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El tren Arica-La Paz es prioritario para Bolivia

Bolivia heartland necesita gravitar en el Pacífico y para ello debe contar con todos los medios de transporte posibles, que alivien nuestro enclaustramiento. Se requiere del transporte aéreo, fluvial y terrestre, por carretera y, obviamente, la vía férrea. La reanudación de servicios de transporte de carga por ferrocarril entre La Paz y Arica, luego de varios años de suspensión, no puede ser rechazada por los bolivianos bajo ningún argumento.

Cuando se anunció la prueba técnica del tren entre Arica y Viacha, el sector empresarial se mostró optimista por esta nueva alternativa de transporte que permitiría mejorar la competitividad de la producción en el mercado internacional, al abaratar sus costos en logística de transporte multimodal. En reiteradas oportunidades se ha mencionado que el país tiene la necesidad de incrementar sus exportaciones, para generar las divisas que necesita. En condiciones adecuadas, el sector privado puede elevar las exportaciones de minerales, alimentos, productos agroindustriales y manufacturados, y también desarrollar las importaciones para atender una creciente demanda en el mercado nacional; el desempeño logístico será positivo para lograr estos objetivos.

El ferrocarril Arica-La Paz es fruto del Tratado de Paz y Amistad firmado entre Chile y Bolivia, luego de la Guerra del Pacífico. Con esta vía férrea, Chile trató de compensar en algo la mediterraneidad a la que obligaba al país; su construcción empezó en 1906 y terminó en 1913. Fue muy anterior a la construcción de la carretera Patacamaya-Arica y por décadas fue el único medio de transporte que nos vinculó con el puerto en Chile. Resulta inconcebible que el sector del servicio internacional de carga pesada se oponga a su reactivación, porque considera que este centenario medio de transporte atenta contra su fuente de empleo.

El tren no solo mejorará el flujo de cargas, permitirá regular las tarifas y, lo más importante, descongestionará el puerto de Arica, reduciendo costos adicionales de despacho indirecto y pago por demoras a las navieras. Permitirá devolver los contenedores vacíos antes de los 21 días y así bajarán los pagos por demoras. Antes de decidir si se mantiene o suspende este servicio, sería recomendable que a las negociaciones con representantes de los transportistas sean invitados los dueños de la carga, los empresarios, para que puedan expresar sus puntos de vista y sobre todo sus necesidades, ya que tienen derecho a escoger qué medio de transporte desea utilizar. Ningún monopolio es bueno.

Ferroviaria Andina no necesita autorización para operar el tramo Charaña-Viacha, en virtud a que tiene un contrato vigente con el Estado. Pero, es importante señalar que esta empresa transportaría 320.000 toneladas anuales, de ida y de vuelta. Arica mueve, en promedio, 2 millones de toneladas de carga boliviana, el ferrocarril transportaría máximo el 16% de la carga de Arica. La eventual reactivación formal del tren no dejará sin empleos a los transportistas. Aparte, el camión tiene muchas ventajas: recoge la carga desde origen y la deja en la puerta de la planta o almacén, los riesgos son menores al no haber trasbordo. El transporte terrestre es muy apetecido por las condiciones mínimas de manipuleo, pero es necesario tener la alternativa del ferrocarril.

Para que los planes de reactivación económica no parezcan solo discurso, el Gobierno debe promover precios justos en el transporte; tecnificar instituciones como la Aduana, Senasag, ASPB; habilitar zonas de soporte logístico, puertos secos y una reglamentación que permita promover el comercio internacional.

Rolando Kempff es economista, presidente de la CNC y miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas.