Inseguridad pandémica
Según los últimos diagnósticos económicos de la región, la pobreza extrema se ha incrementado en 18%. Las causas más importantes son la pandemia y, en el caso boliviano, el golpe que paralizó las inversiones públicas, la corrupción que se sigue develando, entre otros factores como los mercados para la exportación y el contrabando.
Al mismo ritmo ha crecido la delincuencia y los trastornos psicológicos en las poblaciones del mundo. Hace una semana sufrí el robo de mi viejo automotor que me acompañó tres lustros, su valor monetario no es expectable por su modelo, pero su valor afectivo es mucho mayor: en ellos conduje a mucha gente y allí fueron creciendo mis hijos. Como no quería perderlo, hice lo que cualquier ciudadano haría, recurrí inmediatamente a la Diprove (Dirección de Prevención e Investigación de Robo de Vehículos) en Tembladerani, donde están registrados los automotores con el RUAT (Registro Único de Automotores) y cuya obtención es un laberinto de cuchillos afilados y látigos burocráticos.
Allí me atendió el suboficial J. Choque K., quien me dijo que antes de hacer la denuncia y obtener mi reporte de robo para alertar a las trancas de la ciudad, debía llevar mi testimonio de compra del primer dueño, de la casa importadora, pagos de impuestos, certificado de autenticidad, etc., etc. Regresé desconsolado a mi casa y en cinco horas logré reunir una carpeta de casi 50 hojas; mientras tanto los ladrones, con tanto tiempo a su disposición, ya podían pasar las trancas de Senkata o tal vez ya estaban en Oruro o Chile. Algunos días después, otra víctima me insinuó que dicho funcionario es cómplice de los auteros o ladrones de autos que pululan por la zona.
Cada vez que íbamos a buscar cámaras de seguridad, llegaban a ese cubículo semisubterráneo y con luces mortecinas a plantear nuevas denuncias de automotores lujosos y casi nuevos que desaparecían. Todas las víctimas sabemos que debemos “ayudar“ a nuestros agentes designados para que compren “material de escritorio” y hacer personalmente nuestra solicitud a los vecinos para grabar de sus cámaras de seguridad. Obtuvimos dos filmaciones (siempre nos pareció que esa labor corresponde a la Policía y no a las víctimas) y destacamos la solidaridad y buena voluntad de la gente que nos permitió ver a tres delincuentes que disponían de sus “campanas” o gente que vigila y al experto que destrabó el seguro y la puerta en menos de 10 minutos.
Si bien no hemos perdido la esperanza de rescatar nuestro viejo automotor, antes que lo descuarticen y lo vendan por partes en Puente Vela o la 16 de Julio, somos realistas y sabemos que no será fácil y tal vez, como en otros casos, aparezca de aquí a 10 años abandonado como chatarra en una ciudad minera, por su condición de carro khullu o duro para el trabajo. Ando buscando a mi viejo amigo “chacho plantado” o choro jubilado para que me otorgue un taxi o mensajero en el panóptico de San Pedro y pueda averiguar que “chacho firme” o ladrón activo me puede dar información fidedigna sobre mi automotor que puede estar oculto en un garaje, ya no podrán venderlo porque está “marcado” y solo pueden descuartizarlo.
Estas indagaciones me permitieron informarme de algo macabro, cuando una vecina nos relató sobre los nuevos “cementerios de elefantes” o los tugurios donde los alcohólicos beben hasta morir: Su hijo fue a beber con personas desconocidas, lo narcotizaron; despertó en un local donde pululaban alcohólicos jóvenes a los que no se permitía salir. Su hijo vio cómo uno de ellos murió y fue sacado por tres personas. Una hermosa chola les daba bebidas y los animaba cada vez que deseaban abandonar el local, en tanto los alimentaba precariamente. El joven novato logró escabullirse, luego de 10 días, de la espeluznante aventura. Fueron a buscar con la Policía el lugar y no encontraron nada. Es la nueva manera de reinstalar el tráfico de órganos humanos que está vinculado al narcotráfico: las víctimas nunca aparecen.
Los crímenes, asaltos y robos están a la orden del día. Cada semana se reportan feminicidios y los infanticidios ahora forman parte de las crueles estadísticas. Tenemos un Viceministerio de Seguridad Ciudadana. Estamos esperando su trabajo.
Édgar Arandia Quiroga es artista y antropólogo.