Los principales gobernadores de los bancos centrales del mundo reconocieron que la inflación, que se ha disparado en muchas economías avanzadas este año, podría mantenerse elevada durante algún tiempo y que, aunque todavía esperan que se reduzca a medida que se calmen las afectaciones en el suministro a consecuencia de la pandemia, están muy atentos para asegurarse de que las presiones de los precios calientes no se vuelvan más permanentes.

Jerome Powell, presidente del Sistema de la Reserva Federal, habló en un panel junto con Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo; Andrew Bailey, gobernador del Banco de Inglaterra; y Haruhiko Kuroda, gobernador del Banco de Japón. Powell señaló que, aunque la demanda era fuerte en Estados Unidos, los cierres de fábricas y los problemas de transporte marítimo frenaban la oferta, lo que pesaba sobre la economía y hacía que la inflación superara el objetivo de la Reserva Federal del 2% en promedio.

“Es frustrante reconocer que, transcurridos 18 meses, vacunar a la gente y controlar la variante Delta sigue siendo la política económica más importante que tenemos”, dijo Powell. “También es frustrante ver que los atascos y los problemas de la cadena de suministro no mejoran; de hecho, en el margen, parecen empeorar un poco”. “Vemos que tal vez continúe hasta el año próximo y que la inflación se mantendrá más tiempo de lo que habíamos pensado”.

Los comentarios del presidente de la Reserva Federal coinciden con los de Bailey y Lagarde, que también citaron como riesgo la incertidumbre en torno a los persistentes atascos en la cadena de suministro. La comparecencia conjunta de algunos de los funcionarios económicos más poderosos del mundo, patrocinada por el Banco Central Europeo, se produjo durante una semana turbulenta en los mercados financieros.

El estallido de la inflación que se ha producido este año en Europa y Estados Unidos se debe al aumento de la demanda de los consumidores, pero los cierres de fábricas y los retrasos en el transporte prolongan la escasez de muchos productos. Los bancos centrales han argumentado de manera sistemática que estos incrementos de precios serán temporales. A medida que las empresas se adapten a la recuperación pospandémica, dicen, los problemas de la cadena de suministro se resolverán. Y aunque los consumidores han estado gastando los ahorros acumulados durante la pandemia y acrecentados por los estímulos del Gobierno, éstos no durarán para siempre. No obstante, los responsables económicos reconocen cada vez más que, si bien esperan que el estallido inflacionista sea temporal, puede durar más de lo que habían previsto en un principio.

Los gobernadores de los bancos centrales de Europa, el Reino Unido y Estados Unidos se debaten sobre cómo responder al alza de precios. Si reaccionan de forma exagerada ante una inflación transitoria provocada por factores que pronto se desvanecerán, podrían desacelerar la recuperación del mercado laboral de manera innecesaria e incluso podrían condenarse a un futuro de inflación demasiado baja, similar a la situación que enfrenta Japón.

Pero si los consumidores llegan a esperar una inflación consistente con el estallido actual, podrían exigir salarios más altos, lo que alimentaría un ciclo alcista de los precios a medida que las empresas traten de cubrir los crecientes costos de la mano de obra.

Los responsables de la política monetaria quieren evitar esta situación, que podría obligarlos a aumentar las tasas de interés de manera brusca y provocar una seria desaceleración económica para frenar la demanda y controlar los precios.

Jeanna Smialek y Eshe Nelson son columnistas de The New York Times.