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El Plan C

Hay diferentes relatos y excitada disputa respecto a los planes que se activaron tras el derrocamiento del expresidente Evo en noviembre de 2019. Según los protagonistas, se identifican el Plan A: sucesión constitucional, y el Plan B: gobierno de ipso facto. Se conoce menos acerca del Plan C: régimen autoritario. El epicentro decisorio fueron sucesivas reuniones en la Universidad Católica, que con facilitación (léase bendición) de la jerarquía eclesial encauzaron el Plan B.

El Plan A, según el artículo 161 de la Constitución, era que las cámaras se reúnan en Asamblea, con quórum por supuesto, para “admitir o negar” las renuncias del binomio presidencial. En caso de ser admitidas, se activaba la sucesión constitucional. Asumía la presidenta del Senado, Adriana, o alguien de la mayoría tras recomponer las directivas. Esta posibilidad fue desahuciada de antemano por Carlos Diego: alguien que no sea del MAS debe seguir el proceso de sucesión.

El Plan B, revelado por Samuel y cuidadosamente trazado en la UCB, fue el que se operó la tarde del 12 de noviembre, con Jorge coordinando con la Fuerza Aérea. Sin quórum, sin admitir las renuncias, sin votación, sin debate, una senadora de oposición se proclamó presidenta del Senado en 37 segundos y luego presidenta del Estado en 269 segundos. Así, en modo ipso facto, Jeanine, la Biblia y Vicente entraron a Palacio; y un tenebroso Arturo asumió el poder.

¿Y el Plan C? Según el Confesionario de la Iglesia Católica (léase “intercambio de remembranzas” de los obispos), fue propuesto por Luis Fernando: instalar una junta cívico-militar. Los siguientes pasos para la “transición” serían forzar la renuncia de todos los senadores y diputados (o cerrar la Asamblea), descabezar el Órgano Judicial/TCP y proscribir al MAS-IPSP para impedir su participación en las elecciones. Sería un régimen autoritario en forma.

Este tercer plan se mantuvo como amenaza en tanto se ejecutaba el Plan B. Tras su arribo al Colegio Militar en helicóptero, junto con Óscar, fue decisiva la reunión de Jeanine con Luis Fernando (más otros nueve hombres) en un hotel paceño. Allí hablaron de “asumir el cargo”, conforme a la ruta definida por fuera de la Asamblea Legislativa. Todo se hizo, como corresponde, en nombre de la democracia, la República, la reconciliación y la pacificación.

El Plan C tuvo su déjà vu luego de las elecciones 2020, cuando un grupo de “activistas” de Rómulo fue a los cuarteles. De rodillas, en nombre de Dios, pedían una junta cívico-militar para evitar la asunción del presidente electo, Luis. “Proscribir al MAS”, vociferaban. “Esas bestias humanas”, decían. Y así/ahí siguen, planificando.

FadoCracia masacradora

1. Sacaba: El compañero de atrás le disparó (Murillo). Fuego cruzado (Página Siete). Enfrentamientos violentos (Memoria CEB). Choque entre FFAA y manifestantes (analistas del régimen) / Hubo una masacre con 10 civiles muertos y cerca de un centenar de heridos. Las fuerzas policiales y militares actuaron con la intencionalidad de matar a las personas, aunque estuviesen en fuga. Las muertes se debieron a proyectil de alta velocidad- fusil. Se las podría calificar como ejecuciones sumarias (Informe GIEI).

2. Senkata: Atentado dinamitero en Planta de YPFB (Página Siete). Explosión pudo causar una catástrofe (citada en Memoria CEB). Del Ejército no salió ni un solo proyectil (López) / No se usó dinamita para derribar el muro. Los manifestantes no representaban un riesgo concreto para la seguridad de la planta. Las fuerzas militares empezaron a disparar. Persecución violenta resultó en un conjunto de ejecuciones. La masacre fue resultado de la acción de los órganos de seguridad (Informe GIEI).

3. La Paz: “Agradecimiento a las FFAA porque no dudaron en salir y contribuyeron en el proceso de pacificación” (Áñez). “Nos sentimos orgullosos de tener las Fuerzas Armadas, el pueblo tiene que defenderlas” (Carvajal, APDHB).

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.