Trabajadora y trabajador
El 1 de mayo la clase obrera internacional nuevamente, y como todos los años, sale a las calles a marchar, para volver a dejar establecido que las luchas proletarias continúan. Una de las trampas machistas de los análisis políticos, de nuestros compas, es hablar en un supuesto masculino incluyente, “el proletariado”, que invisibiliza la memoria de lucha de las mujeres.
El 1 de mayo recuerda que en 1886 se produce una huelga en Haymarket, en Chicago (Estados Unidos). Por las ocho horas laborales mucha gente es apresada y cinco compañeros son ejecutados, acusados —sin pruebas contundentes— de poner una bomba que mató policías. Es el momento en que la clase trabajadora propone la división del día de 24 horas en tres partes: 8 horas para el trabajo, 8 horas para el sueño, 8 horas para la casa. Son luchas que hasta hoy nos convocan al análisis y la reflexión.
Por eso quiero traer a la memoria de las luchas de la clase obrera a nosotras, las mujeres, a quienes no nos regalaron nada como trabajadoras, las mujeres luchamos cada una de nuestras conquistas, las condiciones laborales, las horas de trabajo semanal, el salario, entre otras.
El 8 de marzo de 1857, es decir, 29 años antes del 1 de mayo de 1886, las mujeres llamadas garment workers, que eran trabajadoras textiles de Nueva York, organizaron una huelga que pedía salarios justos y condiciones más humanas para el trabajo, y fueron brutalmente reprimidas y detenidas; dos años más tarde organizarían su sindicato. El 8 de marzo de 1908, 15.000 mujeres tomaron nuevamente las calles de Nueva York para luchar por el sustento económico de la vida y por la calidad de vida, esto se simbolizó en la consigna “Pan y rosas”. La tragedia del incendio del 25 de marzo de 1911, cuando murieron 123 mujeres jóvenes y niñas, y 23 hombres, logró la reducción a 54 horas semanales de trabajo y seguridad contra incendios en las fábricas (recordar que hoy son 48 horas semanales, teóricamente).
El aporte histórico que el marxismo hizo y hace a la humanidad con el análisis de las relaciones capitalistas de producción es, sin duda, un instrumento en las luchas de los pueblos, pero será necesario que los hombres de la clase obrera, los intelectuales de la clase obrera, puedan dar un salto cualitativo, aquel que forma parte del método dialéctico del materialismo histórico, que tanto pregonan, y así puedan finalmente entender que las mujeres somos la mitad del pueblo trabajador, la mitad de los procesos revolucionarios de la humanidad, la mitad de los problemas que día a día enfrentamos como pueblo trabajador, pero también somos la mitad de las propuestas de soluciones. Es imprescindible erradicar el machismo.
Paradójicamente, mientras el 1 de mayo es un día de lucha, el 8 de marzo es la celebración del “día de la mujer” y se nos regala chocolates, rosas y peluches… ¡uff! Cómo se destroza la memoria de las luchas de las mujeres y esto con complicidad de la clase proletaria. ¡¡Jallalla proceso de cambios revolucionarios!!!
Julieta Paredes es feminista comunitaria.