Voces

Sunday 12 May 2024 | Actualizado a 01:51 AM

Tránsfugas, traidores, librepensantes

/ 14 de noviembre de 2021 / 00:38

La deshonrosa elección de la directiva en Diputados puso a los actores políticos, en este caso de la oposición, ante el espejo roto del transfuguismo. ¿Qué pasa cuando uno de los tuyos, más allá del motivo, discrepa con la línea oficial de la organización política? ¿Lo declaras traidor y, sin derecho a la defensa, lo expulsas? ¿Le quitas el curul? ¿Lo marginas sin echarlo? ¿O, más bien, toleras su derecho a la disidencia? ¿Gruñes cuando es declarado “librepensante”?

Veamos la sesión de marras. Por principio habrá que decir, sin matices, que resulta deplorable —y por tanto inaceptable— que el bloque de mayoría (MAS-IPSP) haya desconocido la decisión orgánica de una parte del bloque de minoría (bancada de Comunidad Ciudadana) para adoptar e imponer en la directiva a un diputado disidente. Es un exceso que daña el pluralismo político. El caso de Creemos parece diferente: más que disidencia, en su bancada existe una representación propia (UCS).

Ahora bien. ¿Cuándo una expresión de disidencia, que puede ser saludable, se convierte en acto de transfuguismo? Entre otros derechos reconocidos en la norma, los integrantes de las organizaciones políticas, en su ejercicio interno, tienen “el derecho al disenso, libres de toda forma de acoso y violencia política”. Hay aquí dos cuestiones sensibles y difíciles: la primera, cuándo se incurre en transfuguismo político; la segunda, quién lo define, con qué criterios y procedimiento.

La Ley de Organizaciones Políticas establece que hay transfuguismo cuando un representante electo: i) asume una militancia diferente al partido o alianza que lo postuló, ii) declara públicamente su independencia o iii) asume una posición contraria a la declaración de principios y/o la plataforma programática. En estos casos, el tránsfuga pierde su escaño, que pertenece a la organización política. En rigor, los dos disidentes de CC no incurrieron en ninguna de tales causales.

A reserva de lo que implica, como falta, postularse a la Directiva por fuera de la plancha oficial, ¿los diputados “rebeldes” no debieran ser sometidos a un proceso interno donde, con arreglo a una instancia y algún procedimiento, asuman su defensa? En este bochornoso episodio la cúpula de CC, copiosa de autoritarismo, determinó en horas su expulsión sumarísima. Los condenaron por “traidores”. El descargo de éstos fue expuesto en los medios: “no hay democracia interna”.

Hubo un tiempo en que disentir con la dirigencia partidaria y/o declararse independiente era objeto de celebración. Y está bien. Pero la valoración depende del partido al que se pertenezca: unos son “vendidos”; otros, “librepensantes”. La doble moral y la definición del transfuguismo dan para todo.

FadoCracia potosina

1. En un fiero-simbólico ejercicio de segregación, el diario El Potosí utilizó el siguiente título en una noticia: “Potosí toma la plaza de armas 10 de Noviembre que estaba llena de campesinos”. 2. Clarito: los “activistas” del comité cívico son Po-to-sí. Defienden y recuperan su plaza. Y los campesinos, ¿qué son? ¿Extranjeros, invasores, orkos? 3. La nota del diario sigue: “La población potosina, la gente, salió a las calles para resguardar la ciudad. Los otros, los comunarios, se dispersaron”. Había que hacerlos retroceder y expulsarlos… ¡de Potosí! 4. El despojo de ciudadanía ya no sorprende: “hubo enfrentamiento entre ciudadanos y campesinos”. Los campesinos no son ciudadanos. No lo merecen. 5. Pero El Potosí dio un salto: les quitó su pertenencia departamental: Potosí versus campesinos. El segregacionismo, sin máscaras, en su hora cínica/cívica. 6. En el extremo, herencia del colonialismo, el otro es degradado hasta en su condición humana: “hordas, salvajes, bestias”. Lo suyo es la subhumanidad. 7. Todo sea en nombre de la libertad, el respeto, Dios, la democracia y otras hipocresías que no me acuerdo.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.

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El MAS es nuestro’

/ 12 de mayo de 2024 / 00:54

En una historia de vida publicada en 2015, la entonces ejecutiva de la Federación Departamental de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Tarija “Bartolina Sisa”, sintetizó en una expresión la esencia del MAS-IPSP. “¡No somos del MAS, el MAS es nuestro!”. Otras historias de vida y conversaciones con dirigentes campesinos e indígenas reafirmaron esa cualidad: el MAS, partido, pertenece a las organizaciones sociales, que lo fundaron como instrumento político.

La citada expresión, que da título al libro (CIS-PNUD-PIEB), corresponde a Julia Ramos, quien en su condición de bartolina fue diputada durante el primer gobierno de Evo Morales y luego su ministra. “Nosotros nos hemos criado, no es un partido político, es un instrumento que nos permite llegar con nuestros candidatos y candidatas al gobierno”, dijo entonces Ramos, que el pasado domingo fue designada vicepresidenta del MASIPSP en el encuentro de la facción luchista.

Si asumimos que el MAS, partido, es de las organizaciones sociales, como IPSP, la pregunta ahora es más complicada: ¿a quién pertenecen las organizaciones matrices? ¿Quién es “dueño” de la CSUTCB, las Bartolinas, los interculturales? (ni hablemos de la Cidob y el Conamaq). ¿Qué intereses promovieron su cooptación, su fractura interna entre los “leales” al candidato EMA y los “afines” al candidato LAC? ¿Quiénes, en fin, obraron la implosión del instrumento político?

“El MAS es nuestro”. Está muy bien. Hoy la disputa, en medio de los fallidos intentos de convocar un congreso del partido-instrumento político, ha trastocado la expresión: “Las (verdaderas) organizaciones matrices son nuestras”, dicen unos y otros. La esencia orgánica, pues, ha sido desplazada por la razón instrumental. Y los efectos son penosos. No pocas voces, en los pasillos, en los balcones, auguran y/o celebran el “fin (o agonía) del proceso de cambio”.

En tal derrotero, si asumiéramos el quiebre del MAS-IPSP, surge una cuestión todavía más compleja: ¿estamos ante el fin de ciclo de los gobiernos masistas, acaso del modelo de Estado, incluso del proyecto-sujeto plurinacional popular? Más allá de quién gane las inciertas elecciones 2025, teñidas de fragmentación, ¿se romperá el esquivo horizonte en construcción de la plurinacionalidad del Estado, la interculturalidad-paridad de la democracia, el pluralismo jurídico, los buenos vivires, la igualdad?

No soy del MAS ni de ningún partido político. Tampoco pertenezco a una organización matriz o equivalente. Igual creo, desde mi trinchera, siempre a la izquierda, que las luchas de transformación en Bolivia y el reto de la emancipación social preceden de lejos y trascenderán este nuevo “tiempo de las cosas pequeñas”. ¿Navegamos?

FadoCracia fotocopiada

1. Es parte de nuestra identidad nacional: para hacer cualquier trámite, debemos andar con la fotocopia del carnet de identidad bajo el brazo. No basta un solo ejemplar, sino varios. 2. No está mal, si recordamos los años de dictadura militar, cuando había que andar “con el testamento bajo el brazo”. Con las cacerías nunca se sabe. 3. Volvamos al carnet. La fotocopia es de rigor, casi como contraseña. Ante la burocracia, la ciudadanía se divide entre los que llevan su fotocopia de carnet (pase) y los que deben ir a sacarla (vuélvase). 4. ¿Qué hacer? ¿Cómo erradicar tan dañina y arraigada práctica? Frente al papeleo, nada mejor que el legalismo. Sí, señorías, hay que aprobar una ley prohibitoria. 5. Suerte que una diputada, preocupada por el asunto, acaba de proponer un proyecto de ley antifotocopias. Es en serio. 6. Además de ahorrar tiempo y dinero — dice—, evitaremos el derroche de toneladas de papel y, ergo, la tala de nuestros bosques (hasta el próximo incendio). 7. ¿Ven que la oposición hace propuestas serias, con fotocopia para todos los asambleístas? Falta que los fotocopiadores, en defensa de su derecho al trabajo, convoquen una protesta.

 José Luis Exeni Rodríguez es politólogo. 

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Unidad Opopo

El victorioso plato está servido. Solo se necesitan desprendimiento y voluntad política. Lo demás es cuestión de método.

/ 28 de abril de 2024 / 00:20

La oposición política (Opopo) está lejos de la unidad, pero tiene a su favor varios estrategas de la unidad. No es poca cosa. En un escenario de prematura fragmentación, con ya 15 precandidatos presidenciales, nada mejor para los opositores que escoger, finalmente, un candidato de consenso. Para ello es imprescindible trazar la “hoja de ruta”. El objetivo resulta inequívoco: derrotar al MAS, ese enemigo absoluto. Mejor si pueden eliminarlo.

¿Cómo acordar, en el variopinto paisaje Opo, una candidatura de unidad o, al menos, un frente amplio? No lo lograron en 2009, ni en 2014, tampoco en 2019 y peor en 2020. ¿Por qué no habrían de hacerlo ahora, para los comicios 2025? Les falta calle, cierto, pero les sobran pantallas. Y aunque son especialistas en perder elecciones, no querrán pasar a la historia, una vez más, “salpicados de vergüenza”. Con el ingrato voto del pueblo nunca se sabe.

El victorioso plato está servido. Solo se necesitan desprendimiento y voluntad política. Lo demás es cuestión de método. De las diferentes propuestas de unidad, unas más sensatas/alocadas que otras, bastaría con mezclar la del señor MacLean-Abaroa, lanzada desde el puente del Topáter, y la del señor Guevara Anaya, cuestión de ideas. Ahora es cuando, Opopo. Último llamado urgente.

Veamos los pasos. a) Todos los precandidatos integran la Plataforma de Unidad Posible (Plunipo). b) Un grupo de alto nivel armoniza una Propuesta Participativa y Programática (PPP). c) Profesionales “intachables e imparciales” conforman la Comisión Técnica de Primarias de Oposición (Coteprop) o el Consejo Electoral Ciudadano de Oposición (Coneleciop). d) Se contratan encuestas 1 que definen seis precandidatos que pasan a debate 1, que dan lugar a encuestas 2 que dejan tres aspirantes que compiten en debate 2, seguido de encuestas 3 que determinan el candidato presidencial que debe ser apoyado por todos. Respiren.

Así serían la Primarias Abiertas de Oposición (PAO). Luego vendrán las primarias establecidas por ley, etcétera, donde el ganador de la Opopo participaría con su propio partido o alianza, si lo tuviese, o con sigla prestada, alquilada o comprada. Todo esto, incluida la campaña posterior, con recursos del Fondo Único de Aportes Individuales y Voluntarios de Financiamiento (Funapivofi). Aplican kermeses millonarias estilo Ayo.

¿Ven, señorías, que la unidad es posible? Y sencilla: la Opopo, congregada en la Plunipu, hace sus PAO organizadas por la Cotetrop y/o por el Coneleciop, con base en la PPP y fondos del Funapivofi. Ahora solo falta que los 15 precandidatos firmen y seduzcan al electorado, hasta ahora, para ellos, tan ancho y ajeno.

 FadoCracia viajera

1. Navegar/viajar, ya se sabe, es necesario. Vivir también. ¿Llegar es necesario? No tanto, no siempre. 2. Hoy navegamos, como colectividad, en medio de la kamanchaca. Para no naufragar. “La niebla, otra vez, lo invade todo”. 3. ¿Toca replegarse en la navegación personal? ¿Hay que rabiar, puertas adentro, en este tiempo de las cosas diminutas? Es probable. También queda “volver a los orígenes”. O hacer inventario de cenizas. 4. Hace un tiempo, en mi viaje, encontré un puente: “para cruzarlo o para no cruzarlo”. Lo crucé. Con fado y sin nostalgia. En la otra orilla me esperaba un país. Y la Maga con durazno. Es caprichoso/generoso el azar. 4. Luego, en la edad media, llegó el vuelo del águila: en soledad radical, con tremendo ajuste de cuentas. Fue un vuelo de mutación y renacimiento. 5. “Viajar, perder países. Ser otro constantemente. No pertenecer ni a mí”, invoca Pessoa. 6. Siglos después, el pasado 1 de abril, he iniciado el viaje del elefante. Es el viaje final. “Siempre llegamos al sitio donde nos esperan”, dice el Libro de los Itinerarios. ¿Llegamos? ¿Quién/qué nos espera? 7. El país está perdido. Queda el elefante Salomón. Es nuestro viaje, Maga-nido. Hay dignidad, y latidos con revoluciones de claveles, para rato.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.

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Primarias ‘interruptus’

/ 14 de abril de 2024 / 00:13

Tengo la sospecha de que, en el actual ciclo electoral, como ya ocurrió en 2020, no habrá elecciones primarias para binomios presidenciales. Las razones son claramente políticas, pero el justificativo para suspenderlas puede ser económico. El ruido sobre el tema, tanto en el oficialismo como en el paisaje opositor, expresa la dificultad para encaminar un proceso competitivo. A ninguna fuerza política le interesa, ni tiene posibilidades, de precipitar el tiempo electoral.

Veamos las razones políticas. La actual sumatoria de fractura en el MAS-IPSP, por un lado, y alta fragmentación en la oposición, por otro, configura un terreno pantanoso para definir candidaturas presidenciales, establecer alianzas y, en el corto plazo, concurrir a unas primarias que, como establece la ley, son obligatorias. Peor todavía si consideramos el actual contexto de persistente polarización, crisis institucional con parálisis decisoria e incertidumbre. No hay condiciones.

¿Habrá primarias? Dependerá en especial de cómo se resuelva, si acaso, la disputa interna en el partido de gobierno. Evo retó a Lucho: primarias cerradas para definir quién es el candidato. Demasiado tarde. Para los arcistas, con arreglo a una sentencia constitucional trucha, Evo está inhabilitado. Arce, por su parte, no cumple el requisito de antigüedad establecido en el estatuto partidario. Está impedido. ¿Primarias cuando ni siquiera logran convenir un congreso ordinario?

En el campo de la oposición, en tanto, hay más candidatos presidenciales que partidos. A la fecha conté 15: todos lanzan mensajes grandilocuentes y hablan de unidad. Casi ninguno tiene estructura política. Ni hablemos de presencia territorial o plataforma programática. Algunos, con más entusiasmo que información, creen que unas “preprimarias” despejarán su marginalidad (desde X no se ganan elecciones). Otros postulan primarias abiertas lo más tarde posible. Les falta militantes y calle.

Y está el factor determinante: tiempo. Sin reforma normativa, las primarias debieran convocarse, como máximo, en septiembre. Hasta entonces todos los partidos que quieran postular candidaturas tendrían que haber adecuado sus estatutos orgánicos, actualizado sus registros de militancia y renovado sus dirigencias. Parece difícil. Sobran los obstáculos. En tal escenario, es más probable descartar las primarias (“por falta de presupuesto”) que acordar su realización.

Si al final del camino hubiese primarias, por fuerza instrumentales, lo mínimo que debe exigirse es que sean competitivas. Las elecciones presidenciales son demasiado importantes como para dejarlas libradas, otra vez, como en 2019, al simulacro.

FadoCracia relojera

1. La presidenta de facto de Perú, Dina Boluarte, es muy presumida. Le gustan los relojes y las joyas. Hay que vestir a la altura del cargo. 2. Estrenó su régimen con masacres. Había que pacificar el país, eliminar a los terrucos, sentar la mano a los indios levantiscos (¿suena conocido?). 3. Todo bien hasta que una investigación periodística reveló que el día de su cumpleaños estrenó un Rolex rosa. Cuando la confrontaron, dijo que era de antaño. Cuando se demostró que fue recién comprado, juró que era fruto de su esfuerzo. 4. El problema es que doña Dina no declaró el bien (cuyo precio equivale a cuatro salarios presidenciales). Y no era un solo Rolex, sino tres (completando su colección de 17 relojes). Había delito. 5. Entonces dijo la “verdad”: los Rolex fueron un préstamo de su querido amigo, impresentable gobernador de Ayacucho. Me equivoqué y los devolví (es de la escuela mirista “errores, no delitos”). Hoy luce su reloj de Snoopy. 6. Dos mociones para destituirla por incapacidad moral fracasaron. Dina tiene quien la sostenga. 7. Sesenta muertos y 17 relojes después, “Balearte” sigue en el cargo. La moda no la absolverá. La historia tampoco.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo. 

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Crisis en el periodismo

/ 31 de marzo de 2024 / 00:29

El periodismo boliviano está en crisis. No es de ahora. Ni es el único gremio en semejante trance. Pero la crisis periodística contribuye a contaminar la información, debilitar la conversación pública y, por tanto, malograr la convivencia democrática. Es una crisis de legitimidad, de pluralismo, de ética, de representatividad y de ejercicio. Así, el periodismo boliviano corre el riesgo de convertirse en una pieza más, instrumental, débil, de la polarización política y sus menudencias.

El reciente informe de la CIDH, Cohesión social: el desafío para la consolidación de la democracia en Bolivia, dedica un importante apartado a la libertad de expresión, en el marco de la institucionalidad democrática y el Estado de Derecho. Por diferentes motivos, tanto externos como intragremio, se identifica una “crisis de confianza y sostenibilidad”. En tal condición, estamos lejos de brindar información “balanceada, plural e integral”.

El diagnóstico de la comisión es preocupante y coincide con percepciones y datos de otras fuentes. Persisten la violencia y la estigmatización, cada vez más normalizadas, contra la prensa. Los agentes policiales son especialmente violentos. Pero también hay amenazas y agresiones de otros actores, incluidos los propios periodistas (como ocurrió en 2019). Ni hablemos de los discursos que infaman la labor periodística. Todo ello deriva en temor y (auto)censura.

Se mencionan asimismo casos de judicialización en contra de periodistas, lo que arriesga la protección de la reserva de fuentes. A ello se añade la tenaz ausencia de una normativa que garantice el derecho al acceso a la información. La CIDH señala además la falta de criterios, no discriminatorios, para la asignación de publicidad oficial. En un contexto difícil para los medios, ello agrava su crisis de sostenibilidad y daña la diversidad y el pluralismo del paisaje mediático.

El panorama, pues, es muy crítico. Pero lo más inquietante tiene que ver con la baja calidad del trabajo periodístico y la “ausencia de representatividad y pluralidad en órganos de prensa y periodistas”. En general (claro que hay valiosas excepciones), la información que ofrecemos a la sociedad desde los medios es sesgada, parcial, polarizante. ¿Quiere un caso emblemático? Titule “fuego cruzado” (sic) donde hubo masacre. Ningún viento, ninguna marea, lo justifican.

¿Y las organizaciones de periodistas? El informe muestra un gremio dividido. En varias cuestiones. Nuestras asociaciones no nos representan. Hubo un tiempo en que eran incluyentes, autónomas, de gran prestigio. Hasta que, enhoramala, llegaron las lupes y los humbertos dañándolas para siempre. Urge una evaluación plural y autocrítica.

 FadoCracia censal

1. “Nunca se ha hecho en el planeta un censo con nombre y apellido”, juró la dama. “El único censo del mundo donde piden nombre y apellido”, vociferó el hombrecito. Nunca, único, mundo mundial. 2. Mentían por supuesto. Por ignorantes e irresponsables. No rectificaron. Son profesionales de la desinformación. 3. Desde 1950, en Bolivia la boleta incluye nombre y apellido. En 13 países de la región ocurre hoy lo mismo. 4. El candidato X también aportó falacias: “no tienen por qué preguntarnos nuestro carnet”. ¿En serio? Siéntese señor y lea las preguntas. O peor: “el 2012 se hizo un censo cuyos resultados nunca se conocieron”. Bah, es el problema de no tener internet. 5. También están los paranoicos: “puede ser un censo de persecución…, podrían indagar de dónde viene tu fortuna”. En especial si te censan en el Picacho. 6. Sin olvidar a los abanderados del “fraude demográfico”. Bastaría que un muchacho, en vía pública, borre y corrija datos, como denunció el acosador sin espalda. 7. Y cuidado con avisar dónde estuviste en 2019. Quieren usarlo para meterte preso. O cosas peores como indagar sobre migración. Con los dateros nunca se sabe.

 José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.

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El factor primarias

/ 17 de marzo de 2024 / 00:05

Las Elecciones Primarias (EP) son una buena idea. Su realización, en tanto, puede ser malísima, como aquí en 2019. Su propósito declarado es impulsar la democratización interna de los partidos: que sus candidaturas no sean resultado del caudillismo, el dedazo, la herencia, sino del voto. O de otros mecanismos colectivos de decisión. Donde hay tradición, funcionan. Donde no, como en Bolivia, son una falacia o derivan en rupturas. Las EP son una buena idea… malgastada.

Cuando en 2018 impulsamos desde el TSE la elaboración deliberativa de un proyecto de Ley de Organizaciones Políticas, las EP no figuraban en la propuesta base. Surgieron después, a petición de los delegados partidarios. Elecciones primarias, sí señor, con una condición: que sean administradas por el TSE con recursos públicos. Háganlas ustedes —dijeron—, con su presupuesto. Vivísimos. Solo un partido se oponía tenazmente: el MAS-IPSP.

La historia posterior es conocida. Se presentó la iniciativa legislativa con la inclusión de primarias para binomios presidenciales: obligatorias, simultáneas y cerradas a la militancia. Debían estrenarse en las elecciones 2024, pero una disposición transitoria en la ALP dispuso que se hagan en 2019. Era la forma de legitimar por anticipado el binomio oficialista pese a la decisión en contrario de un referéndum vinculante. Toda la oposición rechazó las EP.

Buena idea, mal resultado. Siete partidos y dos alianzas postularon binomios. Todos eran únicos. Así, las EP no fueron competitivas. En realidad, no hubo comicios, sino un simulacro para formalizar decisiones cupulares. De democracia interna, nada. Fue una experiencia fallida. ¿Sirvieron para algo? Claro, para que las fuerzas políticas se miraran al espejo y vean cuán débiles y descosidas son. Solo el MAS-IPSP exhibió su casi millón de militantes.

Hoy las EP están en agenda. Otra vez con fines instrumentales. Desde la oposición la consigna son primarias abiertas. Que cualquiera vote. Creen que así superarán, pobres, su lasitud con fragmentación. En el masismo hay divergencia: la facción LAC coquetea con la idea, la facción EMA ni hablar. Saben que así no superarán, pobres, su implosión. Hoy las primarias, sean cerradas, sean abiertas (peor con voto voluntario), no bastan para resolver la crisis en el campo político.

Las primarias presidenciales navegan en las inciertas aguas del cálculo estratégico. Ni en el partido-instrumento azul ni en la variopinta oposición habrá candidatos de unidad. No todos lo asumen. El reto es ganar tiempo. ¿Primarias? Está bien, pero lo más tarde posible. Incluso podría no haberlas. También las buenas ideas conducen al naufragio.

 FadoCracia (per)judicial

1. Las elecciones (per)judiciales son difíciles. Y feas. Entre otros, tienen problemas de sesgo, de sub/información, de legitimidad. Pero ahí están, en su tercer tiempo, como mandato constitucional. 2. Si se evaluaran por kilos, los comicios 2024 —postergados con maniobra— van por buen camino. Se presentaron 715 postulantes, nada menos, para 26 cargos. Faltan mujeres. 3. Toca el rito de la verificación de requisitos, las impugnaciones y la evaluación de méritos (examen incluido). Es un gran filtro, a veces opaco, a veces arbitrario. 4. Hasta 619 postulantes quedarán en el camino, empezando por (ex)vocales y otras consonantes. 5. Si el pleno de la ALP logra dos tercios para la preselección, en septiembre iremos a las urnas. En las cuatro papeletas habrá al menos 96 caras, la mayoría desconocidas. Podrían ser números. 6. Si vuelve la consigna, los votos blancos y nulos serán mayoría. Es algo inútil, pero testimonial. 7. Las elecciones (per)judiciales son un derecho. Votemos bien. No sea que los electos, en consorcio, decidan a la carta y quieran autoprorrogarse.

 José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.

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