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Jarabe para el mal de ojo

Después de la Segunda Guerra Mundial, los años 50 marcan un periodo en Latinoamérica donde las burguesías nacionales, de los Estados nación, van a hacer intentos por desarrollar el capitalismo y la industrialización de sus países. Es la etapa en la cual paralelamente los Estados Unidos posicionan en el continente el llamado “panamericanismo”, que consistía en que los gringos eran los nuevos dueños del continente.

Indudablemente que los hijos pródigos de Alemania, Inglaterra y Francia tienen muchos complejos frente a la sociedad de castas en Europa, por eso es que decidieron probar suerte en los territorios de Abya Yala (América, Latinoamérica) a costa de los pueblos originarios, a quienes masacraron para apoderarse de sus tierras y territorios. Después de la segunda guerra mundial se frotaban las manos satisfechos, porque de aquí para adelante el imperialismo y la neo-colonia funcionarían a pedir de boca para ellos. Son los nuevos ricos que levantan sus fortunas gracias al genocidio de indios y la esclavización de africanos.

Cuba fue motivo de permanente asedio, los Estados Unidos, los intereses estadunidenses dominaron la política y la economía antes de la revolución cubana. Cuba era el espacio de prostitución y droga dominada por los mafiosos del norte. Cuba es un símbolo para todo el continente.

¿Cuál es la importancia de los símbolos para la vida? El modelo burgués de ser humano implantado en la revolución francesa es individualista, autosuficiente, estúpidamente racional, soberbio. Estos atributos burgueses no les permiten a estos Supermanes tener símbolos de vulnerabilidad y lucha a los cuales aferrarse. Es un modelo de vida deshumanizado, egocéntrico. Se pasan la vida corriendo tras el lucro, tras el poder. Necesitamos símbolos de resistencia, pues la humanidad es vulnerable, la pandemia del COVID-19 nos confirma este hecho.

Los símbolos conectan con la vida, pues la vida necesita ser vivida, necesitamos sostener nuestra existencia más allá de todas las dificultades, vacíos, miedos e incertidumbres. Los símbolos de carne y hueso nos convocan a seguir caminando, a no desanimarnos. Cuba para las y los revolucionarios es el símbolo de nuestra peligrosa pequeñez, es la demostración de la testarudez de un pueblo que convoca al diálogo. Cuba es un símbolo revolucionario, sin romanticismos de por medio, sabemos que los procesos revolucionarios tienen errores y también delitos, que caminan junto a los logros y las victorias. Pero Cuba no se toca, se respeta.

Así como Cuba es un símbolo, lo es también Vietnam. Son la muestra de que la organización de las hormiguitas puede vencer la bota del gigante. Muchas familias gringas tuvieron que llorar sus muertos en Vietnam, no solo los vietnamitas lloraron a los suyos. Los y las abusivas creen que pueden golpear y matar sin ninguna consecuencia. Creen tener la verdad y que nadie se les va a parar al frente. No es así, los pueblos se defienden, ya no nos dejamos.

A mí que me gusta la música, claro pues, que ya y rapidito aprendí la letra y la música del Jarabe Vietnamita. Por eso y por mucho más, lo que el yanqui necesita es una aumentada dosis de jarabe vietnamita.

Julieta Paredes es feminista comunitaria.