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La A de Arminda

Arminda ingresó a la agenda mediática por el pasillo de la burla. Muchas voces que desde las redes difundían imágenes de la nueva Directora Ejecutiva de la Administración de Aeropuertos y Servicios Auxiliares a la Navegación Aérea (AASANA) denunciaban escandalizadas un doble pecado: ser mujer y ser de pollera. A esta primera crítica se sumaban comentarios envenenados de desprecio que “ponían al descubierto” el obscuro pasado de la flamante autoridad: ser ayudante de almacén, ser secretaria… No faltó el titular de un medio que se quiere independiente: “De ayudante de almacén a Directora Ejecutiva de AASANA”. Como el bullying fue tan sonado en estas redes para pescar víctimas del odio, el programa streaming Piedra, papel y tinta la invitó para conocer más sobre tan incómoda nueva autoridad, ya que las organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres miraban para otro lado. Despistes de manual.

Arminda Choque llegó a la montaña donde anidan nuestros equipos periodísticos y respondió a las preguntas sobre su experiencia laboral en AASANA y sobre parte de su vida personal. El primer dato que saltó a la vista fue su humildad y una timidez indisimulable. La cuestionada Directora decidió presentarse toda de café: blusa de tejido de hilo manga corta, pollera corta a lo cochala, no llevaba maquillaje pero daban luz a su rostro unos pendientes plateados coquetos con una piedra violeta y sus largas trenzas negras le caían disciplinadas sobre la espalda. Comenzamos la transmisión. A una de las primera preguntas respondió sin tapujos: “Yo soy del MAS. (…) Eso es democracia. (…) Si uno cree en algo luchará por ese pensamiento”. Nos enteramos enseguida que Choque ingresa a AASANA ya con un título bajo el brazo: secretaria técnico medio. Con esa herramienta le dan trabajo como ayudante en almacén (que no es cargar cajas como la acusaron en redes sino administrar información en sistemas); tiempo después asciende a secretaria de navegación (ámbito que requiere un notable manejo técnico). Paralelamente a esta etapa, la cochabambina inicia sus estudios en derecho en la Universidad Mayor de San Simón. La fórmula es muy simple: se trabaja de día y se estudia de noche. Hija de madre soltera, esta chola del trópico tiene que pagar sus estudios y sus gastos con su salario; hoy madre del pequeño Antonio, le toca defender su fuente de trabajo y su nombre del bullicio de las redes sociales que pegaron el grito al cielo cuando supieron de la designación. Pasan los minutos y van disminuyendo los nervios de la entrevistada ante nuestras cámaras; cuenta que postuló a un cargo de responsabilidad en Recursos Humanos en la misma AASANA aclarando orgullosa que previamente hizo un diplomado en el área, en la Universidad Privada de Bolivia, entre otros cursos. Dice que le fue bien en esta tarea. Añade que es bastante tiempo después que la invitan a asumir la función de Directora Ejecutiva de la institución y que el mayor reto hoy es enfrentar la crisis económica heredada de la pandemia. Mientras le hacía esta pregunta pensé que el tiempo y su gestión dirán si tendrá buenos, regulares, malos o pésimos resultados, pero que es injusto, discriminador, mezquino y odiador sentenciar su desempeño porque es mujer de pollera o porque fue ayudante de almacén hace doce años. Arminda también lo cree: “Pensé que ya habíamos superado el juzgar por cómo viste una persona”. “No soy la única abogada de pollera”. Pero de repente sí es la única abogada de Carrasco, rincón perdido del trópico cochabambino. Allí comenzó su educación, en un “núcleo” (sistema de educación para los lugares alejados, con un solo profesor), donde ya soñaba con ser profesional. Vaya atrevimiento para una niña del campo hija de una agricultora entregada a frutas como copuazú, naranja y papaya. La niña soñó y pudo finalmente ir a estudiar a una escuela de pueblo que tenía tablas en lugar de pupitres, todo un lujo (aunque los docentes se perdían una semana cuando iban a la ciudad a cobrar sus sueldos o se perdían más tiempo si se declaraba un paro y así la educación de Arminda se paralizaba durante meses). “Contra todo eso estoy acá”, dice sonriendo.

Quedan tres minutos de entrevista y coincidimos con la directora Choque en que vestir pollera, hablar quechua (aunque ella hable castellano y algo de inglés) es exponerse a la discriminación y a los insultos que en ese mismo instante dejaban en el chat público varias personas que miraban la entrevista y la llamaban incapaz e ignorante. Para terminar de provocar, la invité a despedirse en quechua; fue cuando Arminda se empoderó visiblemente ante las cámaras y les dijo a sus pares que no se dejen discriminar. Los intelectuales de mala ortografía, las citadinas dolidas de ver a una mujer de pollera en la cabeza de AASANA y los valientes que insultan desde sus teléfonos no comprendieron el mensaje. Basta que hayan comprendido otras cholas quechuahablantes y quechuasintientes que en ese momento la veían desafiar a la Bolivia de 2021 desde la cima de sus ganas de seguir. ¡Jallalla las mujeres de pollera!

Claudia Benavente es doctora en ciencias sociales y stronguista.