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Dos mujeres, dos caminos

Amparo Carvajal. Religiosa, nació en España el 28 de enero de 1939, a la fecha cuenta con 82 años. Llegó a Bolivia el 1 de noviembre de 1971, durante la dictadura banzerista, como misionera; su congregación estaba dedicada a visitar presos y detenidos políticos. En esos tiempos la Iglesia Católica cumplía una labor de apoyo a los partidos políticos de izquierda. Junto a otros religiosos participó en la creación de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia (APDHB); los sacerdotes Gregorio Iriarte y Julio Tumiri fueron los primeros conductores de esta institución: Iriarte, como responsable desde 1974, y Tumiri, en su calidad de presidente desde el 10 de diciembre de 1976.

En marzo de 1980, la congregación de Carvajal tuvo que abandonar el país; ella decidió quedarse en Bolivia, junto a la decisión de abandonar su actividad religiosa y dedicarse «a su compromiso social y político». Desde esa fecha hasta 2016 (36 años) que reapareció en la APDHB, no se tiene conocimiento sobre sus actividades públicas durante ese periodo. El 3 de julio de 2016, fue elegida presidenta de la entidad, cargo que ejerce hasta la fecha, a pesar de haber concluido su mandato.

Carvajal, que ingresó a la política desde la vertiente de la izquierda en los años 70 y 80, reapareció en 2016 como candidata de la derecha para regir la APDHB, llegando a ser su mejor brazo operador. Desde que dirige esta ilustre institución, ha sido tenaz opositora al gobierno del MAS, y constante protectora de todos los embanderados de la consigna 21F. En la actualidad, prorrogada en su cargo, es firme defensora de la autoproclamada Áñez y postulada a premio Nobel de la Paz por el grupo derechista Comité Nacional de Defensa de la Democracia (Conade) —burda imitación del glorioso Comité Nacional de Defensa de la Democracia (Conade), creado el 11 de abril de 1980 por la Central Obrera Boliviana (COB), con la participación de todos los partidos políticos de izquierda—.

Miriam Gamboa Villarroel (+). Nacida el 30 de abril de 1941, boliviana. Falleció el 31 de agosto de 2021, a los 80 años de edad. Siendo estudiante universitaria luchó contra las dictaduras militares de Hugo Banzer Suárez, Alberto Natusch Busch y Luis García Meza (década de los 70 y 80).

Licenciada y máster. Docente emérita de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), directora de la Carrera de Trabajo Social; decana de la Facultad de Ciencias Sociales, de la misma casa de estudios; secretaria académica del Comité Ejecutivo de la Universidad Boliviana (CEUB); presidenta del Colegio Nacional de Trabajadores Sociales. En sus últimos años de vida, presidenta de su junta vecinal en la zona Sur de la ciudad de La Paz. Además fue escritora, autora de varios libros y artículos.

Durante los últimos años de su vida, en su calidad de presidenta vecinal, por ser leal a la causa de los pobres, de los oprimidos, fue sindicada de «masista», de ser autora de la quema de los buses PumaKatari de propiedad del Gobierno Autónomo Municipal de La Paz, siendo encarcelada durante la dictadura del gobierno de facto de Áñez.

Mantuvo inclaudicable la línea revolucionaria de su juventud hasta su muerte, en la línea de la izquierda, con su prolífica labor permanente que sus colegas y alumnos recuerdan. Estuvo presa más de un año, para ella no hubo clemencia, a pesar de su avanzada edad —¡80 años!— y, desde luego, tampoco por su condición de mujer. No intentó suicidarse, ni se quejó, con la valentía de una guerrera, a pesar de su quebrantada salud. No clamaron por ella la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia (APDHB), dirigida por Amparo Carvajal; la Iglesia Católica; los intelectuales; las mujeres feministas (que se solidarizan con Áñez por su condición de mujer). Ante su grave estado de salud, y su injusta detención, murió en «arresto domiciliario».

La consecuencia revolucionaria no es un don de la condición de género, ni de la edad, tampoco del origen de clase. ¡Necesitamos más personas como Miriam, y menos Amparos!

Claudia Miranda Díaz es economista y auditora financiera.