Fin de ciclo
Lamento decepcionar a quienes, por un momento, pensaron que detrás de este título se abrigaba una renuncia. El equipo de esta casa periodística sigue firme pese a tanto en contra. La crisis de los impresos en tiempos de ritmos digitales, la crisis poselectoral, la crisis económica, las pedradas rabiosas de los enemigos de LA RAZÓN y sus medios hermanos y la paliza generalizada de la pandemia pusieron de rodillas a esta empresa privada que desde finales de 2019 hasta hoy hace gigantescos esfuerzos por salir viva y soñar con seguir existiendo. Con resultados, eso sí. Las ediciones de papel volvieron poco a poco a poco: desde el 1 de julio hay LA RAZÓN y Extra de lunes a domingo con estreno de suplementos y ediciones especiales cuando la información lo precisa; LA RAZÓN Digital es como una bailarina que gira de puntas y con gracia (la evolución de nuestros números en la esfera digital reafirma nuestros pasos); las transmisiones desde esta página digital con nítido eco en Facebook, YouTube y con comentarios a favor y en contra desde el entramado de las redes nos dan la luz verde para seguir con La Razón Radio, Tercer tiempo de Marcas, Como perros y gatos y Piedra, papel y tinta, las últimas apuestas audiovisuales de este equipo de trabajadores, bajo la confianza y sostenido apoyo del grupo propietario, que está dejando sus mejores cartas en la montaña paceña de Auquisamaña. Son justamente estas transmisiones las que cierran un nuevo ciclo de medio año para hacer un paréntesis de dos semanas.
Dos semanas para evaluar lo que sí funciona y lo que hay que afinar. Pero, seamos francos, dos semanas sobre todo para descansar. Rubén y Marco lo merecen, después de tantas mañanas de estricto frío frente a los micrófonos de la información y de la interpretación de nuestra radio. Rafa, Paulo, Priscila, Roberto y Jorge lo merecen, después de las noches exigentes de fútbol en pandemia y de dos Copas que nos inyectaron ganas, garra y goles. Alejandra lo merece: demostró que hay un mundo que cree en la inocencia y ternura de la existencia animal dispuesto a acompañarnos en nuestras transmisiones dedicadas a nuestras mascotas y vecinos silvestres con suplemento en papel y todo. Lo merecen Óscar, Gabriel, Joaquín y Gary, los arquitectos de cada uno de los programas, los bomberos que apagan los inesperados incendios. Un incendio es que el único entrevistado del programa que comienza en media hora llame al periódico para decir que recibió una llamada del Presidente y que tuvo que dar media vuelta cuando su seguridad ya había llegado a nuestra Redacción; otro incendio es madrugar y que la señal se corte en plena transmisión; otro es que Gabriel se quede dormido y con el celular apagado el día de la inauguración de nuestras transmisiones porque se quedó a probar detalles técnicos hasta la madrugada. Al final de este ciclo, la foto muestra que los desacuerdos, las tensiones, las peleas, las frustraciones, las metas inconclusas y los cansancios acumulados se compensan con una entrevista que rompe los números esperados y marca la agenda periodística nacional o cuando este pasado 16 de julio nos dimos el lujo de hacer un homenaje a esta ciudad maravillosa junto a las voces musicales que nos dieron confianza y amistad desde octubre de 2020. El telón, antes de caer para un intermedio, bebió los licores del charango, del bandoneón, de la guitarra, del piano, de la zampoña… y cantó hasta caer de alegría.
Una noche antes nos visitó el artista e intelectual Édgar Arandia, un cholo de Chuquiago Marka, para recordarnos su lealtad como columnista de LA RAZÓN. Como él mismo dice: “Para mí es un honor estar en esta casa que ya me ha acogido una década y que me ha hecho tener más amigos y, obviamente, también más enemigos. Y eso es bueno porque quiere decir que lo que uno opina o escribe tiene alguna resonancia. Yo siempre digo: me preocupa no tener enemigos porque quiere decir que no estoy avanzando, quiere decir que me he quedado y que me he resignado, que he capitulado en los sueños y yo no voy a capitular hasta el último suspiro”. Como Édgar, los soldados de esta empresa tampoco dejaremos de soñar, ni de creer, ni de madrugar, ni de cansarnos colocando los ladrillos del periodismo en el que creemos. La lucha es nuestro descanso.
Claudia Benavente es doctora en ciencias sociales y stronguista.