Por los jóvenes
El coronavirus, a diferencia de mayo de 2020, ahora amenaza a los jóvenes, quienes se contagian en un número alarmante, con graves consecuencias sobre su salud y su vida. El año pasado los mayores de 60 debían quedarse en casa temerosos, custodiados por sus hijos, nietos o cualquier miembro de la familia que no lleve inscrito el dato de “indefinido” en su carnet de identidad. En el mundo entero los adultos mayores padecieron de soledad, abandono, encierro y en algunos casos dejaron de ser candidatos a una cama de hospital si delante había alguien más joven que necesitaba atención.
A esta altura de 2021 un gran número de personas mayores de 60 e incluso de 50 años están vacunadas con ambas dosis. En su momento acudieron como pudieron para conseguir la vacuna. Se inmunizaron a insistencia de sus hijos o por decisión propia, a pesar de tener que ir en la madrugada a realizar la fila frente a sus seguros, muchos de ellos vencieron con ayuda o sin ella, su registro vía internet en un teléfono inteligente que no siempre era de su propiedad o la laptop del nieto, que manejada diestramente por el menor sirvió para que los abuelos tengan una cita en la fila de la vacuna.
A esta altura del año, la tortilla se dio la vuelta, ahora son abundantes los mensajes, las llamadas telefónicas para pedir medicinas, plasma, lugares en los hospitales con terapia intermedia o intensiva, para jóvenes menores de 50 años. Son los hijos o hijas de los adultos mayores que se están contagiando. Son las personas económicamente activas con las que el virus se ensaña de forma agresiva.
A principios de marzo, autoridades de salud advirtieron que la variante brasileña del coronavirus ya estaba en el país, entonces hicieron notar que atacaba a las personas más jóvenes, incluso menores de 15 años. A esta altura se conoce que esas advertencias son ciertas. Los hospitales están colapsados, no hay unidades de terapia intermedia, tampoco intensiva, la tercera ola está arrasando.
Ante esta realidad fue acertada la medida de vacunar a los mayores de 40 años. Para junio, sin precisar la fecha, se anunció la llegada de un millón de vacunas de Sinopharm, esas dosis deberían aplicarse a los mayores de 30 años. También se debería vacunar en los centros de trabajo donde su personal es más joven aún, como bancos, entidades públicas y educativas, o aquellas que están abiertas a la atención de público.
Es momento de cuidar a los más jóvenes, de pedirles que tomen todas las medidas de bioseguridad, como ellos lo hicieron con los adultos mayores. Es momento de persuadirles para que desistan de acontecimientos sociales, fiestas clandestinas y cualquier otro evento donde no exista distanciamiento social. Es momento de velar por toda nuestra juventud, de batallar contra el virus tomando medidas a nivel nacional que rebajen el nivel de contagio.
Lucía Sauma es periodista.