Un encuentro con Joseph Stiglitz
Apropósito de la visita del presidente Luis Arce a los Estados Unidos hace unas semanas, donde se reunió con diferentes personalidades, entre ellas Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía 2001, desempolvé del baúl de los recuerdos una foto de mis años mozos como universitario en los que tuve el privilegio de conocerlo en persona, que subí a redes sociales.
El evento se desarrolló el 18 de mayo de 2006 en el paraninfo universitario del Monoblock de la Universidad Mayor de San Andrés. Por aquellos raudos tiempos, formaba parte del Centro de Estudiantes de Economía junto a un gran equipo de amigos que hoy son colegas y que esta publicación en redes me dio una oportunidad inmejorable para saludarlos, algunos de ellos incluso después de una década.
El encuentro con Stiglitz fue un evento organizado por el Instituto de Investigaciones Económicas en coordinación con la carrera de Economía de la UMSA, que tenía por objeto conocer la percepción del Nobel sobre la economía boliviana y aprovechar para homenajear a nuestro célebre invitado. No podría ser de otra manera, era la primera vez que un Nobel en economía pisaba nuestra casa de estudios superiores y había gran efervescencia. Me tocó hacerle entrega de un charango como recuerdo de nuestra cultura.
Stiglitz accedió a la invitación de las autoridades bolivianas, a pesar de ser una economía pequeña y poco conocida en la arena internacional, porque planteaba una propuesta de modelo económico original y diferente a las clásicas políticas neoliberales que se aplicaban en el resto de países vecinos. Stiglitz apoyó la nacionalización de los hidrocarburos y coincidió con la necesidad de diseñar políticas redistributivas para reducir la pobreza y la desigualdad. A sus entonces 63 años, mostraba una posición crítica al capitalismo globalizante y al rol que las instituciones financieras internacionales habían jugado para acentuar las desigualdades sociales, limitando las posibilidades de desarrollo de los países menos avanzados. Su posición está plasmada en sus libros El malestar en la globalización, Los felices 90: la semilla de la destrucción, Cómo hacer que funcione la globalización.
Su visión con los años no ha cambiado. Durante la crisis financiera internacional recomendó a los países no reducir el déficit fiscal y llamó a una reforma del sistema financiero. En años recientes, recomendó subir los impuestos a las rentas altas, basado en un estudio que realizó para la economía de EEUU en el que encuentra que la participación de los salarios en la renta nacional ha declinado mientras que la remuneración del capital se ha incrementado de manera desproporcional, siendo una fuente importante de desigualdades. A principios de la crisis sanitaria recomendó que se suspenda el pago de la deuda a los países emergentes y en desarrollo porque entendió que tienen menos opciones financieras para enfrentar la pandemia.
Después de 15 años de su visita a Bolivia, el encuentro con el presidente Arce podría no ser tan casual. Stiglitz comparte con Arce la necesidad de una mayor participación del Estado para superar algunos de los problemas globales más importantes como la desigualdad y el subdesarrollo. Stiglitz probablemente haya estado interesado en conocer cómo un país como Bolivia ha alcanzado logros importantes en tan corto tiempo y seguramente para el Presidente fue gratificante exponer el modelo económico social comunitario productivo a un premio Nobel. Es un aliciente saber que economistas de la talla de Stiglitz estén atentos al desempeño de la economía nacional y la puedan incluso analizar como caso de estudio exitoso. La reunión se mostró bastante fructífera ante los medios y redes sociales. Puede ser que ésta traiga al país muchas más luces sobre cómo superar la crisis económica producida por la pandemia, pero eso solo lo sabremos con el transcurrir de los meses.
Omar Velasco Portillo es economista.