Radiografía necesaria
Las diferentes corrientes ideológicas dentro la derecha desde la Revolución del 52 siempre alternaron y cogobernaron en democracia y en dictadura, fueron permanentemente oficialistas, aquella práctica les dio un sentido de propiedad sobre el Estado y la sociedad boliviana.
Definían sus tiempos en el gobierno porque provenían de una matriz: el nacionalismo y luego el neoliberalismo eran sus grandes paraguas que les cobijaba y tuvieron la venia imperial.
Su presencia era interminable en el poder, el trípode partidario (MNR, ADN, MIR) que les permitía en la democracia contemporánea distribuirse el poder, sus beneficios y tenían sus debilidades temporales. Para superar ese déficit electoral recurrieron a organizaciones políticas temporales que nacieron al calor electoral como Condepa, UCS, MBL, NFR; les fueron útiles, pero además se sintieron importantes porque también usufructuaban el poder a su medida.
En 1985 nos vendieron un modelo que era un proyecto importado e impuesto a todo el continente, le dieron el color y el eslogan partidario que necesitaban para presentarse como los abanderados de una época. Sus voceros principales que le daban el rostro intelectual, académico y mediático eran los Mesa, Toranzo, Lazarte, Grebe, Bonadona, Arias, etc. Nos hablaban de la modernidad, de la globalización y la incorporación de Bolivia al mundo.
Su modelo y los actores del poder empezaron a naufragar, cada uno y una empezó a agarrarse de la rama que le permita estar a flote, unos y unas se volvieron analistas, asesores, los demás decidieron fundar en cada elección frentes electorales, otros atrincherarse en gobernaciones y municipios para proclamar (desde allí) la buena nueva.
Sustituyeron la ideología con el eslogan mediático, llegaron a sus crisis obsoletos y empezaron a envejecer, sin embargo en cada elección se enmarcaron de renovación, se volvieron oposición no solo porque se oponían al nuevo horizonte de vida que representaba lo nacional popular plurinacional, sino porque el voto democrático de todo el pueblo los volvió en reliquia del viejo Estado republicano, liberal, colonial.
En 2019 creían reinventarse en la estrategia política del fraude, se sintieron realizados en el golpe de Estado, tocaban la gloria con cada acto de violencia banal porque tenían la bendición de las iglesias evangélicas, de la nobleza eclesial, la protección de la Policía, la Fuerza Aérea sobrevolaba los cielos de los pueblos rebeldes, el Ejército sacó sus tanques a desfilar, amedrentaban, disparaban, regaban terror, pero fue la gloria que el golpe les dio.
Volvieron a recuperar el poder por la vía de la violencia que el pueblo les negó por decisión democrática desde inicios del siglo.
Todos y todas eran oficialistas, volvieron a su redil del siglo pasado, cada uno a su modo se sentía el abanderado del triunfo y el heredero del poder, pero la titularidad del Estado no se hereda, se gana en cada voto, porque cada voto representa sentimiento, pasión, esperanza, ilusión y sueños. Ese es el valor de la democracia, porque el pueblo habla en el momento que estampa su sello en cada papeleta electoral.
Tuvieron su tiempo que lo dilapidaron en corrupción, masacraron, encarcelaron, torturaron, detuvieron al pueblo que solo enarbolaba su wiphala. A través de la violencia nos confiscaron la democracia.
A los que usurparon y usufructuaron del poder el tiempo se les agotó, el pueblo con olor a tierra, a pollera, diverso, pluri, se movilizó en agosto (cuando se fundó la Patria) para exigir su derecho de decidir-elegir e impuso la fecha de vencimiento del gobierno de facto. En este mes era para octubre, el octubre del asesinato del Che en 1967, de la nacionalización de los hidrocarburos liderado por Marcelo Quiroga en 1969, la recuperación de la democracia de 1982, de la derrota y huida de Sánchez de Lozada en 2003, de la aprobación de la Ley de convocatoria a referéndum para aprobar la CPE elaborada en la Asamblea Constituyente en 2008; es el mes de nuestra historia, el 18 de octubre era el tiempo que el pueblo habló con el corazón y recuperó el gobierno.
Hoy las diferentes derechas son solo retórica nostálgica, su eslogan del fraude se agotó, su mayor logro de ser oposición es oponerse al logotipo del Gobierno e ir a Estados Unidos para reunirse con la OEA y Almagro para recibir consejos; sus dos principales figuras políticas: Mesa deambula entre la autovictimización y el silencio cómplice, Camacho se agotó en su violencia discursiva, ahora es solo un administrador sin brillo de la gobernación.
Ese es su límite político en democracia, forzarán nuevos escenarios de violencia, pues es su única forma de existir públicamente.
César Navarro Miranda es exministro, escritor con el corazón y la cabeza en la izquierda.