Icono del sitio La Razón

El periodismo como profesión peligrosa

Aún fresco en la memoria de los bolivianos el secuestro de periodistas en Las Londras, región de Guarayos, perpetrado por aquella cuadrilla de talibanes criollos sin turbante pero con capucha, que preocupa a la CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos), la Unesco difunde un recuento estadístico de similares atropellos en el planeta, que culminaron en desapariciones y asesinatos, remarcando que “agredidos, intimidados e incluso asesinados, los periodistas se exponen frecuentemente a riesgos y amenazas por el simple hecho de hacer su trabajo: informar al público”, y para apoyar esa conclusión añade que en el último decenio, cada cuatro días, como promedio, es asesinado un periodista. Dice que, en el mundo, 86 ejecuciones se consumaron solo entre 2020 y junio de 2021. Lo grave es que esos crímenes quedan, las más de las veces, impunes, siendo notoria la lenidad de los sistemas judiciales concernidos. El análisis se basa en cuadros estadísticos desde diversos ángulos en que las cifras son elocuentes:

El número de periodistas muertos fue de 84 en 2006, 66 en 2007, 46 en 2008, 77 en 2009, 65 en 2010; 62 en 2011, 124 en 2012, 90 en 2013; 98 en 2014, 116 en 2015, 102 en 2016, 80 en 2017, 99 en 2018, 57 en 2019, 62 en 2020, y en lo que va de 2021 ya son 24 los colegas asesinados. Más adelante se establece que de 1.167 investigaciones, únicamente el 13% fueron resueltas. En otro aspecto, se califica de “espeluznante” la situación de la mujer en ese medio, donde son víctimas de la violencia y de intimidaciones contra ellas o sus familiares. Otro signo interesante es el cuadro donde aparecen los occisos por país durante el bienio 2018-2019, en aquél sorprende que México sea el campeón universal con 25 casos, mientras Afganistán solo consigna 21. Siempre en la región latinoamericana, Colombia figura con 8, Brasil destaca con 6 bajas; Honduras con 3; Haití con 2 y con una víctima Chile, El Salvador y Nicaragua. Entre los países europeos, asiáticos o africanos se reconoce a un asesinado cada uno y en Estados Unidos a seis muertos, haciendo un total de 156 victimados, entre los que figuran aquellas naciones en guerra como Siria con 15 y Yemen, con 8. También se consignan los ejecutados por rama de actividad, siendo los más afectados los enviados de televisión, seguidos por los de multimedia, radio, internet y la prensa escrita. Este último dato muestra que quienes se exhiben en los canales televisivos se hallan mayormente expuestos a las iras radicales. En Bolivia, el incendio de la casa de la presentadora Casimira Lema, durante la insurrección popular de 2019, es notorio ejemplo. Los corresponsales extranjeros no son precisamente más apetecidos — como objetivo— que los locales, pues de 93 casos en 2018, solamente seis eran foráneos. Finalmente, la tabla de posiciones por regiones geopolíticas desde 2020 hasta junio de 2021, es la siguiente: Asia y el Pacífico: 31 asesinatos; América Latina y el Caribe: 28; África: 12; Estados Árabes: 11; Europa Central y Oriental: 2; Europa Occidental y América del Norte: 2. Lo cual nos lleva a razonar que cuanto menor es la libertad de prensa, mayor es la intolerancia, particularmente en las autocracias, aunque en algunas de ellas como Cuba o Bielorrusia, la inexistencia de medios de comunicación independientes conlleva la ausencia de periodistas profesionales, quedando únicamente como canales de expresión libre, las redes sociales y aun ellas con limitaciones diversas. Por último, los asedios constantes a los reporteros que cubren noticias poco gratas a los gobiernos de turno, aunque no sean objeto de daños letales, son un preludio peligroso para los hombres y mujeres de prensa, confiando que no se llegue al caso extremo del columnista Jamal Khashoggi, quien en 2018 fue despedazado dentro del consulado árabe-saudí en Estambul.

Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia.