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Una sensación extraña

Una de las novelas de Orhan Pamuk se titula Una sensación extraña. Su argumento gira en torno a mostrar un sentimiento que ningún término puede atraparlo. La novela retrata la vida del turco Mevlut Karata. En las primeras páginas narra la manera en la que Mevlut se enamora de una joven a la que miró una sola vez en una fiesta de matrimonio, donde ella asistió acompañada de sus hermanas. Mevlut, impactado por su belleza, averigua su nombre, le dicen que se llama Rayiha y entonces empieza a enamorarla por medio de cartas —costumbres turcas de la época, nos dice Pamuk—. Luego de muchos años de escribirle y de ingresar a un tórrido intercambio de cartas, decide raptarla y forzar el matrimonio según las tradiciones conservadoras turcas. El secuestro era la opción de los pobres para lograr el matrimonio con la persona amada. La noche del rapto Mevlut tiene al fin delante suyo a Rayiha, la mujer que había visto una sola vez en una fiesta de matrimonio, hace muchos años, cuando de pronto un rayo ilumina el rostro de la mujer a la que había enamorado por carta y había decidido raptar esa noche. La sorpresa, Rayiha era una de las hermanas de la mujer de la que él se había enamorado, pero no era la mujer de la que se había enamorado. Entonces siente, por primera vez, que su destino será estar casado con la hermana de la mujer de la cual se enamoró, y a quien él enamoró por medio de cartas, ese sentimiento Pamuk lo describe como “una sensación extraña”, una sensación de estar delante de un momento en el cual las cosas cambian de tal manera que nunca más serán iguales.

Una sensación extraña podría ser también una manera de traducir el término checo litost, una palabra que rehúye a ser territorializada por el castellano y que se queda solo en sentimientos. Milan Kundera intentó varias veces traducirla —en tanto la menciona en la versión checa de su novela La insoportable levedad del ser—, pero terminó explicándola como el sentimiento de agonía provocado por la repentina mirada de la miseria.

Hay una serie de términos que no tienen una traducción final al castellano, podemos repasarlos. Por ejemplo, saudade, que generalmente se lo traduce como melancolía o añoranza, pero que algunos amigos brasileños, que dominan el castellano, me dicen que no es solo eso, que hay algo más primario y primitivo en el sentimiento que intenta representar la palabra, en tanto los portugueses se refieren con ese término al sentimiento de extrañar algo o algún lugar al cual saben que jamás podrán volver pese a que esté allí, cerca o a la vuelta de la esquina. Se trata de una sensación extraña que nace del destierro.

Las palabras acogen un continente de sentimientos, que solo son perceptibles si las mismas nos guían y sumergen en la historia, la cultura y la política, de las cuales son herederas.

Farit Rojas T. es abogado y filósofo.