Las mascarillas, en especial las quirúrgicas, reducen de manera considerable el riesgo de contraer el COVID-19. Aunque esto podría parecer de sentido común después de más de 18 meses de pandemia, los primeros estudios sobre el uso de cubrebocas plantearon preguntas importantes. El uso obligatorio de cubrebocas parece haber reducido los casos de COVID- 19, pero, ¿eso se debió al uso de mascarillas o a que las personas en lugares con uso obligatorio de cubrebocas se volvieron más cuidadosas en general? Por esa razón, realizamos uno de los estudios sobre el uso del cubrebocas más exhaustivos y más sofisticados.

Nuestra investigación, que ahora mismo está siendo arbitrada, se llevó a cabo con la participación de 340.000 adultos en 600 poblaciones de Bangladés y puso a prueba muchas estrategias para lograr que las personas usaran mascarillas. Nuestro equipo de investigación decidió distribuir cubrebocas directamente en los hogares y en sitios públicos con muchas personas como mezquitas y mercados. Brindamos información sobre por qué la portación de mascarillas era importante e involucramos a líderes religiosos y comunitarios para comunicar ese mensaje. Finalmente, hicimos que residentes de todas las poblaciones pidieran de manera cortés a cualquiera que no portara una mascarilla que se la pusiera y que dieran cubrebocas a cualquiera que necesitara uno.

Aunque no todas las personas aceptaron colocárselo, el uso del cubrebocas aumentó alrededor del 30% entre los adultos que fueron instados a ponérselo. Este cambio condujo a una reducción del 9% en los casos de COVID-19. En las comunidades en las que promovimos el uso de mascarillas quirúrgicas, los casos de COVID-19 disminuyeron el 11%. El resultado fue un incremento en el uso de cubrebocas de uno de cada 10 a cuatro de cada 10 (un gran aumento en el uso, pero aún lejos de ser perfecto). Si todos usaran mascarillas, es muy probable que la reducción en los casos de COVID- 19 hubiera sido sustancialmente mayor.

Las personas mayores de 50 años fueron las más beneficiadas, en especial en comunidades donde distribuimos mascarillas quirúrgicas. En estas comunidades, los casos de COVID-19 disminuyeron el 23% entre personas cuya edad oscila entre los 50 y los 60 años y el 35% para personas mayores de 60 años. Nuestro estudio no indica que solo las personas de edad más avanzada necesitan usar mascarillas, sino que la portación generalizada de cubrebocas en la comunidad reduce el riesgo de COVID- 19, en especial para las personas de edad avanzada.

Planteemos esto en términos concretos. Nuestro mejor cálculo es que cada 600 personas que usan mascarillas quirúrgicas en áreas públicas previenen, en promedio, una muerte al año, dadas las tasas recientes de muertes en Estados Unidos. También probamos el filtrado de las mascarillas quirúrgicas que habían sido usadas, arrugadas en bolsillos y bolsos, así como lavadas con jabón y enjuagadas hasta 10 veces. Estas mascarillas aun así evitaban que atravesaran más partículas de virus que los típicos cubrebocas de tela.

Lo importante es que las mascarillas funcionan y es probable que las de mayor calidad funcionen mejor para evitar el COVID-19. Si puedes elegir entre un cubrebocas de tela y una mascarilla quirúrgica, escoge la quirúrgica. Sin embargo, la mejor mascarilla es la que una persona se pone y de la manera correcta.

Jason Abaluck, Laura H. Kwong y Stephen P. Luby son columnistas de The New York Times.