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La Semana Mundial de la Lactancia Materna

La OMS y la UNICEF establecieron en 1990 instalar cada primera semana de agosto la Semana Mundial de la Lactancia Materna con el objetivo de defender, crear conciencia y estimular acciones sobre temas relacionados con la alimentación a través del pecho. Hoy en día más de 120 países en el mundo celebran esta semana, entre los que se encuentra Bolivia. Esta campaña, básicamente, radica en el incremento de la producción y consumo masivo de los sucedáneos de la leche materna —vale decir, leche de fórmula—, en detrimento de la alimentación mediante amamantamiento natural.

La alimentación artificial para niñas y niños recién nacidos empezó su recorrido en el siglo XIX, pero registró un boom en la década de 1970. Esa explosión fue generada por una intensa y abusiva campaña publicitaria, ciertamente muy exitosa, que promovía el abandono de la lactancia. En Estados Unidos, por ejemplo, en dicha década llegaron a registrarse solo 15 puntos porcentuales de niñas y niños alimentados por leche materna. La idea de la desmejora del cuerpo de la madre con la lactancia, particularmente de los pechos, y la lactancia materna como causa de la desnutrición infantil fueron algunos de los más fuertes móviles publicitarios. Mucho de lo planteado aquel entonces quedó insertado en el sentido común de diversos actores vinculados al binomio madrehijo. De ahí que hasta hoy sea común escuchar de médicos, de enfermeras, incluso de otras madres, decretar que a la nueva mamá no le alcanza la cantidad de leche o, de otro lado, que no contiene los nutrientes suficientes para el bebé. La humanidad es la única especie mamífera que ha puesto en cuestión la alimentación natural de sus recién nacidos.

Ahora bien, ¿qué dice la ciencia de las características y propiedades del amamantamiento? Por un lado, se apuntan los beneficios para el lactante. La leche materna es el alimento perfecto, contiene al menos 300 componentes versus los 100 que puede contener la leche de fórmula. Además, al ser un alimento producido sincrónicamente con el desarrollo del recién nacido, se modifica de acuerdo con las necesidades del bebé. Hasta hoy no se ha producido ningún alimento para los recién nacidos que contenga inmunoglobinas para evitar enfermedades, enzimas para el desarrollo correcto del sistema digestivo, así como probióticos y hormonas. Es el hidratante perfecto por su alto contenido de agua y contiene, además, la porción de grasa ideal para cada bebé.

Pero el recién nacido no es el único beneficiario de la lactancia materna. Así, de otro lado, se apuntan múltiples beneficios para la madre lactante. Diversos estudios han demostrado que las probabilidades de prevenir tanto el cáncer de mama como el de ovario son mucho más altas en mujeres que amamantan. El Código Europeo contra el Cáncer, de hecho, ha concluido que las probabilidades de no padecer estas enfermedades aumentan en proporción al tiempo de lactancia. Para producir leche, el cuerpo de la mujer requiere oxitocina o la “hormona de la felicidad”, la cual entre otras cosas contribuye al alivio veloz de los dolores posparto. Además, la producción de leche ayuda a la metabolización de grasas y azúcares, incluidas las acumuladas durante el embarazo, con lo cual se previene de mejor manera el padecimiento de enfermedades como diabetes o hipertensión.

El acto de amamantar, sin embargo, no es solo un acto alimenticio. La teta es termorreguladora, ideal para dar calor en el frío y refrescar en el calor. La teta es seguridad, confianza, relax y consuelo para el bebé; en este marco, es el mejor esquema para el vínculo emocional madre-hijo. Por si fuera poco, no tiene costo y es 100% amigable con el medio ambiente.

Amamantar es uno de los actos naturales que más cuestionamientos enfrenta. En ese contexto, amamantar es un acto de valentía y un ejercicio de soberanía. Sin dudas existen las madres que deciden por voluntad no dar el pecho, lo cual es absolutamente respetable; pero también está evidenciado que la mayoría de las mujeres que abandona o no practica la lactancia llega a aquello por falta de apoyo. Lactar demanda apoyo, apoyo del entorno familiar, apoyo profesional tanto pediátrico como de expertas en lactancia, apoyo social y, por supuesto, se requieren normas actualizadas capaces de proteger a las mujeres lactantes en sus derechos y capaces de generar políticas públicas para promover el amamantamiento.

Valeria Silva Guzmán es analista política feminista. Twitter: @ValeQinaya.