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La soledad de las mujeres

Indignante que otra vez los cuerpos de las niñas sean manoseados por una sociedad de doble discurso, doble moral, hipócrita, que tiene un profundo odio a las mujeres. La dictadura de Áñez ha dejado una nefasta herencia, ya no hay vergüenza ni conflicto en matar mujeres, en golpear y discriminar a las mujeres. Ya no es grave violar, abusar y embarazar niñas. La dictadora Áñez se posicionó como “la fem fatal”, el modelo de la mujer servil a los intereses patriarcales y machistas de los grupos de poder. Cristiana de doble discurso, asesina con una mano y hace la señal de la cruz con la otra mano.

Teníamos 14 años de luchar contra el machismo de nuestros hermanos y compañeros del proceso de cambios. Catorce años de convocar a las mujeres del proceso de cambios a reflexionar sobre nuestros machismos y conformar una “Alianza de Mujeres”. Hemos trabajado desde muchos frentes para posicionar políticas públicas como la despatriarcalización —por lo menos nominalmente— y el gobierno del hermano Evo, a pesar de las figuras misóginas en su entorno, se esforzó por cumplir con las presiones que venían de los movimientos y organizaciones sociales de las mujeres.

Hoy, dentro del proceso de cambios, dentro del MAS, dentro de los movimientos sociales, dentro del propio Gobierno, la religión no es un asunto privado como debe ser en un Estado Laico. Los y las cristianas abren el día en los WhatsApp con “buen día de Dios” y cuando uno protesta, te señalan como resentida social.

“Vamos a salir adelante”. ¿Pero cómo, de qué manera? Cómo salir adelante, cuando nuestra hermana la Flora —ejecutiva de las Bartolinas— está feliz de ser la única mujer en el Pacto de Unidad. No quiere competencia de otras mujeres, por lo cual desmoviliza la “Alianza de Mujeres”, que era un pacto de unión de las organizaciones de mujeres a nivel nacional para, organizadas, presionar al Gobierno y a las organizaciones sociales, especialmente de los hombres, para consolidar el camino de la despatriarcalización y la descolonización. Era un amplio y valioso espacio de fortalecimiento del proceso de cambios revolucionarios. Pero no solo las Bartolinas, la clase media de izquierda también, los de Columna Sur de Santa Cruz están más preocupados del chisme, inquisidor y censurador, que de construir alianzas políticas, salir a las calles y parar el fascismo del Camacho. La mezquindad, el doble discurso, la doble moral no acompañan la construcción de justicia para las niñas y las mujeres. Así no vamos a salir adelante, no vamos a profundizar los cambios revolucionarios.

Hoy, tanto el hermano presidente Luis Arce como el hermano vicepresidente David Choquehuanca no se inmutan ante la minoría de mujeres ministras, viceministras y autoridades del Gobierno; la falta de asignación de recursos sigue siendo una práctica machista y discriminadora; si se tiene que negociar, se negocia derechos de indios y mujeres; si se tiene que cortar presupuestos, se corta el dinero para las mujeres. Estas prácticas muestran el hecho de que se dejó atrás la tendencia de practicar el par político warmi-chacha. ¿Vamos a salir adelante?

Julieta Paredes Carvajal es feminista comunitaria.