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Alemania: El retorno de la centroizquierda

TRIBUNA

Los resultados de las elecciones federales en Alemania fueron una verdadera sorpresa. El ganador, el Partido Socialdemócrata (SPD), se consideraba semimuerto y sin posibilidades de éxito por su estancamiento en el 15% en todas las encuestas hasta solo dos meses antes de las elecciones. Logró una reanimación fulminante y terminó en primer lugar con el 25,7%. En cambio, la conservadora Unión Cristianodemócrata (CDU), partido que estuvo con Angela Merkel a la cabeza del gobierno durante 16 años, obtuvo apenas el 24,1%, el peor resultado de su historia.

Además del SPD, el otro ganador es el partido ecologista Los Verdes, que logró el mayor crecimiento respecto a las anteriores elecciones y terminó en tercer lugar con el 14,8%, un aumento de 5,9 puntos. No obstante, prevalece la decepción en sus filas, pues las encuestas durante mucho tiempo indicaban que podía competir por el primer lugar, del cual terminó muy lejos.

El partido liberal FDP mejoró levemente (11,5%), mientras que la ultraderecha de la Alternativa para Alemania (AfD) cayó al 10,3%. Es una buena noticia que ese partido, que tiene entre sus filas a neonazis, no haya podido aumentar su votación. Sin embargo, en algunas regiones de Alemania oriental se ha ratificado como el partido más votado y ya tiene un lugar fijo en el sistema de partidos.

El partido socialista Die Linke (La Izquierda) sufrió una fuerte caída. Terminó con el 4,9%, por debajo del umbral del 5% y tendrá representación parlamentaria solo por haber ganado varios mandatos directos (parecidos a los uninominales en Bolivia). Está visto como fragmentado y muy poco eficaz y perdió muchos votos que migraron al SPD y Los Verdes.

El factor más importante en estas elecciones fue el retiro de Angela Merkel como candidata. Después de 16 años como canciller continúa siendo la política más popular en Alemania. Por lo tanto, muchos votantes emitieron su voto basado en su percepción de la idoneidad de sus posibles sucesores. El gran desacierto de la CDU fue la selección de Armin Laschet, un candidato altamente impopular y con muchas torpezas en su campaña electoral. Según encuestas, solo el 27% del electorado considera que da la talla para ser jefe de gobierno.

En cambio, Olaf Scholz, el candidato del SPD, es percibido como competente y preparado para ser jefe de gobierno: el 66% del electorado opina que sí da la talla para ese puesto. Algo que en otros países sería una grave deficiencia para políticos ha contribuido a su imagen favorable en Alemania: su falta de carisma y su carácter tecnocrático, junto a su forma de ser racional y poco emocional, lo hacen aparecer a la población alemana como un político confiable con buenas habilidades de gestión.

Una buena cantidad de votantes, principalmente centristas sin vínculo partidario, votaba por la CDU no por su propuesta programática, sino simplemente porque les gustaba Merkel (sobre todo mujeres y personas mayores). Con Merkel fuera de la política y el candidato de su partido percibido como inadecuado, optaron por el candidato visto como el más apto: votos en primer lugar por el candidato Olaf Scholz y en segundo lugar por el partido SPD.

Con los resultados se ratifica la notable estabilidad política de Alemania. Se fortaleció el centro político (específicamente la centroizquierda) y quedaron debilitados los partidos más de izquierda (Die Linke) y de ultraderecha (AfD). A diferencia de otros países occidentales (Francia, Italia, UK, USA), no prosperan los populismos.

Ni el SPD ni la CDU quieren continuar su coalición de gobierno actual (numéricamente sería posible) y, debido al mal resultado de La Izquierda, no tiene mayoría una coalición de izquierda de ese partido con el SPD y Verdes. Así, se está perfilando una coalición tripartita entre Verdes y el FDP liderada por el SPD o por la CDU. Los Verdes prefieren coaligar con el SPD e intentarán negociar la mayor cantidad de políticas para combatir la crisis climática. El FDP prefiere a la CDU e intentará imponer la disciplina fiscal y políticas que favorezcan a las empresas. Por tanto, se esperan negociaciones largas, de varios meses, con “pragmatismo y calma” (como anticipó Scholz), hasta que Alemania tenga un nuevo gobierno.

Jan Souverein es director de la Fundación Friedrich Ebert (FES) en Bolivia.