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Entre la chicha y la limonada

La “nueva normalidad” que se está configurando en el país es una situación que yo describiría como una combinación de conflictividad tibia y recuperación económica gradual. La conflictividad acotada a algunos espacios sectoriales y territoriales, junto a una recuperación económica sostenida, pero para nada espectacular, parecen proyectarse como el signo de esta época, al menos en el futuro previsible.

En ausencia de grandes problemas ideológicos o identitarios, en ausencia de una visión de país radicalmente distinta a la actual (si alguna se presentó en las anteriores elecciones nacionales, no obtuvo mucho más del 1% de apoyo) y en ausencia de grandes liderazgos aglutinadores, estamos —en lo político— ante el surgimiento esporádico de expresiones sectoriales y/o territoriales de conflictividad. Repasemos algunos ejemplos.

Luego de que se abrió la vacunación masiva para toda la población mayor a 18 años, el problema de las vacunas —la instalación del problema en la opinión pública— transmutó hacia las noticias de la segunda dosis de la vacuna Sputnik V que, efectivamente, no llega para la población que obtuvo su primera dosis. La solución ya está en camino: la Argentina va a aplicar las vacunas de Moderna y AstraZeneca como segunda dosis en sustitución de la Sputnik V, luego de hacer las correspondientes pruebas de campo. Este es un tema que no aglutina masas y saldrá de la agenda en cuestión de semanas —si no antes—.

El tema de la devolución de aportes de las AFP, como un apoyo a las familias que sufrieron pérdidas de ingresos y empleo en la cuarentena, estuvo levemente en las portadas de los periódicos e incluso hubo algún conato de protesta callejera, sin ninguna repercusión. El proyecto de ley de devolución de aportes está siguiendo su curso normal y este tema volverá a la agenda pública cuando se promulgue y se ejecute.

El conflicto de Uyuni llegó a las llamas, pero las cenizas podrían volver a albergar fuego. Mi sospecha personal es que lo de Uyuni no se acaba solo con los domos quemados. Es todavía prematuro decir qué se cocina ahí. Si la cosa se pone más seria, podríamos esperar otro rebrote de conflictos en esa región. En todo caso, lo que es seguro es que cualquier empresa que opere allí contabilizará —previsoramente— un monto adicional en sus costos. Y la empresa que no lo haga, tendrá que asumir la pérdida. Por uno u otro lado, la iniciativa de diversificar nuestras exportaciones con el litio potosino va a tener que esperar.

El más reciente conflicto —también regional— está ocurriendo en Santa Cruz, por el tema tierras. Mientras escribo estas líneas, la profusión de invitaciones y convocatorias a la marcha de los cívicos inunda las redes sociales. Además de la marcha, los cívicos anunciaron el bloqueo de caminos. Vale la pregunta: ¿por qué no optaron por un paro cívico? La intensidad del bloqueo programado nos dirá mucho acerca del potencial de crecimiento de este conflicto. Ojo que estamos hablando del bloqueo de la carretera por donde transita casi todo nuestro comercio con el Brasil (exceptuando el gas).

Así como hablamos de los problemas que están en agenda, también quiero llamar la atención sobre los problemas que no se trasladan a la agenda pública como conflictos.

En realidad, el problema de los incendios forestales —que también es regional—. En esta temporada, las voces de activistas brillan por su ausencia luego de la quema de miles de hectáreas en la Chiquitania boliviana. Ese silencio es elocuente también.

En el frente económico, tampoco tenemos grandes sobresaltos: la disponibilidad masiva de vacunas nos hace más confiados y la población y las autoridades van abriendo cada vez más espacios para el regreso paulatino a las actividades presenciales. Incluso la gente se está animando a viajar un poco más, lo cual podría ayudar al turismo.

Es en este frente en el que una crisis global, o una súbita interrupción de la recuperación, podría ocasionar problemas más serios, con cadenas de transmisión muy rápidas hacia lo político. Pero es en este frente también que se puede presentar otro golpe de efecto: el descubrimiento de un campo gasífero, una nueva iniciativa de impulso para el empleo y los ingresos o una innovación de impulso a la demanda con una nueva política de protección social. Tiempo de sobresaltos menores, tiempo “aburrido”, tiempo para proyectar el futuro, digo yo.

Pablo Rossell Arce es economista.