentro de estas áreas.

La deforestación en Bolivia supera los 8 millones de hectáreas, a un ritmo por encima de las 300.000 hectáreas por año. El 90% de la eliminación de bosque ocurre fuera de las áreas protegidas, lo cual indica que estas áreas funcionan como barreras que intentan frenar el avance de la deforestación y otras presiones. De mantenerse este ritmo en el cambio de uso de suelo en áreas circundantes, los patrones identificados en estos anillos de 5 kilómetros de distancia podrían generar la desconexión y/o encierro de estas áreas de protección, teniendo como consecuencia el quiebre de corredores ecológicos fundamentales para la biodiversidad alojada y una disminución de los beneficios ambientales y culturales.

Es fundamental el monitoreo constante de estas áreas, así como ocurre con los incendios, a través de plataformas como FIRMS o SATRIFO que posibilitan información rápida y oportuna, para la atención y freno a las actividades ilegales en el corto plazo. Actualmente la socialización del estado actual de las áreas protegidas y las zonas circundantes es muy escasa. La deforestación y el cambio de uso de suelo avanzan de manera silenciosa, generando tendencias poco alentadoras, que ponen en riesgo de convertirlas en islas desconectadas.

Generar una conciencia de protección, además de mostrar la realidad y los beneficios que brinda en su conjunto, pueden contribuir a una mayor resiliencia a los efectos del cambio climático. La generación de información sobre la situación actual y las políticas de gobierno son mecanismos inmediatos que pueden contribuir a la conservación e incluso llevar a la reversión de los anillos de presión que actualmente sufre la biodiversidad en nuestras áreas protegidas.

Rodney Camargo es subgerente en monitoreo y alerta temprana de riesgos ambientales de la FAN.

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Bomberos comunales

/ 20 de julio de 2022 / 02:13

Los incendios forestales son uno más de los contribuyentes a las emisiones de CO2 en el mundo, causan un daño inmenso, no solo al liberar toneladas de humo y gases dañinos a la atmósfera, sino también al consumir grandes extensiones de bosques. De hecho, diferentes investigaciones sobre incendios forestales demuestran que estos eventos son cada vez más frecuentes en el transcurso del tiempo, ya que existe una correlación más fuerte entre el aumento de temperatura y la ocurrencia de incendios en diferentes países.

Los incendios forestales pueden liberar grandes cantidades de humo y cenizas que perturban el ambiente y causan problemas de salud a los residentes cercanos al mismo, así como daños a la propiedad. También pueden aumentar la cantidad de escombros que deben eliminarse de la tierra, lo que contribuye a la erosión del suelo y la deforestación. Además, pueden estimular el crecimiento de nuevas plantas, que pueden apoderarse de áreas que alguna vez estuvieron dominadas por algún tipo de vegetación nativa.

Estos eventos pueden ser un peligro tanto para las personas como para el medioambiente, pero también pueden ser un peligro para las fuerzas o brigadas preparadas o especializadas en la extinción de incendios, porque suelen ser difíciles de contener, y el personal de extinción necesario para apagarlos suele resultar gravemente herido y con graves afecciones. Como resultado de estos riesgos, muchos gobiernos continúan promulgando regulaciones que prohíben el uso de fuego para la quema de residuos vegetales o para la habilitación de nuevas áreas de cultivos o algunas restricciones a la actividad humana en áreas propensas a incendios.

En el país, entre las diferentes fuerzas de combate, se encuentran las cuadrillas de bomberos comunales que están conformados por personas que viven en las comunidades y están dispuestas a actuar ante las emergencias por incendios en sus territorios; este conjunto de personas son un valioso grupo de primera respuesta que ha manejado con éxito múltiples incendios forestales, por ejemplo, en la zona de la Chiquitanía.

En los últimos años, las comunidades rurales comenzaron a ver los beneficios de contar con personas capacitadas que puedan responder de manera rápida y efectiva a los incendios que ocurren en su zona. Hoy en día, las cuadrillas de bomberos están empezando a ser ampliamente reconocidas para hacer frente a posibles incendios forestales. Esta primera respuesta local es crucial para brindar una respuesta rápida y apoyar en el combate y liquidación de incendios forestales, donde su conocimiento del territorio es clave para el éxito de las operaciones.

Como sociedad, queda la tarea de continuar apoyando mediante diversas instancias gubernamentales y no gubernamentales a este grupo de personas que cada vez va tomando un rol muy importante frente al combate de los incendios forestales en el país.

Rodney Camargo es subgerente en monitoreo y alerta temprana de riesgos ambientales de la FAN.

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