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Anillos de presión

COLUMNA VERDE

La biodiversidad de Bolivia posiciona al país en el tercer lugar de Latinoamérica. Si bien la riqueza y variedad de especies está en todo el territorio nacional, una mayor parte de este Patrimonio Natural se concentra en las 22 áreas protegidas legamente establecidas, que son definidas como espacios geográficos delimitados y gestionados por instancias dependientes del Estado. Tienen el objetivo de preservar, conservar a corto y largo plazos la naturaleza junto a todos los servicios ambientales y valores culturales que brindan (IUCN, 2015).

Las actividades humanas que impulsan el aparato económico y productivo están acelerando e intensificando el cambio de uso de suelo y la deforestación en las últimas décadas, llegando a lugares y sitios claves del país por su valor y rol ecológico. La presión que ejercen es cada vez mayor en zonas de amortiguamiento y dentro de las áreas protegidas, provocando la pérdida de la biodiversidad y perturbando la funcionalidad de los ecosistemas que las caracterizan.

A partir de 2015 en las áreas protegidas, se identifica que el comportamiento anual del cambio de uso de suelo dentro y en lugares próximos es un tanto preocupante. En promedio se deforestan 11.000 hectáreas por año dentro las áreas protegidas, y en áreas circundantes o próximas a 5 kilómetros de sus límites geográficos, la eliminación de bosque supera las 15.000 hectáreas por año, evidenciando un incremento de más del 37% en este anillo de expansión, donde el cambio de uso de suelo se hace cada vez superior a lo detectado dentro de estas áreas.

La deforestación en Bolivia supera los 8 millones de hectáreas, a un ritmo por encima de las 300.000 hectáreas por año. El 90% de la eliminación de bosque ocurre fuera de las áreas protegidas, lo cual indica que estas áreas funcionan como barreras que intentan frenar el avance de la deforestación y otras presiones. De mantenerse este ritmo en el cambio de uso de suelo en áreas circundantes, los patrones identificados en estos anillos de 5 kilómetros de distancia podrían generar la desconexión y/o encierro de estas áreas de protección, teniendo como consecuencia el quiebre de corredores ecológicos fundamentales para la biodiversidad alojada y una disminución de los beneficios ambientales y culturales.

Es fundamental el monitoreo constante de estas áreas, así como ocurre con los incendios, a través de plataformas como FIRMS o SATRIFO que posibilitan información rápida y oportuna, para la atención y freno a las actividades ilegales en el corto plazo. Actualmente la socialización del estado actual de las áreas protegidas y las zonas circundantes es muy escasa. La deforestación y el cambio de uso de suelo avanzan de manera silenciosa, generando tendencias poco alentadoras, que ponen en riesgo de convertirlas en islas desconectadas.

Generar una conciencia de protección, además de mostrar la realidad y los beneficios que brinda en su conjunto, pueden contribuir a una mayor resiliencia a los efectos del cambio climático. La generación de información sobre la situación actual y las políticas de gobierno son mecanismos inmediatos que pueden contribuir a la conservación e incluso llevar a la reversión de los anillos de presión que actualmente sufre la biodiversidad en nuestras áreas protegidas.

Rodney Camargo es subgerente en monitoreo y alerta temprana de riesgos ambientales de la FAN.