Una tarde de otoño reciente, en un vagón de metro, siete jóvenes surcoreanas estaban de pie en silencio entre una multitud de pasajeros. Vestían chamarras y abrigos impermeables de la temporada, al igual que los otros viajeros, pero un accesorio las hacía destacar: tubos rizadores a la antigua bien asegurados en su flequillo.

Estos cilindros de plástico, que suelen estar cubiertos de velcro, se ven casi en todas partes en Seúl: en cafeterías y restaurantes, en el transporte público, en la calle.

Y aunque parezcan el vestigio de una era pasada, las jóvenes que los usan dicen que no solo son prácticos, sino que también indican un cambio ideológico con respecto al género y la belleza, así como un reflejo de la división generacional del país.

Jung Yoon-won, de 23 años, una estudiante universitaria en Seúl que usa tubos rizadores todos los días, relató que los usaba fuera de casa para que los rizos de su flequillo se mantengan perfectos antes de ir a un evento o una reunión. Dijo que su madre le había pedido que dejara de hacerlo, por temor a que otras personas lo consideraran inapropiado.

Pero para Jung, es más importante lucir bien en el destino que en el trayecto hacia allá. “Solo debes verte bien frente a las personas que son importantes para ti”, afirmó.

Esa actitud independiente la comparten muchos jóvenes que no se sienten obligados a seguir las convenciones que antes eran de rigor en la sociedad surcoreana. Los jóvenes de la actualidad dicen que les preocupa menos lo que piensan los demás y eligen llevar una vida desenfadada.

A diferencia de generaciones previas de mujeres que sentían que era necesario arreglarse en privado, ocultas de la mirada masculina, a ella y a otras jóvenes no les importa si sus rutinas de arreglo personal son visibles, comentó Jung.

En Corea del Sur, los tubos, o ruleros, para cabello suelen usarse en el flequillo. Con precios desde 80 centavos cada uno, los tubos son accesibles y asequibles para la mayoría de las mujeres. Las celebridades coreanas suelen publicar fotografías en redes sociales con ruleros puestos. Las mujeres mayores se sienten a la vez intrigadas y desconcertadas ante este fenómeno.

La resistencia a los estándares de belleza a menudo inflexibles y las perspectivas restrictivas de género en Corea del Sur no es nada nuevo. Hace unos años, después de que las acusaciones relacionadas con el movimiento #MeToo se difundieron por el país, algunas mujeres respondieron con “Escape the Corset” (Escapa del corsé), un movimiento en el que renunciaron al maquillaje y usaron cortes de hongo para protestar contra las creencias opresivas sobre el atractivo físico.

Aun así, el país cuenta con una de las industrias de belleza más importantes del mundo, puesto que representó casi el 3% del mercado global de belleza en 2019, según la Administración de Comercio Internacional, una agencia del Gobierno de Estados Unidos.

La industria de cosméticos de Corea del Sur ha prosperado a pesar de la pandemia. Amorepacific, uno de los conglomerados de productos de belleza más grandes de la nación, reportó un incremento interanual del 8,5% en ventas en el primer trimestre de 2021. Las exportaciones de productos de belleza también aumentaron un 16% en comparación con el año anterior, según la Asociación Coreana de Comercio Internacional.

Sin embargo, cada vez más jóvenes expresan que prefieren mostrarse tal como son.

Kim Dong-wan, investigador de 25 años en Seúl, afirmó que se sintió confundido la primera vez que vio a mujeres con tubos en el cabello en público hace unos seis años. Ahora, dice que le “da igual” y que, hoy en día, es menos probable que las mujeres se sientan presionadas a ocultar ese tipo de cosas y también exigen más respeto. “Los tiempos han cambiado mucho”.

Jin Yu Young es columnista de The New York Times.