¿La Historia, cuenta el pasado?
Arthur Danto, en su primer libro Analytical Phylosophy of History introduce la tesis de la “asimetría cognitiva”, que podemos resumirla de la siguiente manera: accedemos al conocimiento de eventos sucedidos después y a veces mucho después de que hayan sucedido. Si nos situamos en la Navidad de 1642 en Woolethorpe (Lincolnshire, Inglaterra) no podemos decir: hoy está naciendo Isaac Newton, el autor de los Principia. Aunque hoy podemos decir que es cierto —o creemos que es cierto, pues no estamos en 1642 y tenemos que creer en la buena fe del historiador y su historiografía—, no podemos decir lo mismo el 25 de diciembre de 1642, porque ese bebé recién nacido —bajo el supuesto que, cuando lo decimos, efectivamente haya nacido— aún no se llama Isaac y lógicamente no ha escrito aún los Principia. Danto reflexiona que la posibilidad de alcanzar descripciones verdaderas y significativas del pasado solo se consigue después del evento, es decir, no podemos saber cuáles serán, para los historiadores del futuro, los eventos relevantes de nuestro presente, no podemos saber qué eventos reescribirán para concatenarlos con otros que están por suceder. Entonces, nuestro presente, que en un futuro será pasado, puede diferir de sí mismo, puede ser incluso disuelto a través de una reactualización del mismo.
Lo señalado nos lleva a un escepticismo verificacionista, es decir a la imposibilidad de saber si un enunciado sobre un hecho pasado sea verdadero o falso, debido a que por principio no podemos tener experiencia del pasado sino solo del presente, es decir que los enunciados del pasado no tienen significado, no son verificables en el pasado sino solo en el presente. Accedemos al pasado a través del presente, y allí el historiador tiene una ventaja, pues posee el conocimiento de eventos posteriores al suceso que desea narrar y, en consecuencia, puede seleccionar ciertas líneas temporales y desestimar otras de acuerdo a los intereses de su presente.
De acuerdo con Arthur Danto, toda organización del pasado en estructuras narrativas temporales, sean diacrónicas o sincrónicas, no se reduce al establecimiento de una conexión sino de una significación. El historiador busca significar algo, esto es, busca respuestas a intereses cognitivos significativos para el presente de una comunidad de la cual el historiador es parte. Pero acaso ¿no es esta la función principal de la ideología? Es decir, ¿no es parte de la ideología reinscribir un acontecimiento histórico en la lógica del orden existente? Si la respuesta es afirmativa, y yo creo que sí lo es, las narraciones de la Historia nos presentan también la pérdida del tiempo originario, es decir la pérdida del pasado a condición de su interpretación en el presente y su función, como relato en el futuro.
Farit Rojas T. es abogado y filósofo.