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La ‘libertad’ y el desastre de la variante Delta

Ron DeSantis, gobernador de Florida, no es tonto. Sin embargo, es ambicioso y bastante cínico. Así que cuando dice cosas que parecen ser una tontería, vale la pena preguntarse por qué lo hace. Y sus recientes declaraciones sobre el COVID-19 nos ayudan a entender por qué tantos estadounidenses siguen muriendo o enfermando de gravedad por esta enfermedad. El trasfondo es la catástrofe de salud pública que se está desarrollando en Florida.

Ahora tenemos vacunas muy eficaces a disposición de todos los estadounidenses desde los 12 años de edad. Se ha hecho mucho énfasis en las infecciones “posvacunación” o asociadas a la variante Delta, pero siguen siendo raras y entre los vacunados las complicaciones graves son todavía menos frecuentes. No hay justificación alguna para que sigamos sufriendo tanto por esta pandemia. Sin embargo, Florida está inmersa en una oleada de COVID-19 peor que la vivida antes de las vacunas. Y el sistema hospitalario de Florida está sometido a una tensión extrema.

Las razones por las que sucedió esto no son ningún misterio. En cada etapa de la pandemia, DeSantis ha actuado en la práctica como un aliado del coronavirus; por ejemplo, cuando emitió órdenes que les impidieron a los negocios exigir que sus clientes muestren una prueba de vacunación y que las escuelas demanden el uso de cubrebocas. En general, ha contribuido a crear un estado de ánimo en el que florece el escepticismo sobre las vacunas y se normaliza el rechazo a tomar precauciones.

Sobre todo, ha estado apostándole a la estrategia de la teoría de la conspiración liberal, y ha escrito cartas de recaudación de fondos que afirman que la “izquierda radical quiere privarte de tu libertad”.

Así que hablemos de lo que la derecha quiere decir cuando habla de “libertad”. Desde que comenzó la pandemia, muchos conservadores han insistido en que las acciones para limitar el número de muertes —el distanciamiento social, el uso de cubrebocas y ahora la vacunación— deben ser cuestiones de elección personal. ¿Tiene sentido esta postura? Bueno, conducir en estado de ebriedad también es una elección personal.

Es verdad que mucha gente duda de la ciencia; la relación entre el rechazo de la vacuna y las muertes por COVID-19 es tan real como la relación entre la conducción bajo los efectos del alcohol y las muertes por accidentes de tránsito, pero es menos evidente a simple vista. No obstante, ¿por qué la gente de derecha es tan receptiva a la desinformación sobre este tema y se molesta tanto con los esfuerzos por aclarar las cosas?

Mi respuesta es que cuando las personas de derecha hablan de “libertad” lo que en verdad quieren decir es más bien “defensa de los privilegios”, en concreto, el derecho de ciertas personas (por lo general hombres blancos cristianos) a hacer lo que quieran. Una vez que se entiende que la retórica de la libertad en realidad tiene que ver con el privilegio, las cosas que a primera vista parecen una gran incoherencia e hipocresía empiezan a tener sentido.

La realidad de lo que la derecha entiende por libertad también explica, creo, la especial rabia que inducen las normas que imponen algún pequeño inconveniente en nombre del interés público, como las guerras de los detergentes de hace unos años. A fin de cuentas, se supone que solo hay que pedirles sacrificios a los pobres y las minorías.

En cualquier caso, cuando veamos a DeSantis invocar la “libertad” para eludir la responsabilidad de su catástrofe del COVID-19, recordemos que cuando dice esa palabra no significa lo que creemos que significa.

Paul Krugman es premio Nobel de Economía y columnista de The New York Times.