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Vacunas, ¿la vida o el negocio?

Venki Ramakrishnan, premio Nobel de Química 2009, al referirse a los efectos del coronavirus, dice: “Este pequeño virus puede causar que la gente se comporte de la mejor y de la peor manera”. Esta afirmación, tan cierta para estos tiempos, con la “guerra de las vacunas”, lamentablemente se está convirtiendo en el peor comportamiento de determinados Estados, entidades financieras y grandes empresas farmacéuticas y del mundo de la biotecnología.

En los momentos más difíciles de la pandemia nos prometimos más solidaridad y equidad, manifestamos que la vida de la humanidad nos preocupaba, pero hoy, cuando todavía está presente el COVID-19, muchos compromisos parecen quedar solo en promesas. Nos alegramos porque en un año se desarrollaron varias vacunas pero inmediatamente, en medio de nuestras esperanzas, aparecen grandes preocupaciones como la producción insuficiente, acaparamiento, lucro y fundamentalmente porque las vacunas se convierten en mercancía del mundo capitalista, dejando de lado su principal objetivo: “salvar vidas”.

Distintas informaciones publicadas recientemente, aunque con cierto grado de confidencialidad, señalan que en 2021 se fabricarían cerca de 3.000 millones de dosis, lo que apenas alcanzará a poco más de un tercio de la población mundial; si se considera que se requiere vacunar al 70% de la población global, única manera de derrotar la pandemia, la producción es insuficiente, además que está concentrada en pocas empresas y países cuando existe capacidad instalada en varios Estados de la mayoría de los continentes.

El acaparamiento de vacunas por parte de los países ricos también es evidente y trae consigo otras consecuencias. Existen países que dispondrán de vacunas en una cantidad mayor a la requerida, en algunos casos hasta seis veces más de lo que necesitan para enfrentar la crisis sanitaria. Hasta el presente, se calcula que los 10 países más ricos han aplicado el 76% de todas las vacunas producidas a nivel mundial, mientras que los habitantes de 130 países no recibieron dosis alguna. ¿Qué explica todo esto? Mucho antes de la conclusión del periodo de pruebas, los países de mayores ingresos compraron grandes cantidades de vacunas por medio de contratos secretos. La demanda de antígenos ha crecido y el mercado tiende a encarecer el precio de las vacunas.

Se ha generado otra forma de exclusión y desigualdad entre países ricos y pobres y lo que es peor, así no se erradicará la pandemia en todo el mundo. Que no exista vacuna para todo el planeta es similar a apagar el incendio de solo un piso cuando todo el edificio está en llamas. Aparece una sutil diferenciación entre los países vacunados y no vacunados, lo que se ha convertido en el “apartheid de las vacunas”. Por otro lado, el control del mercado de las vacunas comienza a acentuar las diferencias o cercanías ideológicas y políticas entre los Estados y un estilo de diplomacia con fines geopolíticos en el que se intercambian favores políticos, restricciones sanitarias, ventajas comerciales y fundamentalmente acentúan las asimetrías.

Ante esta difícil situación se ha generado un movimiento mundial que está luchando para que las vacunas lleguen a todo el mundo. Así, con el propósito de garantizar un acceso justo y equitativo a las vacunas para al menos el 20% de la población de todos los países del mundo, la OMS y la Alianza GAVI para las Vacunas y la Coalición para la Promoción de Innovaciones en pro de la Preparación ante Epidemias (CEPI) decidieron impulsar un acuerdo global denominado COVAX, situación que cada vez más parece que no se consumará por el incumplimiento de compromisos de los países de mayores ingresos. Por su parte, la India y Sudáfrica, 100 países y otras 370 organizaciones internacionales, así como la campaña global “Por una vacuna del pueblo”, solicitaron levantar las patentes, compartir libre y abiertamente el conocimiento tecnológico, no permitir la especulación durante la pandemia y anteponer la vida de las personas a los monopolios empresariales.

No hay respuestas favorables y la pandemia nos sigue afectando. Los caminos que tomamos para controlar el virus se están esfumando. Tenemos que contribuir a cambiar esta historia y hacer que las vacunas se conviertan en un bien público, accesible de manera equitativa para toda la humanidad. ¡Es tiempo de defender la vida!, ¡Vacunas para todo el mundo!, ¡Liberalización de las patentes de las vacunas!

Noel Aguirre Ledezma es educador popular y pedagogo. Fue ministro de Planificación del Desarrollo y viceministro de Educación Alternativa y Especial.