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Misiones electorales frente a cartas de la exvocal

Por el escenario previo y los acontecimientos de 2019, las elecciones del 18 de octubre de 2020 fueron las elecciones técnicamente más observadas de nuestra historia. Varias misiones internacionales de observación electoral arribaron al país desde meses antes de los comicios. También hubo importantes misiones nacionales. Algunos de los informes finales sobre el proceso, en sus partes salientes, señalan lo siguiente:

Organización de Estados Americanos (OEA): Bolivia tiene una autoridad electoral independiente y tuvo una contienda más equitativa, lo que dio como resultado una jornada electoral exitosa.

Unión Europea (UE): Las elecciones generales repetidas el 18 de octubre de 2020 fueron creíbles y reflejaron la libre voluntad popular. Las elecciones otorgaron la necesaria legitimidad a un nuevo gobierno y a la Asamblea Legislativa Plurinacional.

Centro Carter: Durante la jornada electoral, bien organizada y libre de incidentes, predominó un clima de civismo que se prolongó durante los conteos de mesas, a las que tuvieron acceso los delegados de los partidos, los observadores y la ciudadanía en general. Este clima de transparencia se mantuvo durante el cómputo oficial de los resultados, en el que cada acta fue tomada en cuenta.

UNIORE: La misión concluye que, si bien hay puntos por trabajar, el OEP logró en un periodo reducido de tiempo, y a pesar del contexto de la pandemia, organizar una elección general en condiciones que garantizaron la certeza y la transparencia, y en las que se fortaleció la confianza ciudadana.

Observa Bolivia (IDEA-AECID): La recomposición del OEP constituyó inicialmente un elemento clave para recuperar la credibilidad institucional. Asimismo, la manera en que el TSE ha venido tomando y comunicando sus decisiones en materia electoral ha sido un indicador de transparencia de la administración electoral.

ONU: Naciones Unidas desplazó equipos de acompañamiento técnico durante todo el proceso y por medio de su máximo representante calificó las elecciones generales celebradas el domingo 18 de octubre como “pacíficas y altamente participativas”.

La exvocal Baptista, que formó parte del Tribunal Supremo Electoral que organizó y administró las elecciones de 2020, ha venido lanzando denuncias como la del supuesto “bloque de dato alterno, técnicamente reservado, que pudiera haber inducido o condicionado el resultado final”, que provocó titulares y comentarios explosivos en las redes, pero de lo cual se retractó casi de inmediato en noviembre de 2020. Lo irónico es que su firma está estampada en actas, resoluciones y credenciales de todas las autoridades que fueron electas.

Últimamente, la exvocal difundió cartas desde fuera del país con afirmaciones genéricas, que nuevamente han provocado comentarios sobre la transparencia de los resultados de las elecciones de 2020. Los informes de las misiones establecen también importantes recomendaciones y quienes hemos acompañado el proceso sabemos que es importante hacer ajustes técnicos y normativos, modernizar los procedimientos, evitar injerencias y hasta plantearnos la posibilidad de una reforma constitucional que aborde temas electorales.

Está claro que tirar bombas y esconder la mano no es el camino correcto. Suficiente con la falta de madurez y responsabilidad que reflejan permanentemente los actores políticos adictos a la polarización. El análisis, la discusión y reformas sobre la temática electoral deben tener otros canales y métodos, puesto que de por medio están las construcciones más valiosas de nuestra democracia en sus 39 años: el voto, la participación y la representación, que deben ser fortalecidas, pero no destruidas.

Daniel Valverde Aparicio es docente de la UAGRM de Santa Cruz.