Entre broncas
Una de las características del proceso de cambios revolucionarios en Bolivia es que convive la multiversidad de expresiones y concepciones respecto a cómo construir el “vivir bien” en nuestro territorio. Estas multiversiones de cómo caminar el suma qamaña tendrán, en diferentes momentos, acuerdos, diálogos, encuentros, disputas y broncas. Todos elementos que no deberían significar una pugna por el poder, como ejercicio de imposición de una “verdad”, porque eso sería mentir y traicionar a quienes construimos esperanzas.
En la presencia de las escuelas políticas “evistas” y “choquehuanquistas” se está levantando un binarismo maniqueo muy peligroso, que pretende atrincherarnos para destruirnos mutuamente y eso no lo vamos a permitir como feministas comunitarias de Abya Yala, organización que nos representa.
Por un lado, están las críticas a la rosca alrededor del hermano Evo, se le acusa de estar rodeado de k’aras. Decimos nosotras: pues con blancones clasemedieros también vamos a construir Bolivia y con todos los terribles errores políticos que tuvieron, como proponer capitalismo andino o convertirnos en clasemedieros/ as mestizos —solo por haber mejorado nuestra calidad de vida— o por tener como interlocutores privilegiados a los empresarios en vez de las organizaciones sociales. En fin, el pragmatismo ideológico y el funcionalismo en la administración del Estado Plurinacional fueron algunos graves errores, sin embargo y a pesar de ellos hemos caminado con nuestro proceso de cambios, en medio de poderes internacionales y un planeta globalizado por el capitalismo y la hegemonía patriarcal colonial y burguesa eurocéntrica.
El hermano David está acompañado por hermanos indígenas originarios, pero a la vez hoy está rodeándose de una rosca de pachamamistas, de ONG feministas golpistas y racistas, intelectuales oportunistas, ambientalistas anti Evo, que en común vociferan el discurso contra Evo. En la explicación del hermano David está que “hay que oír a los contrarios”. Sí hay que oírlos, pero no promoverlos y difundirlos. Hay que tomar posición frente a ellos y ellas. Y el odio al hermano Evo no es el lugar para hacer aliados.
¿Qué tienen en común nuestros hermanos Evo y David? Pues el hecho que es una pelea de machos, donde las mujeres de las organizaciones sociales —que no se llunkean— no cuentan. La alianza de mujeres de las organizaciones sociales está después de las ONG feministas golpistas y racistas, después de intelectuales, clase media blanca y después de todos los hombres que están en sus entornos. ¿Cuál equilibrio chacha-warmi? Ninguno.
Entendemos las broncas, no somos angelitos ni angelitas que no sienten rabias por conductas contrarias a la ética, pero no es sano hoy alimentar un caudillismo binario, ni odios. Necesitamos escuelas para la formación política de manera de descolonizar y despatriarcalizar la administración del Estado y la vida cotidiana. El feminicidio de hermanas mujeres a manos de hombres indígenas y de la clase trabajadora no es de su preocupación, no les escuchamos pronunciarse y actuar, uno como vicepresidente, y otro como líder del MAS, organización política que reúne a la mayoría electoral en Bolivia.
Julieta Paredes es feminista comunitaria.