No hay vacunas en el Mall Center
Tampoco hay vacunas en el supermercado. Pero bueno, si no hay vacunas en el mall ni en el súper, ¿dónde podemos comprarlas? Los más acaudalados pueden darse una vuelta por algunas ciudades de Estados Unidos y conseguir su dosis. Pero esa es una salida individual. Legítima, pero sin ningún criterio de sanidad pública. El problema de las pandemias es que la sanidad pública se convierte en un problema de sanidad global.
La adquisición de vacunas tiene como primera barrera el tamaño del contrato. Vale decir, que si yo quiero comprar un lote de vacunas para mi comparsa/fraternidad/ asociación/sindicato, no lo voy a lograr porque, en primer lugar, los convenios para la adquisición de vacunas se hacen por lotes de millones.
Una segunda barrera para la adquisición de vacunas es la capacidad global de producción. Es decir que si yo quiero, por ejemplo, comprar un cuarto o un medio o un millón entero de vacunas para mi municipio o departamento, no lo voy a lograr porque seguramente voy a tener que estar en la cola de los gobiernos que están esperando por detrás de la Unión Europea, por ejemplo, que hasta ahora ha recibido solo 70 millones de las 180 millones de dosis que AstraZeneca se comprometió a entregarle. De acuerdo con una nota de la BBC, el ente supranacional está considerando llevar a juicio a la farmacéutica.
En efecto, los países que lograron lotes significativos de vacunas lo lograron mediante acuerdos gubernamentales. Vale decir, que los gobiernos nacionales pusieron en marcha sus mejores armas de negociación y diplomacia internacional para pre-acordar con las farmacéuticas las cantidades de dosis para su población. Algunas farmacéuticas incluso firmaron contratos antes de tener su producto testeado masivamente y aprobado para producción industrial.
Asumo que estos pre-acuerdos fueron más fáciles para los países como EEUU, Alemania y otros, que financiaron como gobierno el desarrollo de las vacunas. Estos gobiernos lograron precomprar cantidades de vacunas suficientes para dos y hasta tres veces su población. En todo caso, Chile, que es un ejemplo para muchos compatriotas, empezó sus negociaciones en agosto de 2020. Recordemos que en ese momento, Bolivia estaba recién consolidando la fecha de la elección nacional.
Una particularidad que hace aún más compleja la segunda barrera, es la proliferación de cláusulas confidenciales en los acuerdos entre gobiernos y farmacéuticas. De hecho, una de esas cláusulas en el acuerdo entre el Reino Unido y AstraZeneca podría estar detrás del incumplimiento del contrato con la Unión Europea.
Finalmente, tenemos una barrera más estructural —ya no para la compra, sino para el acceso a las vacunas—. Se trata de las patentes. En las últimas semanas ha habido un movimiento importante en favor de la liberación de las patentes de las vacunas; más de 100 países están presionando en la Organización Mundial de Comercio para aprobar una suspensión temporal de las patentes mientras dura la pandemia. Pero los EEUU y Europa se oponen. Especialistas en salud pública señalan que poner trabas a la diseminación de las vacunas a escala global supone un riesgo para los países desarrollados pues, incluso contando con su población vacunada, la aparición de nuevas cepas en diversas regiones puede desarrollar nuevas oleadas de contagios.
De momento, casi todo apunta a que los gobiernos de los países desarrollados protegerán los intereses comerciales de las farmacéuticas que desarrollaron las vacunas a costa de sus respectivos Estados. Una pequeña luz de esperanza se abrió recientemente con el anuncio de que la administración estadounidense podría dar paso a la suspensión de las patentes… pero aún no es una decisión tomada.
De manera que, si su fraternidad/sindicato/ federación/asociación/comparsa/ municipio/gobernación no puede comprar vacunas, básicamente es un problema causado por los gobiernos de los países que reservaron centenas de millones de dosis ya desde el año pasado, que impiden la liberación de las patentes y que se bloquean —incluso entre ellos— el aprovisionamiento de vacunas.
Pablo Rossell Arce es economista.