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Arquitectura, vivienda-evolución

Apartir de la multiplicidad de situaciones que se viven hoy, la arquitectura tiene el desafío de evolucionar no solo en la búsqueda de propuestas atractivas, sino que contengan una complejidad de cruce de fuerzas, cuyo resultado sea una obra significativa. Sabemos que las condiciones actuales no son las más alentadoras para un éxito rotundo. Esto gracias a la llegada de un virus que ha causado situaciones inteligibles, las cuales, empero, parecieran afirmar que la arquitectura debe enriquecerse y caminar por nuevas sendas, ya que la vida del habitante exige transformaciones y ello significa munirse de estrategias constructivas sin olvidar el aprovechamiento de energías limpias.

Cabe recordar que la arquitectura no es una escultura, sino el acontecimiento de espacios y volúmenes que logran resultados significantes, como son los espacios residenciales, de esparcimiento, diálogo y demás, que no solamente son útiles para elevar el valor de la ciudad, sino el disfrute del habitante que allí reside. Mucho más por la importancia y valor de continuidad, integración y conexión que hoy requiere el espacio habitacional y su relación amable con el exterior.

No nos referimos a que cada edificación esté conectada a un jardín o una plaza, sino que su vínculo sea con aquellos territorios relacionados hasta indirectamente con la naturaleza, la vida. Así, la arquitectura estaría concebida en el cruce de espacios que la componen y apoyada por la fuerza de lo tecnológico. Es indudable que para ello se tendrá que dejar atrás el programa tradicional.

Y viene la pregunta: ¿qué pasa con las zonas de bajos recursos? Éstas se caracterizan por estar en una ciudad, la cual debe saber entender que la vida humana dentro de esas pequeñas edificaciones requiere complementar sus necesidades espaciales, así como consolidar o ampliar sus lugares, por ejemplo, los residuales, a fin de convertirlos en útiles para el esparcimiento. Una realidad que lleve a buscar soluciones en aquellos territorios pequeños o medianos para que se conviertan en el lugar del acontecimiento.

Conviene aclarar que este artículo no trata de códigos estilísticos, sino de una mirada al futuro de la arquitectura referida a la vivienda y su relación con la ciudad. Tampoco se debe dejar de reconocer que el momento en el que vivimos nos mostró otras realidades, que posiblemente puedan repetirse o ampliarse en el futuro. Por tanto, logró revelar las grandes necesidades de la urbe y, lo mejor, nos acercó al futuro.

Y en cuanto a lo tecnológico, ya no se debiera tapar aquella herida que significa la falta de tecnología especialmente en la arquitectura y convertir a las edificaciones en eficientes.

Para ello, se debiera reflexionar sobre la necesidad de transformar las obras con pautas para el ahorro máximo de energía. En esa línea, es preciso señalar que el construir con criterios sustentables representa solo del 3 al 5% más de la inversión económica y que éste se hace visible hasta en materiales de acabados de una obra. Independientemente de aquello, es necesario sensibilizar a las personas sobre temas medioambientales que deriven en la toma de conciencia acerca del respeto y la necesidad de salvaguardar la naturaleza. Esto significa hacer entrar en cuenta a la sociedad de que requiere un nuevo vivir tanto en espacios cerrados como externos. Lugares verdes no solo recreacionales, también los entornos naturales que elevan el buen vivir del ciudadano.

Para finalizar, reafirmamos que este artículo no representa la manifestación de una construcción teórica de la transformación de la arquitectura del mañana, sino que fue escrito deliberadamente para iluminar la realidad que, pareciera exigir el nuevo vivir.

Patricia Vargas es arquitecta.