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Arreglos institucionales y política económica

Una de las conclusiones a las que arribé en mi nuevo libro digital Neoliberalismo vs. Neopopulismo: un falso dilema, que estará en breve en las diversas plataformas digitales, es que en lugar de un enfrentamiento ideológico de etiquetas y calificativos entre neoconservadores y populistas, la economía nos ofrece diversas alternativas de políticas económicas y arreglos institucionales para lograr objetivos como crecimiento, estabilidad, reducción de la pobreza y la desigualdad.

El rol de las instituciones, desarrollado inicialmente por Douglas North, premio Nobel de Economía, se ha utilizado y a veces exagerado en explicar como uno de los determinantes más importantes del crecimiento económico. El tema de las instituciones las analizo junto con las opciones de política económica, en lo que se refiere a las reglas del juego y en particular la función de los derechos de propiedad, los contratos y el Estado de derecho.

Sin embargo, no hay una receta única institucional y la idea es que hay también distintas opciones de arreglos institucionales, en el lenguaje de Dani Rodrik (2007), con distintos grados de flexibilidad para mantener el ímpetu del crecimiento, reaccionar ante shocks y, para facilitar una distribución socialmente aceptable de costos y beneficios, donde juegan un papel importante las instituciones manejadoras de conflictos étnicos, regionales y sociales. Entre las instituciones tradicionales que destacan están los bancos centrales, las normas presupuestarias y fiscales, las relacionadas con el sistema de pensiones y la seguridad social, los fondos sociales y las instituciones de supervisión.

La pregunta clave es ¿cuánto de flexibilidad o de discrecionalidad pueden tener dichas instituciones y cuál es su calidad? Es más, una característica diferenciadora entre neoliberalismo y populismo, que analizo en mi libro digital, es el grado de aceptación y cumplimiento de las restricciones políticas (constitución política, leyes, limitaciones del poder ejecutivo, separación de poderes, etc.) y las restricciones económicas (acuerdos internacionales, leyes, independencia de los bancos centrales, de las autoridades de regulación y supervisión, leyes de inversión, etc.).

Para Rodrik (2007), “las formas más confiables de tales mecanismos son las instituciones políticas participativas. De hecho, es útil pensar en las instituciones políticas participativas como instituciones que obtienen y agregan conocimientos locales y, por lo tanto, ayudan a construir mejores instituciones”. Creo que este tipo de instituciones nos hacen falta en un país como el nuestro, impaciente y disconforme.

En el caso de Bolivia, como reflexión señalo que los “modelos económicos” o mejor dicho un tipo de manejo de la política económica, debe adaptarse a las condiciones cambiantes no solo de la economía mundial sino del entorno nacional y regional, en caso contrario tienden a estancarse o agotarse y entrar en crisis, tal como sucedió con el modelo neoliberal chileno y como podría suceder con el modelo heterodoxo boliviano.

Mi preocupación es que el espacio para el manejo de la política económica se ha estrechado fuertemente, va a ser muy difícil establecer medidas económicas si antes no se establece un mecanismo institucional de consulta y debate de las distintas opciones de política económica. Estrictamente, la Asamblea Legislativa Plurinacional debería ser el mecanismo, pero parece que en un contexto polarizado es poco eficiente.

Pero creo realmente que si bien son muy útiles las instituciones manejadoras de conflictos, como recomienda Rodrik, es mejor prever, evitar y atenuar el conflicto, no esperando a que estalle, si se buscan realmente mejores soluciones y consensos como una práctica diaria de hacer política económica. Hay que romper el bloqueo de la política y buscar formas para viabilizar la colaboración y el consenso. Si bien es conveniente enfrentar y no disimular las diferencias, lo importante es que enriquezcan las decisiones y evitar que los conflictos nos paralicen.

El país ha sufrido una fractura institucional en 2020, además de una crisis económica y sanitaria y pareciera que hay una crisis institucional, por lo que hay que tener presente que para que una política económica tenga buenos resultados, también se requiere de buenas instituciones.

Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista.