Brujas y monstruos
En los actuales momentos políticos en los que se están moviendo muchas cosas en nuestro país, por decir, se mueven decisiones en el Gobierno, en las organizaciones sociales, en el MAS, en nuestros cuerpos, en nuestras mentes y en nuestros corazones, tenemos que lograr que estos movimientos que hacen a esta nueva etapa del proceso de cambios construyan a pesar de la pandemia y a pesar de los fachos “pititas” que siguen y siguen vociferando y complotando, ciertamente no se cansan de arruinar Bolivia.
En estos momentos será necesario reflexionar y desenmascarar uno por uno los pensamientos y comportamientos que nos están haciendo mucho daño. Uno de ellos es el purismo moralista, que se expresa en la creación de monstruos.Es una antigua artimaña inventada para perseguir a rivales políticos o enemigos con pensamientos revolucionarios; esas conductas manipuladoras están presentes a lo largo de la historia, pero en la etapa donde más se desenmascararon en su origen oscurantista y cruel fue en la Edad Media, con la inquisición que enarbolaba la pureza cristiana, y decían que tenían a dios como aliado. Se mató a muchos hombres, pero con el asesinato de miles de mujeres sabias y autónomas, estigmatizadas como brujas, quedó demostrado el carácter político de la misoginia; la representación de la imagen de ellas es monstruosa, y está destinada a crear aislamiento, desconfianza, repulsión y violencia
Esos purismos moralistas que fueron y son impulsados desde pensamientos conservadores destinados a hacer de nuestro proceso de cambios uno estigmatizado y criminalizado.Un proceso político que traía y trae profundos cuestionamientos a cómo se manejó el poder a lo largo de la historia, ya que lo convirtieron desde discursos de odio en un proceso llevado adelante por “indios e indias monstruosas”.Estos monstruos son quienes, por ningún motivo, deberían —ni deben— ser legitimados en el Gobierno, a pesar de vencer en las elecciones democráticamente realizadas.Es un recurso desesperado de las y los racistas no solo nacionales, también internacionales, apostados por ejemplo en la OEA. Está claro que fue golpe, que no hubo fraude. Pero como se asesinó, torturó, encarceló y persiguió a monstruosos indios e indias, pues siguen en su retórica mentirosa sobre el golpe y lo que compete ahora es que los y las golpistas respondan por sus crímenes.
Construimos con lo que tenemos, y eso es fundamental entenderlo, no hay angelitos ni angelitas en el proceso de cambios, somos humanas y humanos, por supuesto con muchos errores y quien comete errores no es un monstruo. A lo largo de los 14 años del proceso de cambios nosotras desde el Feminismo Comunitario de AbyaYala fuimos constructoras críticas y apuntamos a la formación política, para tener recambio y profundización del proceso, pero no se quiso escuchar y no solo por parte del Gobierno, también en las organizaciones sociales, tan acostumbradas al clientelismo de las ONG y partidos de derecha que deslumbraban y deslumbran a las y los dirigentes, con hoteles, viajes y comidas de lujo.
Ni ángeles ni demonios, somos gente, necesitamos trabajar ese purismo moralista y medieval, dentro de las organizaciones sociales. Necesitamos dentro de la formación política tratar la ética revolucionaria, en principio aprender a reconocer los errores y repararlos. Por otro lado, no por miedo o por cálculo político, dejar de señalar errores y ayudar a solucionarlos. Creo que tomar conciencia de que construimos con lo que tenemos es descolonizarnos del purismo y la doble moral burguesa.
Julieta Paredes es feminista comunitaria.