La trampa de los productos básicos
La dependencia de las exportaciones de productos básicos, entendida por la participación de las exportaciones de commodities en 60% o más en el total de las exportaciones, es un tema que ha cobrado relevancia sobre todo en este mes de septiembre con el Foro Global de Commodities de la UNCTAD, que fue la artífice para posicionar hace más de 50 años como problema fundamental de los países en desarrollo.
Bajo distintos nombres se estigmatizó el ser un país exportador de commodities, como fue con la famosa tesis del deterioro secular de los términos de intercambio, porque los precios de los productos básicos tendían al deterioro comparados con los precios de las manufacturas, tesis muy discutida hasta que se registró el largo boom de los precios de los commodities desde 2004 hasta 2014 y que ahora, ante un nuevo resurgimiento de sus precios, parece amenazar con un nuevo boom de las materias primas.
Es muy frecuente escuchar la leyenda sobre la “maldición de los recursos naturales” donde los países con buena dotación de recursos naturales están condenados a ser pobres y atrasados, y se plantea como solución mágica la industrialización. Los economistas del desarrollo, según la UNCTAD, asocian la dependencia de las exportaciones de commodities con un crecimiento lento, una estructura económica no diversificada, el bajo desarrollo humano, la volatilidad de los ingresos, la inestabilidad macroeconómica y la enfermedad holandesa.
Así, en 2018-2019, alrededor de dos tercios (64%) de los países en desarrollo dependían de los productos básicos y en el caso de los países de bajos ingresos, un 90% son exportadores de commodities. En cambio, solo el 13% de los países desarrollados son dependientes de commodities, entre los cuales destacan Australia, Islandia, Nueva Zelanda y Noruega.
América del Sur es una de las subregiones más dependiente de las exportaciones de productos básicos. En 2018-2019, los 12 países de la subregión tuvieron una tasa de dependencia superior al 60% y tres cuartas partes tuvieron un nivel superior al 80%.
Sin embargo, el dato curioso es que según la propia UNCTAD, el número de países dependientes de las exportaciones de productos básicos ha aumentado en el último decenio, de 93 países en 2008-2009 a 101 países en 2018-2019. Solamente siete países pudieron salir del grupo, entre ellos Nicaragua, Indonesia y Egipto, pero en cambio 15 países entraron como nuevos exportadores de productos básicos, entre ellos destacan Brasil y Grecia.
Con datos de la UNCTAD, las exportaciones de productos básicos de Bolivia representan un 94% de las exportaciones totales, la más alta de Sudamérica, y son equivalentes a una quinta parte del PIB. Tiene una composición entre productos básicos “duros”, como la minería que representa un 44,8% de las exportaciones, y los hidrocarburos con una participación del 33%, mientras que los productos básicos “blandos” que corresponden a la agricultura y alimentos participan con un 16% del total exportado.
La UNCTAD recomienda escapar de la dependencia de los productos básicos a través de la diversificación que implica diversas estrategias, aunque reconoce que una vez que un país en desarrollo depende de los productos básicos, es extremadamente difícil salir de este estado. Bolivia ha adoptado una estrategia de diversificación vertical en el caso de los hidrocarburos aumentando el valor agregado, abarcando aquellos procesos de transformación de los productos de refinación, incluida la petroquímica.
Pero escapar de la dependencia de commodities implica mucho tiempo, un proceso de cambio estructural económico estrechamente asociado con un aumento de la productividad. La diversificación y el desarrollo tecnológico desempeñan un papel crucial en el crecimiento de la productividad laboral.
En el caso de Bolivia, la UNCTAD en su estudio Escapando de la trampa de la dependencia de productos básicos da buenas noticias para el país, que por supuesto no son resaltadas en los medios de comunicación ni por el propio Gobierno. En primer lugar, encuentra una creciente demanda de sus productos básicos primarios, que podría aumentar en un 1.000% para 2050, y que están impulsando la digitalización y la adopción de una amplia gama de tecnologías de frontera. Estos productos incluyen el litio, cobalto, manganeso, cobre, plata, hierro, plomo y elementos de tierras raras.
En segundo lugar, destaca que existen nuevas tecnologías para la extracción de litio que pueden revolucionar la forma en que se trabajan los yacimientos del litio, minimizando el uso de agua y acelerando el proceso de recuperación, haciendo que los depósitos de litio en Bolivia sean económicamente viables.
Debería ser el Ministerio de Planificación el que mire más allá de la coyuntura y presente no un plan libro, sino un plan de vuelo sobre la estrategia para diversificar la dependencia de los productos básicos con el apoyo de la UNCTAD.
Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista.