El reto de restaurar
De acuerdo con la Global Forest Watch (https://www.globalforestwatch.org/map/), entre 2000 y 2020, Bolivia perdió aproximadamente 6,2 millones de ha de cobertura vegetal natural (áreas con algún tipo de aprovechamiento que no modifica drásticamente su estructura, y áreas sin ningún tipo de aprovechamiento registrado), de las que el 49,6% correspondían a bosques primarios (áreas sin ningún tipo de aprovechamiento previamente registrado).
Históricamente, en este periodo, 2019 se constituye en el año con mayor pérdida de cobertura natural (860.000 ha) y primaria (290.000 ha), pues, para tener una idea del impacto, estos datos son equivalentes a la pérdida de 2.358 ha de cobertura natural por día, de las cuales 796 ha fueron bosques primarios.
Si bien en 2020, debido a las limitaciones causadas por la pandemia del COVID-19 y el contexto sociopolítico del país, la pérdida de la cobertura natural disminuyó en un 50% con relación a 2019 (432.000 ha), no deja de ser altamente impactante y preocupante, ya que este año fue cuando se registró la segunda pérdida de cobertura primaria más grande en los últimos 20 años (277.000 ha); pero además, al ingresar a zonas antes no exploradas, existe la posibilidad de abrir la caja de Pandora, tal como ya lo ha demostrado el coronavirus y previamente el arenavirus.
La reducción de la cobertura vegetal no solo implica la pérdida de nuestra biodiversidad, sino también la pérdida de los sumideros de carbono (principal mitigante de los efectos del calentamiento global) y la liberación masiva de Gases de Efecto Invernadero (GEI), lo cual en Bolivia durante los últimos 21 años superó los 2.685 millones de toneladas de CO2, por lo que, como país, solo para la gestión 2019, cada boliviano habría sido responsable por la liberación de 25 toneladas de CO2. La creciente pérdida de la biodiversidad y la reducción de los sumideros de carbono parecen ir contrarruta con relación a los compromisos de Bolivia ante la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC), así como con el cumplimiento de los objetivos y principios del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB).
Como ciudadanos sabemos y entendemos que la producción de alimentos es altamente relevante para alcanzar y mantener una buena calidad de vida, siendo un derecho de todos (artículo 16 de la Constitución Política del Estado). Sin embargo, ¿será que el actual modelo de desarrollo productivo de Bolivia coincide con el modelo del “Vivir Bien en equilibrio y armonía con la Madre Tierra”? El 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente, se dio inicio al Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de Ecosistemas (2021-2030), teniendo como objetivo prevenir, detener y revertir la degradación de los ecosistemas en todos los continentes y océanos, de esta forma ayudar a erradicar la pobreza, combatir el cambio climático y prevenir una extinción masiva. Por tanto, esta es una oportunidad para que, como país podamos curar el daño que hemos causado a la Madre Tierra: #Reimagina #Recrea #Restaura #GeneraciónRestauración.
Daniel Villarroel es subgerente de Investigación y Monitoreo de Ecosistemas de la FAN