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Almagro interpelado

El secretario general de la OEA, Luis Almagro, generó polémica al pedir un minuto de silencio por las víctimas de Sacaba y Senkata, hechos que ahora reconoce como masacres. Fue un acto demagógico. Luego del minuto de silencio, el embajador boliviano ante la OEA, Héctor Arce, calificó de “gravísima impostura” las palabras de Almagro, recordando su papel en la crisis del 2019.

El episodio se produjo durante una reunión virtual del Consejo Permanente de la OEA. Al respecto, son llamativas dos cosas. La primera es que Almagro se distancie en el tema del régimen provisorio de Áñez, cuya instalación y desempeño saludó y apoyó activamente. La segunda es que se refiera a los hechos violentos de Sacaba y Senkata como masacres, como lo hizo en su momento un informe preliminar de la CIDH. En Bolivia, algunos actores políticos y operadores mediáticos aún hablan de “enfrentamiento” (sic).

Más allá del minuto de silencio, Almagro expresó su verdadero rostro al intentar diluir en una generalidad la exigencia de justicia por los muertos de Sacaba y Senkata producidos por acción de la fuerza pública amparada en un Decreto de Áñez. “Queremos justicia y una investigación ajustada al estado de derecho para todas las masacres que ocurrieron en Bolivia, estas últimas y las anteriores también”, sostuvo el cuestionado secretario general de la OEA. Y luego habló de “todos los hechos de corrupción”.

Recordemos que, en marzo de este año, Almagro propuso formar una comisión internacional que investigue hechos de corrupción, remitir las denuncias sobre eventuales crímenes de lesa humanidad (como los “casos” de Sacaba y Senkata) a la Corte Penal Internacional y liberar a todos los detenidos (léase expresidenta Áñez). La Cancillería boliviana acusó al secretario general de “injerencia e intromisión”. Y doce expresidentes de la región denunciaron y rechazaron la nueva “maniobra unilateral” de Almagro.

Volvamos al minuto de silencio. Lo que se cuestiona no es el gesto en homenaje a las víctimas de Sacaba y Senkata, sino el mutismo y la incoherencia. Almagro calló ante el Decreto que eximía de responsabilidad penal a los militares y se tomó casi dos años para reconocer que en noviembre del 2019 hubo dos masacres en Bolivia. Claro que el mismo día de la masacre en Sacaba, 15 de noviembre, Almagro llamó a “la presidenta del gobierno provisional” para reconocerla y expresar su respaldo a la ruta electoral.

Desde el gobierno se cuestiona que Almagro se pronuncie hoy sobre las víctimas sin asumir su responsabilidad en la crisis poselectoral. “Hay indicios de que él coadyuvó al golpe de Estado de 2019 en Bolivia, por lo que su actitud constituye una grave impostura”, escribió el presidente Arce. Se exige también al secretario general que —en palabras del ministro de Justicia— responda “por su acusación improbada de ‘fraude’ que sirvió de justificativo para el Gobierno de facto”. Hay silencios que provocan ruido.