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Realidades en una ciudad: La Paz

En los últimos tiempos, La Paz fue entendida como una sociedad poco homogénea, sin embargo, el habitante en general muestra distintos valores y uno de ellos es la lucha por la existencia, la cual en muchos casos no deja de sorprender por los talentos que la acompañan. Una especie de preludio en la vida de una sociedad por demás trabajadora, a la que no le faltan aciertos, pero tampoco contradicciones.

Lo triste es comprobar que en este 2021 esta sociedad está limitada no solo en sus ideales, sino que éstos se traducen en una especie de ansiedad por que termine de una vez el tiempo sanitario y comencemos a progresar, a desarrollar los sueños que aún se conservan. Lo destacable es que a pesar de la pandemia, la población aprendió a enfrentar la vida con valentía.

Un espíritu de lucha que posee todo habitante de esta urbe, quien a pesar de una infinidad de problemas siempre logra impulsar su trabajo en nuevas direcciones, pues sus metas exigen una labor reinventada y creativa para enfrentar la nueva realidad que vive el planeta.

Empero, no cabe duda de que lo primordial y decisivo en este momento es la conservación de la salud, no solo porque el virus se ha llevado a cientos de personas, sino porque la vida exige ser preservada si la gente quiere seguir proyectándose al mañana.

Lo inquietante es que en paralelo y con mayor intensidad aparece la ciudad subterránea, la que hoy cuenta con un mayor número de adeptos, seguramente como resultado de la realidad económica que vivimos, aunque no faltan los asiduos a la vida desordenada.

Una realidad que no deja de ser preocupante porque esa otra parte de la sociedad tiene una vida fustigada. Lo llamativo es que pareciera haber decidido instalarse en la periferia o vivir en pequeños ghetos, los cuales se encuentran escondidos por doquier y hacen lo imposible por pasar desapercibidos.

Además, se debe considerar que las duras realidades (falta de circulante, oportunidades de trabajo, entre otros) están produciendo un fuerte abandono de esta ciudad, ya que es mucha la cantidad de personas que se traslada a otras urbes, especialmente jóvenes, en busca de proyectar su futuro. Una ambición comprensible de todo ciudadano y sobre todo de la juventud.

Lo lamentable es que, según los especialistas, aún no atravesamos la peor etapa de la pandemia (la variante Delta) y se desconocen las consecuencias que traerá consigo.

Pese a esa situación, está claro que esta ciudad requiere de nuevas motivaciones. Nos referimos a hechos que están limitando la dinámica de la urbe productiva que fue y no solo la tendencia a multiplicar la llegada y venta de productos externos. Vale decir que lo fundamental del momento debiera ser reflexionar acerca de que La Paz recupere el liderazgo en el país, como lo hicieron nuestros antepasados.

Ciertamente, no faltan los escritos que miran al futuro con esperanza y para ello es necesario tocar otras realidades externas. La idea no es que se las imite, sino que sirvan de referencia para que los nuevos tiempos estén cargados de otros conocimientos y experiencias, “sin olvidar nuestra esencia pero proyectada al futuro”.

Patricia Vargas es arquitecta.