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¿Trabajador es igual a trabajadora?

Cada 1 de mayo se debaten las reivindicaciones laborales. Los días previos a esta fecha en Bolivia, el pliego petitorio de los trabajadores organizados copa la agenda pública. El incremento salarial, la actualización de la legislación en materia laboral y las obligaciones del empresariado privado para con la clase trabajadora, entre otros temas, se vuelven prioridad en el debate político. Pero también existen lugares, de esta materia, no habitados por la discusión formal, por ejemplo, la pregunta ¿trabajador es igual a trabajadora?

A pesar de que ya es una batalla conseguir que el 1 de mayo sea denominado “día del trabajador” y no “día del trabajo”, aludiendo a la cualidad humana y el contenido de clase de esta fecha, la pregunta anterior no ingresa en ese campo. La pregunta, pues, no refiere a la nomenclatura ni tampoco pretende divagar en términos de lenguaje inclusivo. La pregunta busca poner en evidencia el estado de desigualdad que persiste en las sociedades actuales, incluida la boliviana, donde ser una “trabajadora” sigue siendo una cuestión mucho más difícil que ser un “trabajador”.

Por si todavía no se entiende la necesidad de perseguir la igualdad, puede ser de mucha ayuda recordar que la doble jornada laboral que cargan sobre su espalda las mujeres trabajadoras aún está encubierta.

En tiempos actuales, en los cuales las mujeres ocupan en importante porción el espacio laboral por fuera de los hogares todavía se desconoce, en términos oficiales, la carga que implica llegar a casa y continuar trabajando en sostener la vida cotidiana de un hogar. Las cifras oficiales todavía no reflejan con exactitud el aporte del trabajo doméstico al Producto Interno Bruto del país. Aún se desconoce empíricamente el uso del tiempo en los quehaceres del hogar. No está demás que la mayoría de los cuidados familiares, en una sociedad patriarcal, son responsabilidades que asumen las mujeres, mujeres trabajadoras.

Por otro lado, el debate de la brecha salarial que existe entre hombres y mujeres sigue siendo un gran pendiente en Bolivia. De hecho, según ONU Mujeres, en el país los hombres ganan 47% más que las mujeres, por realizar el mismo trabajo y poseyendo la misma formación técnica o profesional. Esta institución maneja datos que hacen que la preocupación por la brecha en Bolivia sea aún más intensa, pues el país estaría 23 puntos porcentuales por encima de la media global en esta materia. Cabe mencionar que el problema puntual habita por excelencia en las empresas privadas y en la economía informal.

Pero la administración pública, que es un importante lugar de trabajo, tampoco está libre de ser un espacio desigual para las mujeres trabajadoras, respecto de los hombres. Aquí, si bien no se registra brecha salarial, se evidencian importantes diferencias en la ocupación de cargos de responsabilidad y de decisión en manos de mujeres. Aunque la participación política de las mujeres en Bolivia, sobre todo en el ámbito legislativo, hoy sea paradigmática para el mundo, todavía no se ha logrado el reflejo de este fenómeno en las entrañas del aparato público.

Los esfuerzos normativos para combatir las desigualdades de las cuales son víctimas las mujeres trabajadoras han sido muy importantes; sin embargo, aún la realidad no alcanza a ser modificada en la magnitud que debiera. Hoy en día siguen registrándose cientos de casos de violencia y discriminación contra mujeres trabajadoras, por ejemplo por embarazo, maternidad o lactancia. Especialmente en el ámbito privado, muchos de los derechos de las mujeres trabajadoras, consignados en la Constitución Política del Estado, en los tratados internacionales y en la normativa nacional vigente, siguen siendo vulnerados.

En pleno 2021, cuando la humanidad habita un mundo intensamente globalizado, es evidente que no es igual ser trabajador que ser trabajadora. Las mujeres reciben salarios menores, acceden a menor cantidad de puestos de decisiones o gerenciales, son discriminadas y acosadas sexualmente en una proporción estratosféricamente superior a la que lo son los hombres. Y por si fuera poco, aquel cuento que decía que el obrero explotado llega a casa a explotar a la obrera con la que convive, tristemente, no es solo un cuento.

Valeria Silva Guzmán es analista política feminista. Twitter: @ValeQinaya.