Más personas inmunizadas contra el COVID-19 de las que anticipaban los científicos están experimentando infecciones. Por ello la recomendación de que las personas vacunadas en algunas partes de Estados Unidos desempolven sus cubrebocas, que se basó en gran medida en un hallazgo inquietante, según Rochelle Walensky, médica y directora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).

Nuevas investigaciones mostraron que las personas vacunadas infectadas con la variante Delta albergan enormes cantidades del virus en la nariz y la garganta. El hallazgo contradice lo que los científicos habían observado en personas vacunadas infectadas con versiones anteriores del virus, que parecían ser incapaces de contagiar a otros.

Esta conclusión ha sido un golpe para los estadounidenses: las personas con las infecciones en vacunados — que ocurren a pesar de contar con el esquema completo de vacunación— pueden ser tan contagiosas con la variante Delta como los no vacunados, incluso si son asintomáticas. Aún no está claro qué tan comunes son las infecciones en personas vacunadas y cuánto tiempo permanece el virus en el cuerpo en esos casos, dijo Walensky.

No obstante, los datos que los CDC están revisando sugieren que incluso las personas completamente inmunizadas pueden ser vectores inadvertidos del virus. La conclusión también sugiere que las personas vacunadas que están expuestas al virus deben hacerse la prueba, incluso si se sienten bien. Los nuevos datos no significan que las vacunas sean ineficaces. Las vacunas aún son protecciones sólidas para prevenir que uno enferme de gravedad y muera (el objetivo original de las vacunas) y las personas completamente vacunadas que se contagian muy rara vez terminan en el hospital.

Con muy poca frecuencia, las versiones anteriores del virus traspasaban la barrera de inmunización, lo que llevó a los CDC a recomendar en mayo que las personas vacunadas podían estar sin cubrebocas en interiores. Pero las reglas habituales no parecen ser aplicables a la variante Delta.

La variante es dos veces más contagiosa que el virus original, y un estudio sugirió que la cantidad de virus en personas no vacunadas infectadas con la variante Delta podría ser mil veces mayor que la observada en personas infectadas con la versión original del virus.

Las anécdotas de grupos de infecciones en vacunados se han vuelto cada vez más frecuentes. Hay grupos de personas vacunadas que reportan flujo nasal, jaqueca, dolor de garganta o pérdida del gusto o el olfato: síntomas de una infección del tracto respiratorio superior.

Pero la inmensa mayoría de ellas no requiere al final cuidados médicos intensivos, pues las defensas inmunitarias producidas por la vacuna destruyen el virus antes de que llegue a los pulmones. La variante Delta parece prosperar en la nariz, y su abundancia puede explicar por qué más personas vacunadas de las que anticipaban los científicos están experimentando infecciones y síntomas parecidos al resfriado.

Para detener el virus justo donde ingresa, algunos expertos han propuesto usar vacunas de aerosol nasal que impedirían que el invasor tome el tracto respiratorio superior. “La vacuna 1.0 debería evitar la muerte y la hospitalización. La vacuna 2.0 debería evitar la transmisión”, dijo Michal Tal, inmunólogo en la Universidad de Stanford. “Solo necesitamos otra mejora”.

APOORVA MANDAVILLI es periodista y columnista de The New York Times.