Biodiversidad, socio indispensable
Somos biodiversidad; de las más de 8,7 millones de especies que habitan el planeta Tierra, la especie humana es tan solo una entre millones. Después de siglos de investigación, solo conocemos un 14%, por lo que un 86% de las especies todavía no han sido descubiertas.
El desconocimiento de especies es solo la punta del iceberg, mientras el ritmo de extinción siga en incremento, jamás precisaremos cuánta biodiversidad existe o existió, y menos su complejidad ecológica y verdadero valor. La depredación de los ecosistemas y su biodiversidad avanza más rápido que su descubrimiento científico.
Selvas tropicales como la Amazonía son laboratorios evolutivos de biodiversidad. La salud del planeta depende de este gran pulmón verde y del estado de su biodiversidad. Según la revista especializada Conservation Biology, actualmente la tasa de desaparición de especies es mucho mayor en mil veces más de lo que sería normal, a futuro podría incrementarse en 10.000 veces más.
Los insectos son fundamentales en la funcionalidad de los ecosistemas, hoy desaparecen por plaguicidas, contaminación y cambio de uso de suelo. Según la FAO, tres de cuatro cultivos destinados al consumo humano dependen de las abejas por la polinización. Si bien existen muchos polinizadores (mariposas, murciélagos, colibrís), ninguno es tan incansable como las abejas, una sola puede visitar hasta 7.000 flores al día; su desaparición sería una verdadera catástrofe para la biodiversidad y para nuestra alimentación. Más del 25% de las 20.000 especies nativas de abejas no han sido vistas desde 1990, esto podría indicar un declive o la extinción.
La Tierra atravesó cinco procesos de extinción, más del 90% de las especies pereció, pero la naturaleza siempre fue capaz de reorganizarse y reproducirse de forma distinta en sus ecosistemas. Después de cada gran crisis, la naturaleza se reorganizó. Estamos en la sexta extinción, el humano es capaz de corregir esto. En el pasado no hubo una especie tan dominante como nosotros. La pérdida de biodiversidad provoca la desorganización de los ecosistemas hasta provocar el colapso, entonces estaremos en un punto de no retorno.
Los vínculos entre biodiversidad y bienestar son muy estrechos. Debemos gestionar el territorio de la mano de la conservación de la biodiversidad. El divorcio entre ciencia y política ha frenado mirar a la biodiversidad como un cultivo económico. No se aprovecha la capacidad productiva natural de los ecosistemas en la planeación del desarrollo; la biodiversidad es interpretada como obstáculo.
La biodiversidad es el corazón de nuestro planeta. A medida que la mancha urbana crece, nuestra conexión con la naturaleza se hace critica. La protección per se no es suficiente, es necesario instrumentos que estimulen ir en esa dirección. Una economía basada en conservación de áreas silvestres es sinónimo de sostenibilidad. La biodiversidad ha definido nuestra cultura y medios de vida. Bolivia es una potencia en biodiversidad, nuestra resiliencia climática depende de su conservación. El desarrollo y la conservación requieren ser socios indispensables, de lo contrario estamos arriesgando nuestra seguridad alimentaria, seguridad hídrica, y futuro como humanidad.
Cuidar de la biodiversidad es una responsabilidad colectiva. Es un tesoro abundante pero muy frágil. Cultivamos, consumimos y nos inspiramos gracias a la biodiversidad, es nuestro mayor patrimonio natural. Somos biodiversidad y somos parte de la solución.
Marlene Quintanilla es directora de Investigación y Gestión del Conocimiento de la FAN.