Horizonte 2022
En pocos días más arranca septiembre y con él, el último tercio del año. Parece un buen momento para hacer proyecciones acerca de lo que nos espera para el cierre de este agitado 2021. Para empezar, conviene recordar que la pandemia seguirá marcando el paso de las acciones cotidianas de la gente y de las autoridades. En un plano más general, se puede decir que la evolución de la pandemia y sus respuestas determinarán el ritmo de recuperación económica.
La gente, ya sea por desinterés, por una percepción de riesgo menor a la que realmente existe o por la necesidad de salir y trabajar, tener actividades sociales o lo que sea, está moviéndose en el país como si no hubiese pandemia. Por supuesto, en algunos lugares los cuidados y las precauciones se notan más que en otros, pero al final del día todos estamos saliendo más o menos regularmente. Y este comportamiento ha contribuido a la recuperación.
En ese orden de cosas, habrá que ver qué nos trae la previsible cuarta ola con la variante Delta, que podría ocurrir en los próximos meses. Los esfuerzos para dotar a toda nuestra población con vacunas han sido destacables, a pesar de los esfuerzos —también denodados— por instalar en la opinión pública la idea de que las vacunas estaban disponibles para cualquiera que tuviese suficiente dinero para comprarlas, como quien va a un supermercado… lo único que había que hacer era liberar su importación.
El resultado, al día de hoy, es que el Gobierno ha garantizado vacunas para más del 60% de la población meta. Pero he aquí que tropezamos con el problema de un declinante ritmo de inoculaciones, cuando no hemos llegado ni al 20% de la población con la segunda dosis. Los medios de comunicación dejaron atrás las historias y anécdotas acerca de las propiedades malévolas de las vacunas — que te convierten en hombre lobo, que te hacen impotente, que ya no puedes emborracharte más… y una larga lista de etcéteras.
Yo sospecho que los rumores siguen corriendo a lo largo y ancho de las redes sociales y de las cadenas de WhatsApp y que este tipo de esquemas de desinformación están siendo —al menos parcialmente— las causas por las que la población no acude a vacunarse. Valga la llamada de atención, para que nuestras campañas de comunicación se suban al tren del siglo XXI, porque las campañas de desinformación ya están ahí.
Con una población pobremente vacunada, la variante Delta puede tener consecuencias muy negativas. Si la cosa se pone muy dura, algunos gobiernos subnacionales pueden decidir implementar medidas de restricción a la circulación, con el consecuente freno a la recuperación económica.
El FMI ha publicado hace poco la actualización de su Panorama Económico Mundial (World Economic Outlook). En el documento, la gente del Fondo recalca la importancia de la vacunación como medio para lograr una recuperación económica más rápida. En esa línea, proyecta una recuperación más ágil para los países industrializados, que han logrado vacunar a cerca del 40% de su población. La distribución equitativa de vacunas es clave en este aspecto.
Las proyecciones del Fondo indican un cierre de año con un 6% de crecimiento para la actividad económica global este 2021, con un notable 5,6% estimado para las economías avanzadas — que estaban creciendo a una tasa inferior al 4% en la prepandemia. Los EEUU sobresalen en la proyección, con una tasa de crecimiento esperada del 7%, muy cercana al 7,5% estimada para las dinámicas economías asiáticas.
Pero detrás de las cifras se esconde un conjunto de factores que tienen que ver con la calidad del crecimiento económico. Para empezar, es bueno recalcar que, si bien estamos en la senda correcta, igual tendremos que esperar al menos un año (si no más) para recuperar los niveles de actividad económica de 2019.
Pero estamos a tiempo de mejorar la calidad de nuestro crecimiento: la pandemia ha obligado a los gobiernos del mundo a pensar fuera de la caja de herramientas usada hasta hace pocos años; subsidios directos, incremento del gasto fiscal, política monetaria flexible y expansiva, rescate de empresas y otras medidas anteriormente mal vistas, forman hoy parte del panorama de políticas económicas típicas. En ese sentido, yo veo perfectamente factible una serie de experimentos de encadenamiento de empresas públicas y privadas, con incentivos e instrumentos teledirigidos para, por ejemplo, empezar a sustituir importaciones de insumos y bienes intermedios de uso intensivo y que ya producimos en el país. Es que esos mercados no se van a crear solos.
Pablo Rossell Arce es economista.