Guardias en trajes contra peligros biológicos listos para detener a cualquiera que intente irse. Atletas dando entrevistas detrás de muros de plástico y hablando a través de micrófonos. Termómetros de axila para ser usados todo el día, los cuales tienen transmisores diminutos que activan una alerta si detectan que alguien tiene fiebre.

Con los Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín a tan solo seis meses de distancia, las autoridades chinas planean precauciones exhaustivas contra el COVID-19. Se espera que las medidas lleguen incluso más allá de las que fueron tomadas en los juegos de Tokio, los cuales concluyeron el domingo con más de 400 contagios reportados.

China ha dejado en claro que contener el virus es su mayor prioridad. El 30 de julio, a medida que el número de casos se elevaba en Tokio, los organizadores de Pekín anunciaron planes para rediseñar sus 39 sedes olímpicas. Los trabajadores ahora están dividiendo los pasillos a lo largo, así como instalando nuevos sanitarios y otros equipamientos.

El objetivo es minimizar la infección cruzada. China ha tomado un enfoque de tolerancia cero hacia el coronavirus desde que lo puso en gran medida bajo control el año pasado. Los brotes dispersos de la variante Delta en los últimos días tienen a los funcionarios incluso más preocupados de lo habitual.

Para los Juegos Olímpicos de Invierno, que se realizarán del 4 al 20 de febrero, las autoridades pretenden aislar a los 1.400 millones de personas que viven en China de básicamente todos los atletas, jueces, choferes, guías, periodistas y otros asociados con el evento.

Como Tokio, Pekín planea limitar con severidad el número de personas que tendrán permitido asistir a las ceremonias de inauguración y clausura. Japón les prohibió a los espectadores extranjeros acudir, pero permitió que más de 42.000 participantes acreditados de los juegos ingresaran al país. Pekín ya dijo que menos de 30.000 personas, incluyendo a los participantes acreditados, tendrán permitido ingresar a China para los juegos de invierno, aunque no se ha anunciado ninguna decisión sobre los espectadores extranjeros.

Durante los juegos de Tokio, los directivos de varios comités olímpicos nacionales intercambiaron información a medida que la ansiedad creció sobre las medidas que China podría poner en marcha en Pekín. La mayoría parece haber creído que las restricciones sin precedentes que habían visto en Tokio serían casi nulas en comparación.

China ha alardeado sobre su uso de la tecnología para combatir el virus. El viernes, el Diario del Pueblo (un medio estatal) promovió una invención usada en Wuhan, la ciudad donde surgió el virus: un robot que toma muestras para pruebas de detección de COVID- 19 metiendo un hisopo en la garganta de una persona. Hace que las personas se “sientan más cómodas en el proceso de la toma de muestra”, publicó el periódico en Twitter.

El Diario del Pueblo no dio ninguna indicación de que dicho robot sería usado en los Juegos Olímpicos y el comité de Pekín no respondió a una pregunta acerca de él. Sin embargo, China ha probado una tecnología diferente que será desplegada en los juegos: termómetros de axila que se adhieren como apósitos y transmiten la temperatura de la persona.

Los dispositivos se colocaron a más de 600 personas durante un experimento en un estadio de Pekín la primavera pasada y una desarrolló una fiebre que fue detectada con rapidez. “La sede de inmediato activó el mecanismo de rescate y prevención de epidemias y efectuó una revisión epidémica hasta que un resultado negativo de una prueba de ácido nucleico se confirmó”, dijo el Gobierno posteriormente.

Keith Bradsher y Tariq Panja son periodistas y columnistas de The New York Times.